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Un servicio de seguridad privado vigila la finca derrumbada en Teruel para evitar expolios y accidentes

Los guardas controlan la zona en horario nocturno los días laborales y las 24 horas los festivos.

Edificio derrumbado en Teruel.
Edificio derrumbado en Teruel.
Antonio García/Bykofoto

El montón de escombros al que quedó reducido el bloque viviendas del número 21 de la calle San Francisco de Teruel al derrumbarse sin causar heridos el pasado día 13 está sometido a vigilancia permanente para evitar la sustracción de objetos, accidentes por penetrar en el solar o alteraciones del lugar, donde permanecen, bajo los cascotes, las pertenencias de las 21 familias que perdieron sus pisos con el hundimiento.

Ante la preocupación de las familias afectadas y con el objeto de "preservar" el lugar del siniestro para su desescombro ordenado al mismo tiempo que se investigan las causas del derrumbe, el Ayuntamiento de Teruel ha puesto en marcha un servicio de vigilancia privado desde el pasado día 24. Su labor se complementa con los controles que lleva a cabo la Policía Local. La empresa Seguprot, contratada por el Consistorio, supervisa el solar repleto de escombros por las noches –desde las 23.00 a las 7.00– en los días laborales, mientras que los policías locales se encargan del resto de la jornada.

Los fines de semana, la supervisión queda a cargo íntegramente de la seguridad privada, al igual que ocurrirá durante las próximas fiestas de La Vaquilla, según anunció recientemente la alcaldesa, Emma Buj. Los días 8, 9 y 10 de julio, cuando la ciudad bullirá de público y de ambiente festivo, los guardas jurados vigilarán el número 21 las 24 horas del día.

Petición de los afectados

Una vecina del número 21 se dirigió al Ayuntamiento por escrito para pedir información sobre la vigilancia de la zona siniestrada al comprobar que la presencia policial había desaparecido a los pocos días del derrumbe. La damnificada rogaba que se repusiera la supervisión para asegurar la integridad de los bienes sepultados bajo los escombros y para evitar que personas incontroladas puedan penetrar en la zona y sufrir algún accidente.

En su respuesta, la alcaldesa manifiesta su convicción sobre "la necesidad e importancia de preservar la zona afectada". Con este objetivo, señala que el lugar del suceso "ha estado vigilado y va a seguir estándolo". Para lograrlo, el Ayuntamiento ha contratado por el procedimiento de "emergencia" a una empresa de seguridad, que presta su labor desde el pasado 24 de junio. De este modo, se asegura el lugar del hundimiento "sin menoscavo del resto de funciones que desempeña la Policía Local", aunque en horario diurno la supervisión de la zona, que permanece vallada y rodeada de una lona, seguirá a su cargo, al menos entre semana.

El portavoz de los vecinos del número 21, Javier Carbó, consideró que es necesario garantizar la integridad de la zona del hundimiento para que "nadie se lleve objetos de los pisos que se derrumbaron y que pueden tener valor, al menos sentimental".

Javier Carbó también recabó la vigilancia para cubrir la responsabilidad de los propietarios, ante la posibilidad de que alguien penetre de forma incontrolada en la montaña de restos y pueda sufrir un accidente. Por otro lado, Carbó defiende desde el primer momento la necesidad de preservar la finca de cualquier incursión que puede "alterar" las pruebas que ayudarán a determinar qué desencadenó el derrumbe de su casa y las de otras 20 familias. Este damnificado alerta, no obstante, de que el vallado que cierra el paso en el acceso trasero del número 21 es más precario que el de la fachada principal y debería reforzarse.

Mientras la empresa Intemac, contratada por el Consorcio de Seguros, prepara su informe con la propuesta de retirada de los escombros, tres fincas siguen desalojadas como medida de precaución a la espera del desescombro que permita evaluar su estado. Los números 17 y 19 están descupados y precintados por la Policía Local y el número 23 está también parcialmente desalojado. Las familias que se quedaron sin sus hogares han sido realojadas en pisos por el Ayuntamiento salvo tres, que siguen en el albergue de Cáritas a la espera de un destino permanente.

Testigos de yeso en el callejón del Gato para el seguimiento de grietas

La presencia de grietas en algunas fincas del callejón del Gato, situado en las inmediaciones del número 21 de la calle San Francisco de Teruel, alertó al Ayuntamiento que, para determinar si las fisuras tienen alguna relación con el derrumbamiento y siguen activas, colocó testigos de yeso el pasado 16 de junio. Una fuente municipal indicó que el seguimiento de los testigos no ha detectado ningún movimiento en la zona.

El hundimiento del número 21 tuvo consecuencias para las fincas cercanas, como la número 23-25, donde el impacto de los escombros contra la medianera provocó un boquete de unos 10 metros cuadrados en un piso.

Pero el edificio que salió peor parado fue el número 19, que sufrió también el choque de fragmentos que se desmoronaron en el bloque hundido. El ático tuvo que ser parcialmente demolido y su medianera se derrumbó. El segundo piso de la finca presenta desperfectos y ha sido apuntalado, aunque el resto del inmueble parece sólido a la espera de una evaluación tras el desescombro. Las nueve familias que lo habitaba permanecen desalojadas y sin fecha de regreso.

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