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La locomotora 31 de Utrillas vuelve a circular tras medio siglo en dique seco

Fabricada en 1918 en Alemania, transportó carbón en MFU hasta quedar aparcada en 1966. Tras ser restaurada, volverá a la actividad en 2022 para recorridos turísticos.

Los voluntarios de la Azaft, durante la puesta en servicio de la locomotora 31 en Utrillas.
Los voluntarios de la Azaft, durante la puesta en servicio de la locomotora 31 en Utrillas.
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La locomotora 31 de Minas y Ferrocarriles de Utrillas (MFU), fabricada por la empresa alemana Henschel en 1918 y fuera de servicio desde 1966, vuelve a circular tras un laborioso proceso de restauración que se ha prolongado durante seis años. La máquina, destinada inicialmente al ferrocarril del Tigris, en Irak, terminó su vida útil trasladando carbón desde las minas al lavadero de Utrillas, desde donde el mineral embarcaba rumbo a Zaragoza.

La maquina pasó décadas expuesta sobre un pedestal en la travesía de la N-420 hasta que, en 2015, bajo la dirección de la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y los Tranvias (Azafit), el Ayuntamiento promovió su recuperación para incorporarla con su función original –tirar de un convoy, aunque ahora de pasajeros– al recorrido ferroviario del Parque Minero.

Tras la reparación y la reposición de las piezas perdidas o irrecuperables –un centenar de ellas han tenido que ser fabricadas artesanalmente ante la imposibilidad de encontrar recambios–, el pasado 8 de octubre la máquina de vapor, alimentada con carbón y madera, volvió a circular por los raíles mineros. Algunos repuestos han sido importados desde el Reino Unido mientras que las copias se elaboraron en talleres de Montalbán y Zaragoza.

El primer recorrido fue solo un "encendido de prueba", como explica Carlos Abadías, presidente de Azaft, pero tras el resultado positivo de la experiencia, antes de acabar 2022 la locomotora estará plenamente operativa en el Parque Minero, donde compartirá la tracción de los convoyes turísticos con la máquina Hulla, también restaurada tras su paso por MFU.

La reparación de la locomotora 31, conocida también como Palomar, se ha prolongado durante siete años y ha sido realizada por un amplío grupo de voluntarios de Azaft que ha dedicado su tiempo libre a restaurar "un gran puzle de 5.000 piezas", según la definición de Abadías. La pieza más costosa de recomponer fue la caldera, que fue remitida a una empresa especializada de Lérida, ARMF, y cuya restauración costó 25.000 euros.

El alcalde, Joaquín Moreno, definió la operación de recomposición de la máquina como "artesanal". En total, estima el coste económico en unos 60.000 euros, aunque resalta que la "principal" aportación ha sido la del medio centenar de voluntarios que han colaborado desinteresadamente.

Una vez reparada y puesta a punto, se sumará al recorrido del tren minero, que el Ayuntamiento quiere prolongar de los actuales cuatro kilómetros a ocho. El alcaldes resalta que todos los fines de semana se realizan ya recorridos turísticos por el mismo trazado que tuvo el tendido minero de MFU, estrenado en 1903.

La locomotora 31, fabricada durante la I Guerra Mundial por Alemania para su entonces aliado el Imperio Otómano, circuló por el actual Irak antes de incorporarse a las colonias españolas del norte de África, de donde pasó a su destino final en MFU.

En los años sesenta del siglo XX fue retirada del servicio y permaneció como un objeto ornamental junto a la travesía de la N-420 de Utrillas oxidándose y deteriorándose hasta que el Ayuntamiento inició su restauración con el apoyo de un taller de empleo y de Azaft.

La colocación en una zona ajardinada, como "macetero", aceleró el deterioro, según explicó el presidente de la Azaft, al incrementar la corrosión por el riego y la intemperie. La reparación ha permitido recuperar un elemento singular del patrimonio minero y darle una utilidad turística. 

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