educación

CRA Eras del Jiloca, el colegio que vive un septiembre continuo durante este curso

La llegada periódica de nuevos alumnos desde el centro de acogida de inmigrantes en Burbáguena ha desbordado la capacidad del centro de Báguena, que pide una solución al problema.

Niños del CRA Eras del Jiloca, jugando en el aula de Báguena.
Niños del CRA Eras del Jiloca, jugando en el aula de Báguena.
L.R.

El CRA Eras del Jiloca comenzó el curso 2021-22 con cinco alumnos matriculados. Es un centro muy activo con dos sedes, El Poyo del Cid (perteneciente administrativamente a Calamocha) y Báguena; esta última agrupa a alumnos de otras localidades, como Luco (también incluida en el municipio calamochino) o Burbáguena. Es muy activo en materia de difusión y diversificación de iniciativas, entre otras cosas, confeccionan un periódico escolar que puede leerse en formato de PDF dentro de su espacio en Blogspot, craerasdeljiloca.blogspot.com. Sin embargo, en estos momentos vive una situación muy complicada. Las hechuras y el planteamiento del colegio de Báguena en el inicio del curso estaban concebidas para cinco alumnos, y en estos momentos hay 19.

Laura Ruiz es madre de un alumno en las aulas del CRA en Báguena, y asistente del centro en extraescolares (imparte clases de inglés) y comedor. “Hemos querido comentar esto públicamente después de no haber tenido suerte a la hora de recibir respuesta de la administración. El colegio de Báguena está equipado para cinco peques, desde profesorado a materiales, y ahora mismo ha cuadruplicado el cupo”.

La excepcionalidad del caso

Burbáguena alberga desde mayo de 2021 un centro de primera acogida para refugiados, que gestiona la oenegé ACCEM. Este centro, con capacidad para 50 personas, organiza la llegada de las familias y traza para ellas un itinerario de formación, colaborando en el aprendizaje del idioma para quienes lo precisen, además de orientar a los nuevos moradores en la cultura local y comenzar a valorar expectativas laborales. La vocación última es tratar de que alguna de esas familias acabe echando raíces en la zona y ayude a paliar el problema de la despoblación, aunque lógicamente haya mucha rotación de usuarios.

“En noviembre pasado -explica Laura Ruiz- ACCEM empezó a acoger a muchas familias con niños, que se fueron integrando en el cole. Nosotros los recibimos con alegría, porque más niños significa más posibilidades de supervivencia para el centro, más amigos para jugar… una noticia maravillosa, con la que papás y mamás asentados en la zona estamos más que contentos. El problema es que en noviembre el equipamiento y el profesorado seguía siendo para cinco niños; aunque en enero de este año llegó una profe de infantil a media jornada, habían llegado igualmente varios niños de infantil que no hablaban castellano y requerían, por tanto, de una atención especial. La siguen requiriendo”.

El colegio ha ido capeando esa carga extra de trabajo como buenamente ha podido, pero los profesores y el personal están actualmente desbordados. “Es un septiembre continuo, los niños vienen y van, se quedan dos o tres meses y se marchan. Es necesario hacer tareas de adaptación continuas, y la educación global del alumnado se resiente. Hay dos niñas de sexto que han notado mucho el problema, y tienen que buscarse la vida por su cuenta porque no hay tiempo para explicarles muchas cosas de sus materias”.

Niños del colegio disfrutando de una película en el aula.
Niños del colegio disfrutando de una película en el aula.
L. R.

Ruiz apunta que “también pedimos ayuda para el comedor, hay muchos niños en un aula enana y no ha habido manera hasta ahora. Estamos desesperados. Queremos que entiendan la tremenda excepcionalidad del cole”. Ahora mismo hay allí alumnado de siete nacionalidades: española, camerunesa, georgiana, kirguís, venezolana, colombiana y peruana. Las edades de los alumnos van de los tres y cinco años a los seis, siete, ocho, nueve y once. “Con los georgianos y kirguises, la solución ingeniosa de los profesores ha sido descargar e imprimir un montón de pictogramas para cada idioma, a fin de avanzar mientras los niños van aprendiendo un castellano rudimentario”.

Reunión inminente

Desde la Consejería de Educación de la DGA no niegan la naturaleza de la situación, pero sí se hacen dos matices. “El servicio provincial ha recibido la solicitud de un nuevo monitor para el comedor, que no se puede satisfacer desde la administración porque al ser menos de 20 niños, la competencia recae en el municipio. Sobre el desbordamiento con la llegada de nuevos alumnos, se ha pautado para la semana próxima una cita del director provincial de educación con el alcalde y un representante de los padres del colegio”.

La disponibilidad de profesores es actualmente baja para la nueva y diversificada carga laboral. “Lo normal es que haya dos profesores aquí, y a veces se cuenta con un refuerzo que va y viene al otro centro del CRA, a 25 kilómetros. En El Poyo hay otros 20 niños, pero la situación es distinta: los peques que llegaron de fuera allá son sobre todo marroquíes asentados, y el problema con el idioma y la estabilidad de la estancia no existe”, apunta la madre y docente.

La situación es aún más delicada por otro factor. “Nos han dicho que posiblemente van a llegar niños ucranianos, no sabemos cuándo ni cuántos, pero si de pronto llegan cinco o seis, que podría ocurrir dado que la situación para ellos también es excepcional y terrible, la urgencia de una solución sería aún mayor. Y como la naturaleza de este colegio va a ser así, con el factor de acogida lógico por la labor de ACCEM, la solución debería ser permanente y adaptable a lo que vaya ocurriendo. Si el modelo no existe, sería cuestión de crearlo. Nos consta que ACCEM ya había advertido de esta situación a la administración. Ojalá se pueda activar una solución para resolver esto, ahora y en septiembre y cada septiembre”.

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