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Restaurante Miedes, en Cella: de servir 100 menús diarios a 15 por la pandemia

Entre semana, el 90% de la clientela son trabajadores que, por la modificación de horarios y el teletrabajo, ya no necesitan comer fuera de casa.

Marta, en el centro, con las hermanas Miedes y el resto del equipo del restaurante.
Marta, en el centro, con las hermanas Miedes y el resto del equipo del restaurante.
Heraldo

Ya sufrieron la crisis económica del 2008 y cuando apenas habían tenido tiempo para reponerse, ha llegado la del coronavirus. El origen del hostal-restaurante Miedes se remonta 46 años atrás, cuando los abuelos abrieron el negocio en la localidad turolense de Cella. Trabajo nunca ha faltado, al ser un pueblo en expansión, con empresas grandes, como la maderera Finsa. Su proximidad a la capital de provincia también le favorece y a menudo pasan por allí empleados del aeropuerto de Caudé.

Pero cuando se atraviesa una pandemia de estas características ninguna lógica se puede aplicar. Esta imposibilidad de prever nada ni de hacer cálculos es lo que peor lleva la familia que hay detrás de este negocio. “Nunca sabes cuántos clientes aparecerán ese día por la puerta, pueden ser dos o, en el mejor de los casos, 20”, asegura Marta Gañán.

Tanto ella como su hermana, Maricruz, trabajan en el negocio familiar, a la cabeza del cual todavía están su madre Maricruz y su tía Guadalupe. Ellas son las hermanas Miedes, quienes heredaron el restaurante de sus padres y, tras una escisión en dos del negocio, se quedaron con el establecimiento de la calle de Albarracín, en pleno centro de Cella.

Marta y su hermana Maricruz rondan los 40 años y son la tercera generación de un negocio que nunca se había visto inmerso en una situación como la actual. “Tenemos a un empleado en ERTE total y los demás, sin contar con mi madre y mi tía que son autónomas, estamos al 50%”, lamenta.

Tomar estas medidas no ha sido fácil pero, incluso habiéndolo hecho, las cuentas salen muy justas. “Por suerte no tenemos un alquiler o una hipoteca porque el restaurante está más que pagado, pero hacemos frente a muchos gastos fijos al mes que con 15 menús diarios no se cubren”, asegura Marta.

Y es que, en un año normal, entre semana, se servían unas cien comidas cada día. Una cifra que a raíz de la covid ha descendido a las 15 ó 20, con suerte. Estas cifras tan ajustadas les obligan, al mismo tiempo, a no dejar pasar ni un solo cliente. “Tenemos que estar siempre preparados por si de repente entran siete personas. No le podemos decir que no les damos de comer”, explica.

Esto supone que la inversión, tanto en tiempo como en dinero, sea la misma con cien clientes o con 15. “El problema añadido es que trabajamos con productos perecederos, mucha fruta y verdura, que si no cocinamos se estropea y la tenemos que tirar”, dice Marta, quien reconoce que hacer una buena previsión de compra es muy complicado.

Un hostal con 19 habitaciones

El negocio de las hermanas Miedes es, además de restaurante, hostal. Disponen de 19 habitaciones que prácticamente en su totalidad las ocupan trabajadores. La zona no es demasiado turística, por lo que las restricciones de movilidad de la población no es lo que más les ha afectado. Aun así, han sufrido un descenso en la ocupación y, sobre todo, una irregularidad notable. “Una semana estamos completos y la siguiente solo hay cinco personas alojadas”, explica Marta, como ejemplo sobre su realidad en el hostal.

Tener huéspedes alojados hace que los horarios de apertura del restaurante tengan que ser más amplios. Así, de buena mañana, sobre las 7, las hermanas Maricruz y Guadalupe abren para servir los desayunos a los trabajadores que se tienen que incorporar a sus puestos temprano.

El resto de la mañana transcurre entre cafés y algún almuerzo, hasta que llega su momento de máxima actividad, la comida. Los menús del día para consumir en el local son lo más populares. En su interior, las restricciones de aforo (ahora al 30%) apenas les afectan ya que tienen tres comedores y ni siquiera se completa uno de ellos. “Esto ya sucedía antes de la pandemia, nunca hemos tenido problema de estar completos porque el local es muy grande”, explica Marta.

Comida para llevar en tiempos de coronavirus

Como han hecho tantos otros establecimientos de hostelería, el restaurante Miedes se ha subido al carro de la comida para llevar. Para ello, han tenido que modificar su carta, que hasta ahora solo ofrecía platos caseros, para poder servir otro tipo de productos fáciles de llevar y de consumir en casa.

A raíz de la covid, ahora también se preparan bocadillos, pizzas, kebabs o tapas. Una adaptación a los nuevos tiempos que, por el momento, está teniendo aceptación en el pueblo. “Los vecinos de Cella están bastante receptivos y nos hacen pedidos todos los fines de semana para cenar”, asegura Marta. Este servicio se presta los viernes y sábados, de 20:00 a 22:00 horas, y se preparan unos 20 pedidos.

Y así, entre huéspedes, comidas en el local y encargos para llevar, el negocio de las hermanas Miedes va sobreviviendo a una fatídica etapa que parece no tener fin. Por suerte, todo el equipo vive en Cella y, aunque no todos son familia, los años que llevan trabajando juntos les ha hecho comportarse como tal. Solo así, con la confianza que se tienen y el empeño que ponen por salir adelante con la empresa familiar, sacan fuerzas de donde ya no quedan para seguir aguantando el tirón.

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