El yacimiento de Loarre puede sacar a la luz cientos de huevos de dinosaurio

Los investigadores trabajan con esa hipótesis por la abundancia de nidos encontrada en una extensa zona. Patrimonio ha ordenado enviarlos al Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza para su estudio.

Imágenes de los paleontólogos y del nido de dinosaurio con los huevos.
Uno de los huevos localizados en el yacimiento de Loarre.
Grupo Aragosaurus (Universidad de Zaragoza)

Loarre será conocido a partir de ahora por algo más que por su imponente castillo medieval. El grupo de paleontólogos de las universidades Nova de Lisboa y Zaragoza que están excavando estos días el que se considera uno de los mayores yacimientos de huevos de dinosaurios del mundo, creen que la veintena localizada hasta ahora es solo una pequeña parte y podría haber cientos de huevos. Estos apenas tienen 20 cm, unas dimensiones que contrastan con los saurópodos titanosaurios a los que se atribuyen, hervíboros cuadrúpedos de largas colas y cuellos de hasta 20 metros de longitud.

El yacimiento fue localizado casi por azar a finales de 2019 por José Manuel Gasca, codirector junto a Miguel Moreno. Este último es un paleontólogo oscense, especializado en la reproducción de los dinosarios que trabaja en la Universidad Nova Lisboa. Un día después de hacerse público el hallazgo, habla de la relevancia del mismo. Constata que los de Loarre son los primeros descubiertos en Aragón, donde hasta ahora solo habían salido a la luz cáscaras sueltas fosilizadas. "De momento han aparecido unos 20, pero formando nidos de hasta 2 metros de longitud. Nuestra hipótesis de trabajo es que hay cientos". En su opinión se trata de un laboratorio que permitirá conocer aspectos de su biología reproductiva, como el método de construcción de los nidos.

Se abre asimismo un gran espacio de exploración para constatar la presencia de dinosaurios en todo el Prepirineo de Huesca. Hasta ahora se conocía el yacimiento de Arén, situado al otro lado de las sierras exteriores.

Puede ser también un revulsivo turístico. El Ayuntamiento de Loarre se está volcando y su alcalde, Roberto Orós, se muestra entusiasmado. La intención es que acabe siendo un museo, aunque de momento Patrimonio ha ordenado enviarlos al Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. "Los vamos a extraer este mes y luego viene la preparación y estudio, un proceso largo, uno o dos años, para el cual necesitamos financiación", explica Moreno. 

El yacimiento se financia en parte con dinero del Gobierno de Portugal, de un proyecto de investigación de Miguel Moreno sobre reproducción que le concedió el Ministerio de Ciencia de ese país. Trabaja con un contrato postdoctoral de la Universidad Nova de Lisbona en el estudio de los huevos, de la formación de la cáscara y el crecimiento de los embriones. La Universidad de Zaragoza, a través del Grupo Aragosaurus, también aporta recursos y parte del equipo de excavación.

"Me mudé a Portugal porque aquí no había financiación y allí sí, y también por la espectacularidad de sus yacimientos", asegura. En el vecino país están los mejores emplazamientos de Europa y quizá del mundo.

Por la excavación de Loarre, de gran extensión, pasarán 20 especialistas este mes. Trabajan en tandas de 10 por el protocolo covid y porque además hacen un esfuerzo intenso. "Resulta bastante duro. No es brocha, es todo martillo neumático y sierra radial", dice. La próxima semana los visitarán colegas del yacimiento cretácico de Coll de Nargó (Lérida), un referente mundial.

Ni en Arén ni en Teruel 

El director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, José Ignacio Canudo, insiste en que durante años se han buscado intensamente, porque son "unos fósiles raros y excepcionales", pero sin éxito. No han aparecido ni en Arén ni en Teruel. "En muy pocos lugares del mundo se han encontrado nidos. En este caso hay nidadas, se ha empezado a delimitar una, al menos hay tres más y seguramente aparecerán otras". Estos dinosaurios desovaban en el suelo y los enterraban, como las tortugas marinas. Corresponden al cretácico superior, el final de la epoca de los saurios, ya al borde de su extinción.

Sobre el azar que acompañó al descubrimiento, Canudo matiza que "a la suerte hay que ayudarla", en referencia a que el paleontólogo que los encontró, aficionado a correr por la montaña, siguió el rastro al ver un afloramiento en la roca y cáscaras de huevos. Estaban junto a un camino de tránsito de excursionistas pero para los profanos pasaban desapercibidas. Una cata a principios de año mostró al menos un huevo y ya se vislumbraron las posibilidades del yacimiento. "Será recordado entre las pequeñas historias de la paleontología, porque es la primera vez que entrenando un trail se encuentra un huevo de dinosaurio", bromea.

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