Teruel

Utrillas, la pequeña Ucrania en paz: "Los niños han dormido de un tirón y están felices"

La localidad minera arropó este viernes a 33 refugiados en su primer día de estancia en el municipio y la próxima semana recibirá a otros 11

Una pandilla de jóvenes de Utrillas obsequió a los niños de Ucrania con bolsas de snacks.
Una pandilla de jóvenes de Utrillas obsequió a los niños de Ucrania con bolsas de snacks.
Jorge Escudero

Los vecinos de Utrillas se desvivieron este viernes para que los 33 refugiados ucranianos llegados a la localidad la noche anterior tras 30 horas de autobús se sintieran queridos y a gusto. Tanto fue así que el alcalde, Joaquín Moreno, tuvo que emitir un bando pidiendo a sus ciudadanos que aparcaran por unos días las donaciones y las visitas a los recién llegados, con el fin de que estos pudieran descansar.

Pero fue inútil. Durante toda la mañana, la Residencia de los Investigadores, donde se les ha dado una habitación a cada familia, fue un constante ir y venir de gente queriendo aportar su granito de arena. Un librero trajo decenas de cuadernos y lápices para colorear; una vecina, pijamas para los 10 niños que llegaron en la expedición y que, al venir con lo puesto, no contaron con esta prenda en su primera noche en Utrillas. Una pandilla de adolescentes hizo que los más pequeños perdieran su timidez mostrándoles un cesto lleno de bolsas de patatas fritas y chocolatinas que más tarde repartieron entre todos ellos. "Estamos muy contentos de que hayan llegado. Desde que supimos que venían, hemos seguido las noticias de la guerra en Ucrania muy de cerca y lo han tenido que pasar muy mal", dijo una de las chicas, Marta Castellano.

Los recién llegados se reunieron en el comedor, donde les fue servido un almuerzo.
Los recién llegados se reunieron en el comedor, donde les fue servido un almuerzo.
Jorge Escudero

Valieri, que ha llegado con su mujer, Svetlana, y sus tres hijos –Artemi de 6 años, Álex de tres y Milana de 7 meses– afirmó que Utrillas le ha gustado "mucho", sobre todo porque le ha permitido alejar a su familia de los bombardeos de la zona de Jersón en la que vivían. Mientras usa el traductor de Google para saber cómo es banco en castellano, pues quiere ir a cambiar grivnas –la moneda ucraniana– por euros, dice que quiere encontrar trabajo y, si todo va bien, quedarse.

Valieri, con su hijo Álex, de tres años.
Valieri, con su hijo Álex, de tres años.
Jorge Escudero

Muy agradecida por el acogimiento se mostró también Elvira Gil, la única ucraniana del grupo que habla castellano y a la que, por tanto, le ha tocado hacer de traductora. Explicó que sus hijos, David y Daniel, de 9 y 5 años, habían dormido "toda la noche de un tirón" y abrazados a los juguetes que los vecinos les regalaron nada más bajar del autobús. "Los niños están felices –dijo–, no hay palabras para agradecer a Utrillas el gran corazón que está teniendo con nosotros".

En el vestíbulo de la residencia hubo lágrimas de emoción cuando Xenia, que vive en Logroño, se reencontró con su madre, a la que no veía hacía tres años. "Llevo tres semanas sin dormir. Sueño con las bombas y el búnker en el que mi madre ha tenido que esconderse", contó momentos antes de llevarse a su progenitora a su casa riojana.

El Ayuntamiento de Utrillas, apoyado por voluntarios, se hace cargo de la estancia de los 33 ucranianos en la Residencia de los Investigadores. No obstante, ha solicitado poder ceder temporalmente el edificio a Cruz Roja y que esta entidad humanitaria incluya en sus programas de atención al grupo de recién llegados.

La localidad turolense se ha convertido en una pequeña Ucrania en paz. La próxima semana llegarán otros 11 refugiados a los que van a ir a buscar 5 vecinos de Calamocha que se turnarán para conducir dos furgonetas hasta Cracovia (Polonia). "Nos ponemos en la piel de los ucranianos y vemos que hay que ayudarles por humanidad", reflexiona el alcalde.

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