El parque de Ordesa repondrá el puente arrasado por una tormenta y reencauzará el Cinca

Una avalancha de piedras se llevó en septiembre el paso de la pista de La Larri, en el valle de Pineta, utilizado por los ganaderos y los visitantes.

Zona del puente que ha quedado arrasado por la fuerza del agua.
Zona del puente que ha quedado arrasado por la fuerza del agua.
P. N. Ordesa

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ha decidido que repondrá, en el mismo lugar, el puente del Cinca destruido por una avalancha de piedras ocurrida tras una tormenta el pasado verano, un episodio que además cambió el curso del río en esta zona del valle de Pineta. Ambos asuntos fueron tratados en la última reunión del patronato del espacio protegido, celebrado el pasado miércoles.

El puente de la pista de los Llanos de La Larri desapareció el 6 de septiembre por un fenómeno que tiene intrigados a los científicos. Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) están estudiando lo sucedido. Una tormenta que dejó 30 litros de lluvia por metro cuadrado (no muy abundante para lo acostumbrado en la cuenca alta del Cinca) movilizó las rocas de un gran desprendimiento ocurrido tres meses antes y las lanzó por la cuenca del Cinca, imparables, como un río de bloques de piedra, lo que los científicos llaman un ‘Debris flow’ (flujo de depósitos).

Había dudas sobre si volver a colocar el paso en este sitio, donde hace 20 años ya cayó un alud de nieve, pero finalmente se ha optado por reponerlo en el mismo lugar, eso sí, haciéndolo lo más permeable posible a un futuro evento de estas características. El escollo principal es la financiación, ya que se calcula que podría costar entre 300.000 y 400.000 euros que debería sufragar la Comunidad Autónoma.

Según el alcalde de Bielsa, el municipio afectado, el puente es vital para la actividad de los ganaderos que trasladan a sus vacas en verano a las praderas altas de Ordesa. "Sin él no se puede acceder a la zona de pastos", asegura Miguel Noguero. Ganaderos y veterinarios tienen cerrado este paso desde septiembre y no pueden llegar de forma rápida por la pista para atender a los animales y evacuarlos si alguno enferma, lo que ha provocado alguna muerte. También cumple una función desde el punto de vista del uso público, al estar en una de las rutas más populares del parque nacional, la de los Llanos de La Larri.

La alternativa para no construir el puente en el mismo lugar sería, según el alcalde de Bielsa, la construcción de una pista ganadera por el bosque situado detrás del Parador Nacional de Turismo, aunque se considera una opción con mayor impacto. El representante de la CHE en el patronato indicó que el puente es la mejor solución, aunque la autorización se otorgará una vez revisado el proyecto.

Una zona inundable

La avalancha de piedras también cambió el cauce del Cinca. Cuando crece el río, se desborda por el valle de Pineta, erosiona el camino e inunda las fincas privadas situadas frente a la oficina de información de Pineta, obligando a evacuar este punto.

La dirección del parque solicitó a la CHE el reencauzamiento del río por el peligro para la oficina de información. El organismo de cuenca ya ha dado su autorización para que con la mínima intervención se puedan mover 150 metros cúbicos de áridos de la margen derecha a la izquierda, y que las aguas vuelvan a su sitio.

La respuesta está en los árboles

El ingeniero de montes del Museo Nacional de Ciencias Naturales Juan Antonio Ballesteros está estudiando el suceso que destruyó el puente y desvió el cauce del río Cinca en su cabecera para tratar de cuantificar la magnitud y las causas que provocaron el fenómeno. Él investiga sobre los peligros asociados a la hidrología en el contexto del cambio climático a través del análisis de la vegetación.

Si hubo un hecho similar en el pasado quedaría constancia en los anillos de crecimiento de los árboles. Muestreó la vegetación y revisó la topografía con drones y escáner con láser. Preliminarmente, este experto, que analiza otros eventos extremos en el Pirineo central como inundaciones torrenciales y flujos de derrubios, determinó que uno así no se había dado al menos en los últimos 60 años. 

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