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Los afectados por el derrumbe de San Francisco en Teruel llevan 3 meses sin hogar y con un futuro incierto

El Ayuntamiento les ha requerido para desescombrar el edificio, lo que les genera dudas, temor e inquietud. 

El Ayuntamiento les ha requerido para desescombrar el edificio, lo que les genera dudas, temor e inquietud
El Ayuntamiento les ha requerido para desescombrar el edificio, lo que les genera dudas, temor e inquietud
Javier Escriche

Desubicados, extraños en el barrio y en el piso de prestado que les toca vivir. Así dicen sentirse los afectados por el derrumbe del edificio de cinco plantas número 21 de la calle San Francisco de Teruel el pasado 13 de junio. Tres meses después de aquel siniestro, en el que no hubo heridos,  pero 21 familias perdieron su casa, el ánimo no mejora entre los damnificados, quienes se han quedado en la ruina y tienen ante sí un futuro con muchas dudas.

"Es como estar en un hotel, venimos a descansar, pero no es nuestro hogar; mejor no encariñarnos, porque cualquier día tendremos que irnos y no queremos vivir otro duelo", explica Humildad Martínez, que reside, junto a su esposo, José Luis Pérez, y sus tres hijos, en un piso cedido por la Diputación de Teruel. La familia elabora con ayuda del ordenador un detallado inventario de todos los bienes que tenía en la calle San Francisco para intentar recuperar su valor a través de la compañía de seguros, "una tarea muy dolorosa que me desgasta el ánimo", lamenta Humildad.

Como a otros, pese a que el banco les ha perdonado algunas cuotas de la hipoteca, les quedan muchas otras por pagar de una vivienda que ya no existe, lo que cercena cualquier plan inmediato y futuro. "Viajamos con los documentales de la tele y los libros, no podemos permitirnos otra cosa", dice Humildad. "Soñábamos con una jubilación tranquila, pero todo se ha ido al traste, no tenemos más que para comer y pagar a abogados y peritos que nos ayuden a recuperar siquiera una parte de lo que perdimos", añade José Luis.

"Una película de terror"

Dicen que se enfrentan a un laberinto burocrático, lento y farragoso, que podría acabar en un complejo proceso judicial para depurar responsabilidades, pese a que "no buscamos culpables, sino soluciones", subraya Humildad. Esta mujer, que minutos antes de que colapsara el edificio fue casa por casa sacando a la calle a sus inquilinos, teme que el relato "al estilo Walt Disney" que se ha construido ella misma sobre cómo deberían sucederse los acontecimientos "acabe en una película de Hitchcock o de terror".

El portavoz de los afectados, Javier Carbó, explica que el colectivo está "ahogado por la incertidumbre y la preocupación", tras haber recibido esta semana una notificación del Ayuntamiento en la que les comunica la obligación que tienen de desescombrar el edificio y que si no lo hacen lo hará el Consistorio con un proyecto cuyo coste aún no está cuantificado y que repercutirá después a los vecinos.

"No podemos pronunciarnos aún; no es lo mismo que cueste 300 euros que un millón y tampoco sabemos hasta dónde llegarán nuestras compañías de seguros", protesta Carbó, para quien los vecinos, que están estudiando con sus abogados la postura a tomar, se encuentran "indefensos y en un callejón sin salida". "Sentimos un nudo en el estómago; es difícil estar tranquilos en este escenario", señala. Sostiene, además, que el Ayuntamiento no está poniendo los medios para acabar con las humedades de la calle, "el verdadero problema en esta historia".

"Yo no he tirado la finca, al contrario, invertí en ella para mejorarla y lo que queremos saber son las causas del hundimiento", alega otro damnificado, Isidro Navarro, para quien lo más preocupante es, no obstante, saber dónde vivirán todos ellos si el Ayuntamiento deja un día de proporcionarles una casa y tienen que hacer frente a la antigua hipoteca y a un alquiler.

Ratas y mal olor en una finca colindante

Los vecinos de una de las fincas que linda con el edificio siniestrado en la calle San Francisco de Teruel, la número 23, apremian al Ayuntamiento para que retire los escombros a que quedó reducido el inmueble. A través del administrador de la comunidad, Álvaro Fraj, denuncian que la montaña de cascotes de 10 metros de alto que presiona sobre la medianera de la edificación está generando insalubridad y malos olores y las ratas han empezado a aparecer en el garaje.

Once de las 80 viviendas de este bloque de pisos siguen desalojadas -una por los daños que causó el derrumbe y el resto por precaución- y sus inquilinos se quejan también de que el Ayuntamiento ha dejado de proporcionarles un arquitecto municipal para que les acompañe a recoger ropa y enseres de sus pisos, proponiéndoles que contraten ellos mismos este tipo de servicio técnico. "Ahora, o pagan a un técnico o no pueden entrar a su propia casa a recoger ropa, material escolar o cualquier otro recurso necesario en septiembre", explica Fraj.

El administrador de la finca número 23 sostiene que los plazos dados por el Consistorio para iniciar el desescombro "se están alargando". "Hablaron de empezar en septiembre y aún no hay nada. A este paso, en Navidades estamos igual que ahora", dice Fraj.  

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