Entonces, ¿cerramos Teruel?

Lo que ocurre en la provincia de Teruel está adquiriendo tintes dramáticos.

Fachada del Hospital Obispo Polanco de Teruel.
Fachada del Hospital Obispo Polanco de Teruel.
Antonio García / Bykofoto

Lo que está ocurriendo en Teruel adquiere por momentos un tinte dramático que va más allá de la lenta decadencia demográfica en la que, en buena parte a causa del abandono institucional, está instalada la provincia desde hace decenios. Que en el Hospital de una capital de provincia -en uno de los grandes países de Europa y entrado el siglo XXI- resulte imposible mantener las principales especialidades médicas es algo más que una señal de alarma. Debería suponer un verdadero terremoto en las conciencias de quienes dirigen nuestras instituciones. Las españolas y las aragonesas. Tiene mucho que ver, seguramente, con la organización administrativa de la carrera profesional de los médicos, desde la admisión en las facultades a los incentivos para asumir determinados destinos. Pero no parece casualidad que una provincia y una capital como Teruel, dejadas de la mano de inversiones e infraestructuras, estén entre las primeras víctimas. Mientras tanto, el mazazo contra Andorra no se detiene. Pedro Sánchez visitó Zaragoza el sábado con la cantinela de «una transición justa», pero sin traer nada, ni siquiera medio proyecto, para hacer posible ese lema que el presidente y la ministra repiten sin cesar pero que carece de sustancia y contenido. Cerrar la térmica, cerrar servicios en un hospital... Si seguimos así, cerrarán Teruel.