La vida en uno de los últimos pueblos de Aragón sin electrificar: "Tenemos luz 4 horas al día"

La Diputación ejecutará las obras para completar el tendido a Sercué, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa. Los vecinos llevan 20 años esperando a que se complete el proyecto. 

Imágenes de los habitantes de Sercué.
Ramón Pérez junto al gallinero donde están las placas fotovoltaicas.
Verónica Lacasa.

Ramón Pérez casi había perdido la esperanza de tener tendido eléctrico en su pueblo, pero después de 20 años por fin verá llegar los cables. Este vecino de Sercué de 76 años y su mujer, Corina Vigu, son la única familia que reside todo el año en este núcleo del municipio de Fanlo, junto al Parque Nacional de Ordesa, aunque el caserío lo forman 11 viviendas que se abren a temporadas. El pueblo ostenta el triste privilegio de ser uno de los últimos de Aragón sin electrificar, si no el último. Será por poco tiempo. La Diputación de Huesca acaba de licitar las obras que completarán el proyecto iniciado por el Ayuntamiento para llevar energía eléctrica.

"Fijos estamos dos, pero hay más viviendas arregladas, de gente nativa del pueblo", explica Ramón, que tiene una casa de turismo rural y pasa aquí todo el año. Sus convecinos viven fuera los meses duros del invierno (está a 1.200 metros de altitud) y regresan con la primavera para pasar largas temporadas o vacaciones. 

No es que Ramón viva a oscuras. Él dispone de unas placas fotovoltaicas y el resto de vecinos se suministra con grupos electrógenos alimentados con gasoil. Aún recuerda que en 1940 Sercué sí tenía luz gracias al molino de Aso. «Nos suministrábamos los cuatro pueblos del Quiñón de Buerba. Pero en los 60 emigramos, no por capricho, por subsistencia», aclara rotundo. 

Se fue con 17 años y estuvo fuera casi 40. Volvió en 2004, poco después de que se abriera la pista de acceso, porque quería revivir el pueblo, vacío, y hacer un pequeño hotel. "Me vendieron que pondrían la luz, pero no ha llegado y yo me he hecho viejo. Me dijeron que sería para el 2007, para el 2012, y así. Viendo que la cosa se complicaba, sobre todo por problemas medioambientales con los cables, me puse placas", cuenta, aunque con esta fuente de suministro "se va más justo", sobre todo los días sin sol. Nunca llegó a hacer el hotel pero sí abrió una casa rural.

Estos días de Semana Santa han venido más vecinos. La familia de Mikel Galino pasa las vacaciones en la casa que se arregló su padre, también oriundo del pueblo, cuando se jubiló. "El grupo electrógeno da para unas 4 horas de luz, no puedes tenerlo en marcha todo el día, por el ruido y su limitada capacidad", precisa. 

Cuando anochece lo encienden, cenan y aprovechan para enchufar el móvil o poner la lavadora. Se tienen que poner de acuerdo con otros vecinos para hacer la colada lo por turnos y no sobrecargar. El motor se apaga al ir a dormir. Si se levantan por la noche, tiran de linterna. La nevera y la cocina funcionan con gas y la calefacción es la chimenea. "Como en los años 40", dice Mikel, que abrió en las redes sociales una cuenta con el título ‘Luz a Sercué, ya’. 

El valle se fue ‘encendiendo’’

Su padre emigró a San Sebastián en 1964 y la última familia dejó el pueblo en 1968, pero muchos han vuelto. "No tener la luz complica las cosas. Las placas no son la solución porque estos días estamos sin sol. La única forma de recuperar Sercué es que llegue la luz. ¿Cómo vas a venir a teletrabajar si no puedes conectar el ordenador o el rúter?". Pese a todo, el amor por el pueblo les hace vencer los inconvenientes y regresan siempre que pueden.

Todo el valle de Vió tiene luz, menos ellos. El tendido está a un kilómetro y Ramón Pérez confía en que ahora sí llegue. Al decirle que las obras se han licitado, contesta: "Hasta que no vea las máquinas trabajando no me lo creeré. A ver si ese presupuesto es suficiente y si a alguna empresa le interesa. Cruzo los dedos". 

La institución provincial acaba de sacar a concurso las obras por 309.000 euros, dinero que permitirá completar el tendido de 2.898 metros con dos tramos, uno aéreo de 720 m y otro subterráneo de 2.178, así como ocho torres y un centro de transformación. Durarán cinco meses y ya solo quedará distribuir el cableado por dentro del pueblo. Es el último proyecto del plan de electrificación que durante varias décadas ha desarrollado la Diputación.

La inversión servirá para concluir el trabajo que inició hace dos décadas el Ayuntamiento de Fanlo. Este modesto municipio se encargó del tramo que va soterrado por exigencias ambientales y ahora la Diputación hará el aéreo. No ha sido nada fácil llevar la luz hasta Sercué. 

El proyecto data de 2005, pero el Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga) lo echó atrás. "No se podían poner pilonas por la protección del quebrantahuesos", afirma el alcalde de Fanlo, Horacio Palacio. Hubo que rehacer el plan para soterrarlo y ejecutarlo en distintas fases. Mientras, se dio servicio a los vecinos comprando un grupo electrógeno, que algunos han complementado con aparatos más pequeños en sus casas.

De la tea al grupo electrógeno

"Es el proyecto más urgente del municipio", asegura Palacio, que renunció a otras obras del plan provincial. En este valle el servicio eléctrico es algo relativamente reciente: la luz llegó a Fanlo en 1988, a Nerín en 1990, a Buerba en el 2000 y a Yeba en el 2002. 

"Sé lo que es vivir sin luz. En mi casa nos iluminábamos con teas, luego con un candil de carburo, con campin gas y con grupos electrógenos que no arrancaban. Ahora se nos va la luz 5 minutos y parece que se acaba el mundo", reconoce. Para concluir: "Es bien triste que este pueblo, en las puertas de uno de los parques nacionales más visitados del país, carezca en estos tiempos de algo tan fundamental".  

Los pueblos sin servicio que cierran la lista

Sercué cierra la lista de pueblos sin electrificar. Según Endesa, la mayor parte de los que quedaban sin luz tuvieron servicio en la primera década del siglo XXI, sobre todo en las provincias de Huesca y Teruel. En esta se hizo un plan específico para las masías del Maestrazgo, en Cantavieja y Mirambel. En el Alto Aragón los esfuerzos se centraron en varios núcleos del extenso término municipal de Sabiñánigo: Bara, Rapún, Isún de Bara, San Román de Bara, Bentué de Nocito y Used. Luego se sumaron Fontellas (Ayerbe) y Revilla (Tella-Sin).

Los que quedan pendientes, de acuerdo con los datos de la empresa, están en el Alto Aragón. Son Silves y Seso (Boltaña) y Sercué (Fanlo). El alcalde de Boltaña, José María Giménez, explica que en Seso se está la espera de dar el suministro y en Silves solo falta realizar una inversión de 12.000 euros para acabar de completar el despliegue. "Los cables ya están en el pueblo".

Este municipio de la comarca del Sobrarbe, a la que también pertenece Sercué, instaló placas en otros dos pueblos, Ascaso y Matidero. En el primero han pasado de 3 a 9 vecinos empadronados y en el segundo hay alguna casa habitada de Semana Santa al Pilar. En ambos casos se ha optado por  la energía fotovoltaica en lugar de llevar la luz con cables, ya que esto es más caro e incluso inviable técnicamente si hay que cruzar el río, como pasa en Ascaso.

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