El bajo caudal del río Cinca entorpece el descenso de navatas en una fiesta con récord de público

Una de las tres embarcaciones no pudo llegar a Aínsa y las otras dos lo hicieron con 45 minutos de retraso respecto al horario habitual. Cientos de personas animaron a los navateros durante el recorrido de 12 km. 

Hace un mes surcaron el Gállego, dos semanas después fue el turno del Aragón-Subordán y este domingo lo han hecho en el Cinca. Los navatas han vuelto a revivir el oficio de transportar la madera desde el Pirineo hasta Tortosa que nació en el siglo XVI y que se perdió a mediados del XX. Tras dos años de suspensión por la pandemia, el público se ha volcado de nuevo para ver de cerca la 36ª edición del descenso de la Asociación de Nabateros de Sobrarbe con una afluencia de récord y animar a los esforzados tripulantes durante todo el recorrido de 12 kilómetros desde Laspuña hasta Aínsa

Un aliento que han necesitado en muchos momentos de la mañana ya que el bajo caudal del río ha entorpecido el descenso e incluso ha impedido que una de las tres embarcaciones llegara al destino final. Las otras dos lo han hecho en algo más de dos horas, lo que supone unos 45 minutos de retraso respecto al horario habitual, aunque a su llegada al puente de Aínsa han recibido una gran ovación. "Ha sido increíble la cantidad de gente y el apoyo y cariño que hemos recibido todo el fin de semana", ha agradecido Daniel Castillón, de la Asociación de Nabateros del Sobrarbe.

"Ha sido más complicado de lo que preveíamos", ha reconocido Castillón. Y es que al llegar al río por la mañana se han llevado el "sorpresón" de que era el día con menos caudal de toda la semana. Ello ya ha provocado un retraso en la salida de las navatas, "porque solo la primera nos ha costado 40 minutos ponerla en marcha". Durante el recorrido, han tenido que hacer frente a "bastantes enganchadas" con las piedras ya que una ligera neblina ha dificultado la visibilidad para poder adelantarse a los tramos con más piedras. 

Los navateros han tenido que esforzarse al máximo para llegar hasta Aínsa.

Hay que tener en cuenta que dirigir unas embarcaciones de entre 4.000 y 5.000 kilos de peso no es fácil en esas condiciones. En total, han participado 18 navateros, uno de ellos de la Val d'Echo. Y de hecho, una de ellas se ha quedado varada a medio camino, poco antes de la conocida como Curva de Pescadores. "Ha habido un momento en que se ha quedado bloqueada y hemos entendido que lo primero era la seguridad de las personas y que había que correr los riesgos justos", ha resaltado Castillón. Durante todo el recorrido han recibido apoyo de los bomberos de la DPH, Protección Civil y piragüistas a nivel particular.

Pese al accidentado descenso, desde la Asociación de Nabateros del Sobrarbe han hecho un balance final más que positivo ya que han vuelto a conseguir el objetivo principal: "Mantener el recuerdo de nuestros mayores, de los que nos enseñaron y que lo único que nos pidieron siempre fue que aunque pasara el tiempo, que nadie se olvidara de ellos. Y es lo que seguimos haciendo día a día". En este sentido, han destacado la incorporación de jóvenes navateros y de otra mujer "con lo que tenemos la continuidad y el futuro asegurados". Para seguir fomentando esa cantera, este año los miembros de la asociación han hecho charlas a los niños y niñas de los colegios de Bielsa y Laspuña.

Con este se ha cerrado ya la temporada de descensos de navatas en la provincia de Huesca, que arrancó el pasado 24 de abril en el Gállego. Dos embarcaciones, una de dos trampos y otra de tres con 12 hombres y mujeres, recorrieron el tramo de 7 kilómetros del río desde Murillo de Gállego hasta Santa Eulalia. Una tradición que recuperaron en 2004 gracias al apoyo de la asociación del Sobrarbe. 

Los navateros han demostrado su destreza en los tramos con más caudal

El 8 de mayo fue el turno de las navatas de la Val d'Echo con una bajada rápida, de unos 20 minutos, limpia y sin incidentes de las dos navatas de tres trampos (en cada una viajaban siete personas) por los 3 kilómetros del recorrido. En este caso, la tradición se recuperó en 2008 gracias a la asociación. 

Todos ellos siguen muy pendientes de la solicitud que hizo la asociación internacional de navateros para declarar ‘El transporte fluvial de la madera’ como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La resolución de la Unesco se conocerá a finales de este año.

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