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El restaurante La Taba de Albarracín viaja con sus menús a donde la covid no lo permite

La pandemia ha hecho que este local de comida tradicional haya cambiado su propuesta. Cada semana se preparan platos de un país del mundo y solo para recoger.

El restaurante La Taba está en la travesía de la Catedral de Albarracín.
El restaurante La Taba está en la travesía de la Catedral de Albarracín.
Heraldo

Tras ocho años haciendo las delicias de los paladares a base de morcilla, migas o costillas de ternasco, el restaurante La Taba, en Albarracín, ha tenido que cambiar su propuesta gastronómica a raíz de la covid.

Ahora, sus servicios se basan en ofrecer cada semana platos de un lugar del mundo diferente y solo se sirve para recoger. El local es de dimensiones reducidas y en el interior solo podrían estar atendiendo a dos mesas. Además, la clientela ha caído de forma sustancial con el cierre de las comunidades autónomas y el volumen de turistas no tiene nada que ver con el habitual.

Ante esta situación, las hermanas Laura y Alicia Hernández, al frente del restaurante desde 2013, decidieron apostar por una oferta diferente, dirigida a los vecinos del pueblo y los alrededores. “Ya que no podemos viajar, nosotras intentamos acercar otras culturas a través de la comida”, explica Laura.

Es la mayor de las dos. Tiene 38 años y es quien animó a su hermana Alicia, de 34, a embarcarse en esta aventura. Las dos estudiaron Bellas Artes pero durante los veranos y fines de semana trabajaban en hostelería para sacarse un dinero extra. “Somos nietas de pastelero y sobrinas de hosteleros, así que siempre hemos estado familiarizadas con el sector y la atención al público”, comenta Laura.

El paso definitivo lo dio en 2009 cuando por la crisis económica no encontraba trabajo de ningún tipo. “Me puse a estudiar cocina y a los pocos años cogimos el restaurante”, recuerda. La Taba se localiza en la travesía de la Catedral, en pleno casco antiguo de Albarracín. El local es propiedad del Ayuntamiento y lo tienen en alquiler. Antes era una tienda y lo acondicionaron de arriba abajo para el nuevo uso. Es muy pequeño aunque tiene buena ventilación, con varias ventanas y balcones. También disponen de terraza pero, con las restricciones de aforo y estando en una calle estrecha, apenas se pueden colocar cuatro mesas y muy distanciadas.

Con este panorama, en verano sí que tuvieron el restaurante abierto en el interior pero no llegaron a instalar la terraza. Después del puente del Pilar, con las nuevas restricciones de movilidad, decidieron cerrar y volver a trabajar solo por encargo.

Sushi, kartoffel alemanas, ensalada tailandesa o ceviche son algunas de las nuevas creaciones de La Taba.
Sushi, kartoffel alemanas, ensalada tailandesa o ceviche son algunas de las nuevas creaciones de La Taba.
Heraldo

Hasta el momento siguen así y no tienen previsión de cambiar al menos hasta que se recupere la movilidad entre Comunidades Autónomas. “La mayoría de los turistas que vienen a esta zona son de Madrid y de Valencia”, explica.

En estos últimos meses sí que se ha notado más movimiento en Albarracín de turistas aragoneses pero muchos de ellos van a pasar el día e incluso llevan su propia comida. “Buscan turismo de naturaleza y no dejan mucho gasto en el pueblo”, dice Laura.

Tirando de ahorros y con una plantilla reducida

Después de más de un año de pandemia, Laura y Alicia han tenido que adaptar su negocio a la situación económica. Su plantilla habitual es de cuatro personas. Dos son ellas, que están como autónomas, y los otros dos empleados están en un ERTE. “Casi no hay volumen de trabajo ni para nosotras dos”, lamenta.

Con muchos menos clientes pero casi los mismos gastos han tenido que tirar de ahorros. Y así las cuentas no salen. Al menos, el local del restaurante es municipal y durante los meses del estado de alarma no tuvieron que pagar el alquiler. Ahora, acaban de renegociar las condiciones y se ha llegado al acuerdo de que no tendrán que hacer frente a este gasto, en principio, hasta el mes de junio, confiando en que la situación se normalice para entonces.

Y es que aunque La Taba siga prestando sus servicios adaptados a la situación, es casi una labor social. “Creemos que nuestras cenas temáticas son una manera de dinamizar el pueblo y una vía de escape para los vecinos”, dice Laura. Pero la ilusión que le ponen no va en correlación con los pedidos porque de los mil habitantes que tiene Albarracín, un mínimo porcentaje es gente joven y de mediana edad con ganas de consumir. “En un fin de semana recibimos unos 20 encargos, con lo que no se llega a hacer ni la caja de un solo día en época normal”, resume.

A pesar de ello, de toda la incertidumbre, de la dificultad a la hora de comprar provisiones, de tener que cocinar hoy mexicano y el próximo sábado tailandés, estas hermanas pasan los días tratando de divertirse con lo que hacen. “Tenemos el corazón partido porque, por un lado, estamos disfrutando de Albarracín más que nunca, sin apenas turistas y sin agobios. Pero, por otro lado, supone nuestra ruina”, reconoce Laura.

Así, han pasado de una vida frenética, con largas jornadas laborales todos los días, a abrir solo los fines de semana en horario de cenas. Han descansado, paseado, aprendido a cocinar nuevos platos… Pero también están perdiendo dinero. “Nada es comparable con esta situación que estamos viviendo. No puedes pensar más allá de mañana y es complicado mantener el equilibrio entre tener un negocio rentable y ofrecer un buen servicio”, explica Laura, para quien lo más duro es el control mental.

Mientras tanto, ya están pensando en el país al que viajarán el próximo fin de semana. Han recorrido Grecia, Reino Unido, Tailandia, México, Alemania y muchos más. Para conocer el siguiente destino habrá que estar atento a las redes sociales de La Taba, donde se anuncian las ofertas semanalmente. Los pedidos se realizan por whatsapp y se recogen en el local el mismo día.

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