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La Fuente Cerrada de Teruel registra su peor entrada en el Sermón de las Tortillas

Debido a las normas anticovid, la afluencia de público ha sido testimonial en un parque donde tradicionalmente faltan fogones y mesas para comer.

El parque de la Fuente Cerrada de Teruel ha registrado este martes su peor entrada en la fiesta local del Sermón de las Tortillas, con la salvedad de 2020 en que los turolenses no pudieron salir de casa por el confinamiento domiciliario impuesto por la covid-19. Las limitaciones impuestas por la pandemia para la celebración de comidas campestres, el principal ingrediente de la festividad, han desanimado a los turolenses de acudir a un espacio verde que, en condiciones de normalidad, registra todos los años llenos hasta la bandera en los numerosos fogones dispuestos para preparar paellas y chuletas a la brasa y en las mesas para comer.

El Ayuntamiento, la Subdelegación del Gobierno y el Gobierno de Aragón han desplegado a las fuerzas de seguridad para hacer controles en los accesos a Fuente Cerrada, un paraje situado a cuatro kilómetros de la capital, y en otros puntos del municipio. Además, se han realizado inspecciones durante la jornada. La Policía Local utilizó un dron para vigilar la afluencia y evitar las aglomeraciones en el parque o en zonas de huertos y chalés.

Uno de los policías presentes en el control de los accesos a Fuente Cerrada ha explicado que, aunque numerosos vehículos y algunos caminantes se ha dirigido al parque, la inmensa mayoría solo lo ha hecho "para pasear y hacer deporte", pero no para pasar el típico día de campo del Sermón

El dispositivo ha tenido por la mañana carácter informativo para recordar al público que, entre otros requisitos, no podía celebrar comidas con más de seis comensales no convivientes, no se podía beber fuera de las comidas ni cantar ni bailar. Unos condicionantes que dejaron la afluencia en mínimos históricos.

Uno de los escasos grupos que han decidido mantener la tradición de la comida campestre ha explicado que, salvo en 2020, no se pierde el pic-nic del Sermón. Pero este martes, cuando han llegado a las 08.30 para reservar un fogón porque, por experiencia, se agotan desde primera hora de la mañana, se han encontrado con que no había "nadie" en todo el parque. Fernando Manrique, que ha cogido sitio para preparar una paella, se preguntaba "¿que pasa aquí?", cuando a medida que avanzaba la mañana seguía rodeado de mesas vacías.

María Jesús Abad ha reconocido que la jornada ha transcurrido "sin nada de ambiente festivo", porque solo unas pocas mesas se han ocupado con reducidos grupos de amigos o familias. Abad, habitual en la Fuente Cerrada cada martes de Pascua, ha aventurado que la pobre entrada ha podido deberse a que "la gente tiene miedo" al contagio de la covid-19. Otro comensal de su mesa ha añadido que también el anunció de una fuerte presencia policial, las limitaciones y el riesgo de denuncias por incumplir las normas anticovid han podido mermar la afluencia.

Jesús Arcusa, que ha acudido por primera vez a la Fuente Cerrada a preparar la comida campestre del Sermón, ha reconocido que le ha venido bien la prevención de los usuarios habituales porque ha podido disponer de un fogón sin tener que competir con otros cocineros. Aunque ha madrugado para reservar un hogar, ha podido comprobar que aunque la mitad de los fogones estaban fuera de servicio por la covid-19 sobraron huecos para preparar la paella sin estrecheces.

Los turolenses también han respetado las normas anticovid en las fincas y chalés y la vigilancia policial no ha detectado ninguna reunión que incumpliera las medidas para la prevención de contagios. El Ayuntamiento hizo un balance «positivo» del comportamiento ciudadano. La Policía Local solo ha formulado dos denuncias, una por incumplir normas sanitarias y otra, detectada en un control vespertino, por conducir bajo los efectos del alcohol.

Más roscas vendidas que en 2020, pero lejos de la normalidad

El postre más típico del Sermón de las Tortillas, la rosca –un bollo rematado por uno o varios huevos duros que se puede cubrir de chocolate–, ha registrado más demanda que en 2020, cuando el confinamiento domiciliario redujo su consumo hasta quedarse en la mitad de una edición normal. Uno de los panaderos especialistas en elaborar este dulce, Javier Garzarán, ha reconocido que las ventas han mejorado respecto al año pasado y pudo despachar 800 unidades, todavía lejos de las 1.200 habituales, pero mucho mejor que en 2020, con medio millar de roscas vendidas gracias a la oferta de distribución a domicilio sin costes añadidos.

Tampoco le han ido mal las cosas al restaurante de la Fuente Cerrada, donde, a pesar de la pobre afluencia de público en el parque, las 30 mesas del establecimiento se han ocupado para comer. El buen tiempo ha animado a los turolenses a salir a almorzar a mesa puesta, aunque la tradición de pasar un día de campo se ha quedado para mejor ocasión.

El cumplimiento de la normativa anticovid ha sido generalizado en la hostelería de la ciudad, donde la actividad se ha reducido drásticamente y la mayoría de establecimientos han cerrado sus puertas. La Policía Local solo ha tenido que intervenir para retirar una mesa que no cumplía la distancia de separación.

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