Dos años consecutivos de sequía dejan las reservas de agua de Aragón en mínimos históricos

Los dos mayores embalses, Mequinenza (30%) y Canelles 12%), se encuentran en una situación crítica tras el verano más cálido en dos décadas. 

El embalse de Barasona estaba el domingo por debajo del 20% de su capacidad.
El embalse de Barasona estaba el domingo por debajo del 20% de su capacidad.
Verónica Lacasa

Tras dos años de sequía y continuas olas de calor, Aragón encara el nuevo año hidrológico con incertidumbre por el estado en que han quedado sus embalses, especialmente los de mayor capacidad. La campaña de riego en los grandes sistemas finalizó la semana pasada y de nuevo estuvo marcada por las restricciones de agua para el campo, que, si no llueve en abundancia para llenar los pantanos, amenazan con repetirse en el 2024.

El año hidrológico 2022-2023 finalizó el 30 de septiembre con la tercera reserva más baja en el Ebro (35%) de las dos últimas décadas, solo por detrás de 2012 y 2005. En la primera semana de octubre el descenso se acentuó y ya arrojaba el peor dato (34%) en 10 años. La cifra que más se le acerca es la del 2022 (35%), cuando la falta de agua ya era un problema, pero queda lejos de 2021 (50%) o 2020 (61%), y lo mismo si nos remontamos más atrás, al menos hasta el 2013 (67%). Solo las cuencas internas de Cataluña y las del sur del país están actualmente con menos agua.

La imagen más visible de esta sequía sigue en el embalse de Canelles, el más grande del Pirineo y el segundo del Ebro, que apenas almacena un 12% de sus 679 hectómetros cúbicos de capacidad, algo nunca visto (la media en estas fechas era del 64%). Hace más de un año que es imposible la navegación y los negocios turísticos han cerrado o emigrado. Y no es el único en situación "comprometida", en palabras de la Confederación Hidrográfica. 

También le va a costar recuperarse a la principal pieza de regulación de la cuenca, Mequinenza, capaz de almacenar 1.372 hectómetros cúbicos, que en esta época solía estar al 62% pero ha bajado al 30%. En la lista de los más críticos están también el embalse del Ebro, en la cabecera de la cuenca, y Rialb, en el Segre. 

De momento la producción hidroeléctrica de Mequinenza no peligra (en noviembre se temió que dejara de turbinar por primera vez en su historia), pero sí está parada desde mayo la central de Canelles, por donde solo circula el caudal ecológico.

Otros pantanos importantes de Aragón también encaran el otoño con reservas mínimas, como Yesa (26%), Mediano (16%) o Barasona (19%), aunque es habitual que queden casi vacíos al finalizar la campaña de riego. Según la CHE, su volumen es casi igual al de la media de los últimos cinco años, pero la mayoría de embalses están más bajos.

Y es que el año hidrológico se ha visto de nuevo lastrado por el déficit de precipitaciones. La cuenca del Ebro ha tenido un 12% menos de lluvias respecto al promedio de la última década y en 2022 esta cifra ya fue un 13% más baja. "Otro factor agravante de la sequía es que estos dos veranos han sido los más cálidos de los últimos 20, aumentando la evapotranspiración y también la demanda hídrica de los cultivos", señala la CHE. La tercera razón hay que buscarla en la menor innivación y un deshielo anticipado por las altas temperaturas de la primavera. La fusión de la nieve de las cumbres no llegó a los embalses en mayo y junio, cuando más se necesitaba.

Los ríos también se resintieron, sobre todo por la primavera extremadamente seca, con un déficit de lluvias del 50%. Por la estación de aforos del Ebro en Castejón solo circuló un 41% del caudal medio de 25 años y en Tortosa, un 37%, el más bajo del periodo. Todos los principales afluentes tuvieron aportaciones en su tramo final por debajo. Los de la margen izquierda entre un 40 y un 60% y los de la margen derecha, entre el 50 y el 80%, salvo contadas excepciones, como el Huerva o el Guadalope.

El otoño también ha empezado seco y caluroso. La esperanza está en la entrada desde el domingo de un tren de borrascas que provocará la caída de temperaturas y la llegada de precipitaciones, pero mucho tiene que llover para poner fin a esta pertinaz sequía.

"Es una situación desconocida"

No todos los grandes sistemas de regadío han acabado igual la campaña. Riegos del Alto Aragón dispone de una reserva del 36% (cuatro puntos más que hace un año) y Bardenas, del 35% (21 puntos más). Por contra el Jalón (con el 28%) y sobre todo la parte del Noguera-Ribagorzana del Canal de Aragón y Cataluña (25%) están peor. 

El presidente de esta comunidad, José Luis Pérez, admite que el nuevo año hidrológico se afronta con "preocupación". "No entiendo cómo alguien puede negar el cambio climático tras dos años de sequía. Nunca hemos vivido un año tan drástico, es insólito. Para nosotros, una situación desconocida. Solo cabe confiar en un otoño húmedo y un invierno con mucha nieve", señala.

El presidente de Riegos del Alto Aragón, José Antonio Pradas, se muestra más optimista, porque pese a los dos años seguidos de restricciones, han podido disponer de agua hasta el final. "Es lógico que los embalses estén bajos en esta época. Con la meteorología de un año normal repondremos la reserva".

Por su parte, Fernando Luna, presidente de Asaja Aragón, añade otro factor al déficit hídrico. "No solo debemos considerar cuánto llueve sino cuándo y cómo", dice, en referencia a que los meses más secos, los de primavera, eran vitales para las cosechas. El calor de octubre está ayudando a la maduración de cultivos como el maíz o el alfalfa, libres de las ‘rosadas’ que a veces llegaban en septiembre. No obstante, no oculta la inquietud por la sequía, "porque ya venimos de años malos" en la producción, y además con bajos precios y una coyuntura internacional desfavorable.

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