Los paleontólogos recuperan 40 huevos de dinosaurio en Loarre pero siguen enterrados muchos más

"El yacimiento es más grande de lo que pensábamos y la excavación va a durar años", asegura uno de sus directores.

Imágenes de los paleontólogos y del nido de dinosaurio con los huevos.
Imágenes de los paleontólogos y del nido de dinosaurio con los huevos.
Heraldo

"El yacimiento de huevos de dinosaurio de Loarre es más grande de lo que pensábamos y la excavación va a durar años". Con estas palabras, el paleontólogo Miguel Moreno-Azanza, codirector de la actuación, resume la importancia del descubrimiento realizado el pasado septiembre en esa sierra, una vez que la primera campaña ha finalizado. Durante un mes, el equipo internacional  integrado por miembros del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza y de la Universidade Nova de Lisboa, ha recuperado más de 40 huevos de dinosaurio de hace 68 millones de años. 

Sin embargo, aún quedan fósiles por extraer en el yacimiento, ya que se cree que puede haber cientos de huevos enterrados, según la hipótesis barajada por los expertos, que ya preparan una segunda campaña de excavación para la primavera de 2021. "Son nidos, debajo de los que hemos recuperado hay varias capas de huevos", indica Moreno-Azanza. Entre las curiosidades está el hallazgo de alguna cáscara de más de 1 centímetro de espesor.  

Los de Loarre son los primeros descubiertos en Aragón, donde hasta ahora solo habían aparecido cáscaras sueltas fosilizadas. Se han buscado intensamente durante años, porque se trata de unos fósiles raros y excepcionales, pero ni en Arén ni en Teruel habían aparecido, y en pocos lugares del mundo se han encontrado nidos como estos. Los dinosaurios desovaban en el suelo y los enterraban, como las tortugas marinas. Corresponden al cretácico superior, el final de la época de los saurios, ya al borde de su extinción.

La zona del yacimiento se ha dejado muy protegida a la espera de trabajar con un tiempo más favorable, ya que los productos químicos utilizados, como pegamentos y resinas, necesarios para la correcta extracción de los fósiles, no funcionan bien por debajo de los diez grados centígrados. Los paleontólogos acabaron su trabajo el 11 de octubre y los últimos días los dedicaron a proteger la superficie de excavación y terminar la extracción de los fósiles que podrían verse deteriorados por las bajas temperaturas, la lluvia y el riesgo de expolio.

Cabe recordar que el yacimiento fue localizado casi por azar a finales de 2019 por el paleontólogo José Manuel Gasca, codirector. Este aficionado a correr por la montaña, durante un entrenamiento, siguió el rastro al ver un afloramiento en la roca y cáscaras de huevos. Estaban junto a un camino de tránsito de excursionistas pero para los profanos pasaban desapercibidas. Una cata a principios de año mostró al menos un huevo y ya se vislumbraron las posibilidades del yacimiento, confirmadas por la exavación.

“Estamos muy satisfechos con los resultados obtenidos, y el afloramiento ha quedado bien protegido, por lo que no tendremos problemas para continuar los trabajos de extracción el próximo año”, ha declarado Gasca. El otro director confirma que la campaña ha sido  fructífera, "pero extremadamente dura". A diferencia de la imagen arquetípica del uso de un pincel para limpiar los restos arqueológicos, aquí se recurría a martillos neumáticos y perforadoras "en posiciones a veces acrobáticas", lo que ha resultado "extenuante", ya que aparecían en bloques, algunos de 300 kilos de peso pero otros de hasta 2 toneladas que no se han podido sacar. El equipo, afirman sus directores, "necesita un descanso.” 

Los restos se guardan en un almacén de Loarre protegidos en momias de yeso. Mientras, los responsables buscan financiación para montar un laboratorio paleontológico en el municipio. “No es una inversión muy grande, ya que la preparación mecánica requerida por estos especímenes es rápida y simple, y un laboratorio completo puede ser equipado con unos pocos miles de euros, a lo que hay que sumar un técnico cualificado”, ha declarado el catedrático José Ignacio Canudo, director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, entidad designada por la Dirección General de Patrimonio Cultural como depositaria de todos los materiales extraídos en el yacimiento de Loarre.

Ahora toca la fase de estudio antes de volver en primavera. Quedan algunos fondos para la siguiente campaña y además el Ayuntamiento de Loarre, destacan los paleontólogos, facilita ayuda logística y el alojamiento, que supone la mayor parte del coste.

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