Huesca 

El temor a los contagios llega a Zaidín antes que las nuevas restricciones

Tras el anuncio de que la zona retrocedía a la Fase 2 por el nuevo brote de covid, la inmensa mayoría de vecinos usaba mascarilla y guardaba la distancia de seguridad, tanto los nacionales como los extranjeros. 

Vecinos de Zaidín portando la mascarilla para evitar contagios de covid.
Vecinos de Zaidín portando la mascarilla para evitar contagios de covid.
Fraga Digital TV

Los vecinos de Zaidín casi ni han tenido tiempo de estrenar la denominada ‘nueva normalidad’. En 48 horas, la población ha vuelto a la fase 2. La biblioteca ha tenido que cerrar sus puertas otra vez, los parques infantiles han vuelto a precintarse y las barras de los establecimientos hosteleros ya no admiten clientes.

Para muchos, se trata de medidas «razonables» y «sensatas», después de conocer que la cifra de trabajadores contagiados de la empresa más grande del municipio, Frutas La Espesa, va en ascenso. «Era de esperar», dice Juan Biarnés, vecino de Zaidín, molesto con la relajación vivida durante las últimas semanas. "Hubiéramos necesitado de un mayor control. De hecho, eran muchos los que paseaban sin mascarillas y sin guardar la distancia de seguridad", reivindica. 

Al igual que otros vecinos, este jubilado piensa que el rebrote está asociado a la movilidad de la población y las reuniones en viviendas, establecimientos o peñas. «No estaba en la empresa. Ha llegado de fuera», insiste, donde "casi nadie respetaba ya nada", apostilla. Ayer ya no era así o, al menos, lo era en menor medida. La inmensa mayoría de vecinos usaba mascarilla y guardaba la distancia de seguridad, tanto los nacionales como los extranjeros.

Unos 1.500 temporeros

Zaidín, que suma 1.700 habitantes, cuenta con una población envejecida, que se transforma durante el desarrollo de la campaña de fruta. De mayo a septiembre, casi dobla su población habitual, con la llegada de unos 1.500 temporeros. En el conjunto del Bajo Cinca, la cifra oscila entre los 8.000 y los 10.000. Omar Balde, natural de Senegal, forma parte de este colectivo. Al joven, le molesta la asociación directa entre temporeros y covid, ya que defiende que se respetan todas las medidas en las fincas y en los alojamientos. "Siempre usaamos mascarilla y gel y además, respetamos las medidas de seguridad", explica. 

El joven, que lleva tiempo trabajando en diferentes zonas de España, comparte una vivienda propiedad del productor de la explotación en la que recoge fruta. "Ahora, estamos cuatro, aunque caben ocho, pero la nueva situación impide que entren más compañeros", señala, sabedor de los nuevos brotes sufridos y de sus consecuencias.

El miedo ha llegado a la localidad antes incluso que las restricciones de la vuelta a la fase 2, según explican los hosteleros, que han sido los primeros en notarlo. "Desde que se conocieron los contagios, hemos perdido clientela, ya que muchos vuelven a tener miedo de salir al bar y relacionarse", explica el propietario de uno de ellos, Daniel Clavé. Antes de la crisis del coronavirus, el establecimiento daba una media de entre 30 y 40 menús. Este lunes solo tenían una mesa. "Muchas empresas comenzaron con la jornada continua durante el estado el estado de alarma y ahora, siguen, lo que nos resta actividad", apunta el joven, uno de los muchos hosteleros perjudicados con la crisis del covid. A pesar de la complicada situación, Clavé confía en que "el rebrote sea controlado y en su momento, volvamos a recuperar cierta normalidad". "Lo necesitamos", apostilla.

A Javier Ordóñez, vecino también de Zaidín, el retroceso a la fase 2 y en especial, el miedo le han obligado a cambiar de planes. Después de casi tres meses, el hombre tenía previsto desplazarse el próximo fin de semana a Tarragona y volver a ver a su hija. No obstante, asegura que seguirá las recomendaciones y evitará desplazarse, con el fin de proteger a los suyos. Al igual que otros vecinos, Ordóñez achaca el rebrote a la relajación de la población, especialmente en terrazas y calles. "Tendría que haber habido un mayor control", señala.

Hasta ahora, Zaidín era una localidad prácticamente libre de contagios, pero ahora "vemos el problema más de cerca", señala otra de sus vecinas, Sonia Javierre. "Hay preocupación, ya que la situación es grave y debemos proteger a la gente más mayor", indica, situada detrás de la pantalla instalada en su comercio, donde, según explica, se siguen aplicando todas las recomendaciones, como el uso de gel, la limitación de aforo o la desinfección diaria. "Aquí no hemos dejado de aplicar ninguna medida y ahora, menos todavía", admite.

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