Preocupa el riesgo de incendios en los espacios protegidos del Pirineo

La directora de Ordesa recuerda que la Cola de Caballo se abastece de un nevero aguas arriba del barranco de Góriz. "Cuando ese nevero desaparezca se nos secará la cascada", ha afirmado.

La cascada de la Cola de Caballo, el pasado lunes, en el Parque de Ordesa.
Imagen de archivo de la cascada de la Cola de Caballo, en el Parque de Ordesa.
Heraldo

La sequía apenas se percibe, al menos de momento, en los espacios protegidos del Pirineo. Aunque la reserva nival es escasa (un 80% por debajo de la media habitual en esta época), todavía queda suficiente en cotas altas para alimentar lugares emblemáticos como la cascada de la Cola de Caballo, en el Parque Nacional de Ordesa.

En 2020 estuvo a punto de secarse. Aquel año, un estudio del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) ya advertía de la amenaza que pesa sobre esta imagen icónica por el cambio climático, ya que la disminución del manto de nieve afecta a la recarga del manantial de Garcés que alimenta el salto. Con la subida de temperaturas, las precipitaciones de nieve se reducirían y la recarga no estaría garantizada, sobre todo en verano, el periodo de mayor frecuentación del Parque Nacional.

Este año de momento no es así. La directora de Ordesa recuerda que la Cola de Caballo se abastece de un nevero aguas arriba del barranco de Góriz. "Cuando ese nevero desaparezca se nos secará la cascada", señala Elena Villagrasa.

"El Parque está verde porque es primavera y agua baja por todos los ríos, pero la sequía se nota por ejemplo en el musgo. Debería estar como una alfombra y cuando lo tocas está seco", explica la directora, a quien le preocupa sobre todo el riesgo de incendios. "Es el problema más grave, gravísimo", advierte. En Torla existe un retén para una actuación de primer intervención.

En la reunión celebrada esta semana por el Patronato del Parque Nacional, en el informe expuesto por el presidente, Modesto Pascau volvió a insistir en la falta de gestión forestal, señalando que la matorralización y el aumento de densidad del arbolado va a más, y esto supone un grave riesgo de incendio, agravado en situaciones de sequía como la actual. Él planteó que el primer paso sería volver al espacio mosaico que había antes, con los campos de labor y los prados dentro, "porque si no, no hay forma de parar los incendios".

El año pasado, en mayo, se produjo un incendio a las puertas de Ordesa, a causa de un rayo, que quemó una superficie de 40 hectáreas. El fuego se situó a un kilómetro del espacio protegido, en Fanlo. Este mismo municipio fue escenario de otro en agosto de 2017 que también amenazó el Parque Nacional.

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