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El santuario de Torreciudad ofrece a sus miles de visitantes y peregrinos una nueva experiencia sensorial y de realidad virtual

Los nuevos espacios museográficos, en los que se han invertido 1,8 millones de euros, han sido inaugurados este sábado por el vicepresidente Arturo Aliaga.

Construido en 1975, bajo la inspiración de San José María Escrivá de Balaguer y la dirección arquitectónica de Heliodoro Dols, y con una advocación a la virgen María milenaria, Torreciudad es un santuario del siglo XXI. Así ha quedado patente este sábado con la inauguración de sus nuevos espacios museográficos, una ambiciosa propuesta que quiere ser la puerta principal a los miles de peregrinos y visitantes (más de 210.000 en 2019) para conocer en profundidad la esencia religiosa que encierra el segundo templo con más visitantes de Aragón, tras la Basílica del Pilar en Zaragoza.

El nuevo espacio museográfico, inaugurado por el vicepresidente del Gobierno de Aragón, Arturo Aliaga, junto a autoridades civiles y religiosas del entorno del santuario, se articula en tres espacios: un acercamiento al culto milenario a la virgen María que encierra este lugar, una remodelación de la exposición de vírgenes donadas de todos los rincones del Mundo, pero sobre todo el espacio sensorial ‘Vive la experiencia de la fe’, que ha impactado tanto a las autoridades como a los fieles que han asistido a su presentación. 

No ha sido para menos, y es que la utilización de las tecnologías de última generación sirven para en diferentes cuadros escénicos preguntarse por cuestiones existenciales como el sentido de la vida, la felicidad, el amor, la familia… De la mano del apóstol San Juan y con la siempre presente virgen María el visitante se adentra mediante una realidad inmersiva a través de varios audiovisuales en la vida cotidiana de varias personas, pero también es testigo de la crucifixión de Jesús o puede ser partícipe de la Última Cena cuando llega se sienta al final de cada jornada a la mesa para cenar. Tecnología al servicio de la fe, que interroga sobre cuestiones vitales e invita a la reflexión.

“Un salto cualitativo en lo que sería lograr traer el pasado al hoy, porque todo lo que se narra es lo que te acontece en la vida”, en palabras del obispo de Barbastro–Monzón, que ha presidido antes de la visita una eucaristía. Monseñor Pérez ahondó en la idea de seguir profundizando en el turismo como vertebrador de su territorio y recordó su idea de convertir a este territorio en una 'Diócesis Itiner–Arte' en torno a su patrimonio románico en el que incluyó propuestas como la de Torreciudad, que consideró como renovador: “Hasta ahora el turismo era simplemente una especie de almacén que ponías un montón de cosas, hoy necesitas un turismo que te haga preguntas y te haga entrar en el dinamismo y eso te ayudará a entrar en la gente. Nuestro patrimonio es un activo que tenemos que explotar”.

Por su parte un emocionado Arturo Aliaga, que pidió a la virgen por la pronto salida “de este pozo”, abogó por seguir apostando por el turismo religioso, como la Ruta Mariana (formada por Torreciudad, El Pilar, Monserrat, Lourdes y Meritxell en Andorra). “Torreciudad está situada en un punto estratégico en el que tres comarcas, Sobrabre, Ribagorza y Somontano, especializadas en el turismo y la agroalimentación se benefician de Torreciudad. El esfuerzo que hacen para dar más contenido al santuario atrae a más visitas, genera más pernoctaciones y de ello se benefician estas comarcas. En nuestros planes de promoción está el turismo mariano porque es un elemento cultural e histórico y de dinamización territorial”.

Para el rector de Torreciudad, Pedro Díez-Antoñanzas, esta nueva apuesta en la que se han invertido 1,8 millones de euros (procedentes de donaciones), el Patronato está trabajando en los últimos tiempos en “ayudar al visitante a entender más el santuario y vivir con más intensidad un lugar de la Virgen. Cada espacio nos acerca a esta realidad espiritual a través de una experiencia sensorial y directa”.

El santuario de Torreciudad acogerá el próximo fin de semana una Jornada Mariana muy distinta a la de los últimos años. Frente a los 8.000 peregrinos que solían acudir, para esta edición se ha restringido el acceso a 400 personas que rezarán por el final de la pandemia y crearán un manto de velas en el altar mayor.

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