El deshielo empuja a las navatas por el Gállego: "Ha sido un buen viaje con una buena tripulación"

La fiesta del 20 aniversario del descenso ha coincidido con uno de los años de más caudal en el río, y también con la polémica por la pretensión de rescatar el embalse de Biscarrués. 

Los navateros han celebrado su 20 aniversario con un rápido recorrido por el abundante caudal del río.
Los navateros han celebrado su 20 aniversario con un rápido recorrido por el abundante caudal del río.
Javier Navarro

Desde las orillas, desde los puentes o desde cualquier paso elevado con una buena panorámica sobre el río, cientos de personas han seguido el descenso de las navatas por el Gállego, que este 2024 celebra su 20 aniversario. Los 8 kilómetros de recorrido que han realizado los intrépidos navateros, con invitados llegados desde el Aragón-Subordán e incluso del Júcar, han estado plagados de obstáculos, pero se han podido sortear gracias al abundante caudal de esta primavera, con un deshielo que recuerda a los de antes. Lejos queda la escasez del 2023, cuando las embarcaciones necesitaron una suelta extraordinaria desde la presa de la Peña. Esta vez, estos héroes de la festividad de San Jorge no han tenido enfrente al dragón de la sequía.    

Las navatas, que recuerdan el antiguo oficio para llevar los troncos desde el Pirineo a Tortosa, han partido a las 11.00 de la playa de Murillo. Cerca del mediodía han pasado bajo el puente de la A-132, donde esperaban los primeros espectadores. Los más fieles se han desplazado luego a Santa Eulalia de Gállego para verlos desde otro puente, ya cerca de la meta. Los maderos han tocado la orilla pasadas las 13.00, entre aplausos, vítores y muchas fotografías. 

"El viaje ha ido bien porque era una buena tripulación", ha comentado Fran Fraguas, uno de los navateros de la primera embarcación, con 11 años de experiencia. Han navegado bien y deprisa gracias al peso de la madera mojada empujada por la fuerza del río. "En 2023 fuimos apurados porque había poca agua y muchas piedras en el recorrido. Esta vez contábamos con más caudal. En las curvas el agua te empujaba hacia fuera y había que ir con cuidado utilizando las contracorrientes para evitar los caos de piedras". Especial mención han merecido las piedras lloronas, por las que el agua pasa justo por encima y no se ven, con el consiguiente peligro de encallar. 

A lo largo del descenso se han organizado paradas para favorecer los desplazamientos del público de un punto a otro del recorrido. En la playa de Santa Eulalia el run run hablaba de la llegada de una ola por una suelta desde el embalse de la Peña, e incluso se ha alertado al público, impidiendo que bajaran coches hasta la orilla. Finalmente la punta no ha aparecido. 

La primera navata ha tenido un viaje emocionante pero sin problemas. No así la segunda, la más grande, al soltarse una de las ataduras de los maderos. Ha habido que anudarlo durante el recorrido, por el riesgo de que alguien metiera la pierna entre los maderos. 

Sobre ella iba Ramón Luna, quien ha explicado que el incidente se ha producido cuando la fuerte corriente ha empujado la balsa hasta una zona de piedras. "Ha sido apenas un roce, pero se ha soltado un verdugo y se ha quedado suelto un madero. De rodillas he cogido otro verdugo y he hecho un nudo navatero para sujetarlo. Ha sido sobre la marcha, justo en unos rápidos, donde me saltaba el agua por todos lados".     

Siempre hay una navatero novato, y este año le ha tocado a Iñaki Bes. "Es un gozo ver el río desde dentro, y un honor y un privilegio poder hacer el recorrido. Me han ido indicando qué había que hacer en el río", ha comentado este vecino de las Cinco Villas que lleva tres años viviendo en Fontellas, un núcleo de Ayerbe

"El río va muy alto y lo hemos disfrutado mucho", afirmaba Adolfo Fernández, un donostiarra que lleva más de 20 años viviendo en Murillo y trabajando en el río. La diferencia entre bajar en una navata y en un kayak, según él, "es que aquí no tenemos palada de propulsión, hay que ir con la inercia". 

Enrique Climente, de los navateros del valle de Hecho, los ha acompañado sobre los maderos. De más lejos ha llegado el valenciano Leo Bart, que ya ha navegado en Hecho, y se estrenaba hoy en el Gállego. Él pertenece a la asociación del Júcar, donde los maderos van sueltos y se  empujan desde una navata. "Tradicionalmente eran hasta 100.00 troncos y no podemos llevarlos atados. Es como conducir un rebaño de ovejas". Poco que ver el río del Levante con uno del Pirineo, ha asegurado. 

Escoltándoles iban varios kayak, que recuerdan la transformación de los oficios del río: del transporte de la madera al turismo activo de las aguas bravas. También los ha seguido una barca de los bomberos de la Diputación de Zaragoza, para intervenir en caso de accidente. 

La polémica sobre el pantano

El descenso del Gállego, organizado por la Asociación de Navateros de la Galliguera, se ha celebrado en medio de la polémica sobre el embalse de Biscarrués, después de que el presidente aragonés, Jorge Azcón, haya manifestado en diversas ocasiones su interés en volver a poner sobre la mesa la regulación del Gállego. 

El PP ha dejado clara su postura, por boca del presidente provincial, Gerardo Oliván. "El PP, en esta provincia y en toda la Comunidad Autónoma, mantiene una única postura que pasa por analizar el proyecto de Biscarrués o, en cualquier caso, buscar alternativas a la regulación del Gállego”, ha dicho, al tiempo que ha subrayado que Azcón se reafirmó en ello al anunciar que pedirá al Instituto Aragonés del Agua un estudio de los motivos técnicos que paralizaron el embalse para abordar el "proyecto irrenunciable" de la regulación.  

La portavoz de la Coordinadora Biscarrués-Mallos de Riglos, Lola Giménez, le ha recordado al presidente que si el pantano de Biscarrués estuviera construido las navatas no podrían navegar por el río porque esa zona sería pantano.  

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