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El gusto de Morenito de Aranda sobresale en el cierre de la Feria del Ángel

El torero burgalés corta una oreja en cada toro y abre la puerta grande. Isaac Fonseca deja escapar un triunfo mayor.

Derechazo de Morenito de Aranda.
Derechazo de Morenito de Aranda.
Antonio García

El gusto de Morenito de Aranda, premiado con una puerta grande (de una oreja en cada turno) que estrena el nuevo reglamento aragonés, sobresalió este sábado en la mansa corrida de Peñajara con que se cerró la Feria del Ángel. Tan solo el quinto y el sexto toro se emplearon en el caballo. El resto fueron sueltos, desentendidos, pero con posibilidades en la muleta a excepción del lote de Adrián de Torres.

El primer toro ya definió la tónica del encierro. Tomó capote y muleta sin terminar de entregarse, y solo la suavidad que guardan las muñecas del Moreno propició una faena de triunfo. Los mejores muletazos se vieron por el derecho, con empaque y relajo, antes de que el animal comenzase a protestar cada embestida por su escasez de raza.

Después, ante el cuarto, el diestro burgalés tuvo momentos cumbre. Desde el inicio en los mismos medios, con una tanda por bajo rematada con un pase de pecho eterno, hasta el soberbio espadazo con que despachó a su noblón oponente.

En su escasez de fuerzas, el sardo de Peñajara tuvo un buen pitón derecho que el Moreno exprimió con tres series al ralentí. Por el otro, sin embargo, no hubo opción. De ahí que todo quedase en una oreja de peso. Suficiente para salir aupado a hombros en una tarde en la que a Isaac Fonseca se le escapó el triunfo.

Al mexicano le sobra arrojo y le falta templar. Está con la hierba en la boca, y su saludo capotero ante el tercero, por chicuelinas al paso, ya trajo un susto como preludio de lo que vendría seguidamente: una faena fundamentada en el toreo accesorio, en un catálogo de suertes en las que alternó pasajes de cuajo y poder con otros de desacople.

Principalmente por ese ímpetu que, de no haber marrado con los aceros, le hubiese acercado la oreja que sí cobró después ante el cierra plaza, el toro más bravo y franco del elenco presentado este sábado por Peñajara.

Fonseca insistió en ese concepto entusiasta, de pases cambiados por la espalda y desplantes, y se olvidó del toreo fundamental; de ese toreo de mano baja que llega tanto o más que cualquier alarde de valentía.

Estuvo por debajo de la condición de un toro que nada tuvo que ver con los que sorteó Adrián de Torres. El segundo fue brusco y complicado. Y el quinto se lo dejó todo en varas y después no ofreció opción alguna en la muleta, quedándose corto mientras el torero de Linares trataba de justificarse ante un imposible.

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