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El triunfo de Urdiales no tapa el petardo de Castillejo de Huebra en Huesca

Mala corrida en presentación y juego. Morante de La Puebla corta una oreja y El Cordobés se marcha de vacío.

Derechazo reposado de Diego Urdiales ante el sexto toro de Castillejo de Huebra.
Derechazo reposado de Diego Urdiales ante el sexto toro de Castillejo de Huebra.
Javier Navarro

Toreros de primera, en una plaza de segunda, con animales de tercera. El espectáculo, degradado. El triunfo de Diego Urdiales no oculta el petardo generalizado de la corrida de Castillejo de Huebra. El toro de Huesca no es el que se vio este jueves. En realidad, el toro que se vio este jueves aquí no puede ser el de casi ninguna plaza de España.

El encierro no tuvo presencia ni juego. La báscula engañaba. La estampa, no. Los seis salieron picados de chiqueros. Sin fuerza, sin transmisión, con muy poco dentro a excepción del lote de El Cordobés.

Manuel es simpático. No molesta en los carteles de figuras de ahora y siempre. Pero, con tanto talento parado, duele ver cómo deja marchar toros como el que ayer abrió plaza y le correspondió en primer lugar.

Díaz se fue directo al sol para ofrecer un repertorio completo de destoreo. Inició por alto, aliviando la escasez de fuerza, y después nunca estuvo a la altura de las embestidas pastueñas de un toro de Castillejo de Huebra que sacó buen fondo y fue de menos a más.

Pases despegados; siempre despidiendo las embestidas hacia afuera… El animal merecía otro trato. No el sinfín de tirones que, aún sobre el cobijo de las peñas, quedaron sin el premio de la oreja.

Y tampoco la cobró después, ante el cuarto. El Cordobés alargó -hasta la saciedad- una faena sin argumentos que ni siquiera encontró el reconocimiento de las peñas, cansadas de un sopor de tarde que solo fue agilizada por Morante.

El de La Puebla abrevió ante el quinto, un toro infame que se aculó en tablas sin querer ver la muleta. Nada que hacer. Nada que reprochar. Solo quedaba tirar por la calle del medio y despedirse hasta el año que viene.

Huesca se quedó sin ver a Morante. Porque la del segundo fue una faena a medias. Al toro le venía justo para sostenerse; se desplazaba como una bici con la rueda pinchada; y, en cuanto le bajó la mano, se venció o se paró.

El triunfo de Urdiales

La media altura fue la única solución. Y así, por más arte que se le ponga, por lento que ocurra todo, el toreo tiene la misma emoción que la oreja pueblerina cortada por el diestro cigarrero o las que paseó Diego Urdiales.

El riojano entendió bien a sus dos toros. Ambos tuvieron un similar comportamiento, reservón, de embestidas acortadas y defensivas, y Urdiales supo exprimirlos a base de hacer las cosas bien.

Ante el tercero, midió bien los tiempos y las distancias, con varias tandas de derechazos templados y una estocada fulminante que valió el premio. Después, ante el que cerró plaza, el de Arnedo volvió a exponer temple y colocación para terminar de llevarse la tarde.

Ficha

Plaza de toros de Huesca. Tercer festejo de abono de la Feria de San Lorenzo, con lleno aparente en los tendidos.

Manuel Díaz ‘El Cordobés’, de nazareno y oro: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada (silencio).

Morante de La Puebla, de azul celeste y oro: pinchazo y estocada (oreja); pinchazo, media y dos descabellos (pitos).

Diego Urdiales, de berenjena y oro: estocada (oreja); pinchazo y estocada (oreja).

Seis toros de Castillejo de Huebra: mal presentados, muy escasos de fuerza y de poca entrega en conjunto. Sobresalió el primero de la tarde.

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