Uno de los peores años para los glaciares del Pirineo por culpa del polvo sahariano

El balance anual de la masa de hielo de la Maladeta (Benasque), que lleva 30 años estudiándose, evidencia el importante retroceso. Preocupa sobre todo la aparición de grandes grietas.

Una imagen de las mediciones realizadas en el glaciar de la Maladeta.
Una imagen de las mediciones realizadas en el glaciar de la Maladeta.
Confederación Hidrográfica del Ebro

Las investigaciones realizadas por la Confederación Hidrográfica del Ebro en el glaciar de la Maladeta concluyen que este ha sido uno de los peores años para esta masa de hielo situada en el valle de Benasque. El estudio empezó hace justo 30 años y sería el segundo resultado más desfavorable de la serie histórica. Una de las manifestaciones más preocupantes es la aparición de grandes grietas en el glaciar. 

Los glaciares llevan décadas retrocediendo en un proceso imparable desde el final de la Pequeña Edad de Hielo a mediados del siglo XIX, pero el fenómeno se ha acelerado con el cambio climático. Al margen de las condiciones generales, la pérdida de masa del último año se explica en parte porque el invierno se caracterizó por ser uno de los menos nivosos. "Aunque en primavera hubo nevadas a cotas superiores a 2.500 metros, no compensó el déficit nival en altura", indican los autores del informe realizada por la consultora Spesa Ingeniería para la CHE sobre el balance anual de masa y movimiento del hielo en el glaciar de la Maladeta, correspondiente al año hidrológico 2020-2021 que concluyó el 1 de octubre. 

Este verano, explican, se ha caracterizado por temperaturas igual o superiores a la media y precipitaciones por debajo de la media. Sin embargo, creen que lo que sí ha influido notablemente fue la precipitación ocurrida en febrero con abundante polvo sahariano (de más de 1 cm de espesor), que ha supuesto una disminución importante del albedo (porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella.) y, por tanto, ha reflejado mucha menos luz solar, por lo que la superficie del hielo se ha calentado más y más rápido.

El Pirineo registró en febrero una acumulación de polvo sahariano sin precedentes. Llegaron a depositarse hasta 33 gramos por metro cuadrado en el valle de Benasque, donde se produjeron las denominadas "lluvias de barro", un evento que el Instituto Pirenaico de Ecología calificó de "extraordinario y del que no constan precedentes cercanos”. Entonces ya advertían de que una de las consecuencias podía ser la fusión acelerada de la nieve. El polvo sahariano, relacionado con la llegada de masas de aire cálido en la atmósfera, es polvo mineral que procede del norte de África.

La CHE ha dado a conocer este jueves el contenido del informe de la Maladeta, que muestra una clara tendencia negativa y con algunos indicadores entre los peores de toda la serie, datos que se incorporarán a la base de datos mundial del World Glacier Monitoring System (WGMS). Se observa además la aparición de gran cantidad de grietas en la parte superior del glaciar, algunas de ellas de considerable anchura y profundidad.

Actualmente la superficie es de 18,3 hectáreas (1,6 hectáreas menos que el pasado año), lo que supone una disminución del 64% desde el comienzo de estas mediciones en 1991, cuando alcanzaba las 50. El frente ha retrocedido unos 350 metros en estas tres décadas. La Maladeta es el tercer glaciar más grande del Pirineo aragonés, por detrás del Aneto y Monte Perdido.

En concreto, la pérdida en este ejercicio es de 1.939 milímetros de agua equivalente, el segundo peor dato, muy por encima de la media de 738 mm en todo el periodo. En cuanto a los espesores de hielo, se ha reducido 223 centímetros de media (solo 24 cm el pasado año), llegando a casi 3 metros en el frente del glaciar. El espesor medio perdido desde el año 1992 es de 25 metros y en el frente alcanza los 50 metros.

Anualmente se realizan dos campañas de medición. La primera dedicada a la fase de acumulación invernal, midiendo espesores nivales, que en esta ocasión se realizó el 18 de junio, y la segunda dedicada al estudio de la ablación (fusión, pérdida) y del balance de la masa, que se desarrolló el 1 de octubre.

En el estudio se ha utilizado un método que se basa en los datos obtenidos a partir de una red de balizas instaladas en el hielo a distintas altitudes, así como de medidas topográficas sobre la superficie. Las medidas de acumulación (junio) se apoyan en sondeos en la capa de nieve con extracción continua de testigo y pesaje para calcular las densidades, usándose altímetros o GPS para posicionarlas lo más cerca posible de las balizas que en esa época no suelen ser visibles. Las medidas de ablación (septiembre) se realizan directamente sobre las balizas y con topografía de la superficie glaciar.

Para completar la información de este estudio se ha utilizado el modelo hidrometeorológico Aster que permite estimar el volumen equivalente en agua de la nieve o hielo acumulado y las aportaciones (escorrentía) de agua de precipitación o fusión a partir de variables meteorológicas y características de la cuenca modelizada.

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