Los osos dejan la hibernación en pleno confinamiento humano

Un fotógrafo francés capta una sorprendente imagen de Goiat a 2.800 metros de altitud cerca del Pirineo aragonés.

Huellas de Rodri captadas por el Fondo de Intervención Ecopastoral de Francia.
Huellas de Rodri captadas por el Fondo de Intervención Ecopastoral de Francia.
Fiep

La imagen captada por el fotógrafo francés Nathan Birrien el pasado 4 de abril con la silueta de un oso descendiendo por una cresta nevada a 2.800 metros de altitud es una prueba del final de letargo invernal de la especie. Se tomó en el pico Azet, en Francia, al otro lado de los valles de Chistau y Estós (Benasque), y por los datos de geolocalización se trataba del temido Goiat, protagonista de numerosos ataques en Aragón el pasado verano. Sin esta fotografía, los encargados del seguimiento de este ejemplar habrían pensado en un fallo del gps, ya que resulta extraño, dicen los expertos, verlos a esa altitud, donde no hay comida y la posible carroña está sepultada por la nieve. "Los osos no suben a las crestas, usan los collados", comentan. Piensan que podía estar explorando nuevos territorios.  

Como el resto de animales salvajes, no perciben estos días el olor de los humanos. El final de su hibernación hace unas semanas coincidió con el inicio del confinamiento. Hace días que hay signos de sus movimientos. La Oficina Nacional de la Caza y la Fauna Salvaje (Oncfs) francesa ha detectado huellas en la nieve de Rodri, uno de los cuatro ejemplares asentados en el Pirineo occidental. Todos se han movido de la osera, excepto Claverina, la hembra liberada en Francia en 2018, lo que podría indicar que ha tenido cachorros y retrasa su salida. No ocurre lo mismo con Sorita, que el año pasado sí parió pero perdió a sus dos crías víctimas de la depredación de un macho.

Claverina y Neré han pasado el invierno en el lado español, mientras Rodri y Sorita lo han hecho en la vertiente norte del macizo. Ahora que salen de la osera, ¿cómo les afectará el confinamiento humano? Apenas nada, sostiene el presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, contando además con que el ganado todavía no ha subido a los pastos de altura. Él sí se muestra "preocupado" porque la tranquilidad de los pueblos les invite a buscar comida cerca. "Tememos que alguno se acerque a la basura", algo que se quiere evitar para que no se convierta en un hábito para ellos, dice este especialista en la población de la Cordillera Cantábrica, mucho más numerosa.

Sin embargo, recuerda que también en el Pirineo pasan junto a núcleos habitados. "Son oportunistas y si se tienen que acercar a las casas, lo hacen. El problema es que se habitúen si no se sienten amenazados". En 2019, Neré dejó sus huellas a 1 km de Hecho y atacó a un rebaño a 2 km de Aragüés del Puerto. "El ganado no está en los puertos, pero sí en pastos próximos a pueblos con menos vigilancia", afirma Palomero, que aconseja tenerlo controlado "para evitar incidentes".

Investigan la muerte de Cachou 

En el valle de Arán, el final de la hibernación, ha coincidido con el descubrimiento del cadáver de Cachou, un macho que ha mostrado un comportamiento muy depredador y al que se atribuyen numerosos ataques, incluso al ganado equino.  

La señal recibida el 9 de abril del collar GPS permitió comprobar que hacía días que estaba anormalmente estático en una zona. Se desplazó una patrulla de los Agentes de Medio Ambiente del Consejo General de Arán y encontraron el cadáver del animal en un lugar muy abrupto y de difícil acceso. Con la colaboración de los Agentes Rurales de la Generalitat de Catalunya extrajeron el cuerpo para ser transportado a la Universitad Autónoma de Barcelona, donde el Servicio de Ecopatología de Fauna Salvaje realizará la necropsia. De momento, se desconoce cuál puede ser la causa de la muerte.

El oso Cachou, un macho de 6 años de edad, fue capturado hace aproximadamente un año. Gracias al collar emisor que se le instaló, se pudo comprobar que fue el causante de varios ataques realizados en otoño sobre ganado equino. A raíz de esto, se aplicaron varias medidas de acondicionamiento aversivo, de forma que el oso no había vuelto a atacar a ganado desde principios de octubre del año pasado, según el comunicado emitido por el Consejo General del Valle de Arán.

La organización ecologista Ipcena ha exigido al Consejo General del Valle de Arán y a la Generalitat de Cataluña una investigación para aclarar las causas. 

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