Huesca

La belleza, el auténtico punto fuerte de un pueblo como Ansó

En medio de las casi-náuseas, digo náuseas, vividas estos días en la prensa (y no hace falta que explique nada más), de pronto, en el Día de Todos los Santos, el ejemplar de HERALDO publica la lista de los pueblos de Aragón incluidos entre los ‘más bonitos de España’. ¡Olé, olé y olé!, allí, en segundo lugar por orden alfabético, Ansó, valle pirenaico que viviera en tiempos de mis abuelos, y de sus padres y hacia atrás, de ganados, contrabando, madera y grandes esfuerzos, como el de aquellas ansotanas inmortalizadas por Sorolla que, con sus pesados y a la vez hermosos trajes, fueran por media España vendiendo su té (en realidad, unas mezclas de hierbas con efectos sobre el bienestar). Pero eso fueron tiempos del pasado, ¡hoy hay que vivir del hoy! Y hoy los grandes rebaños de antaño se han reducido drásticamente, hasta el punto de que los ‘puertos’ (pastos de alta montaña) se embastecen por falta de dientes que aprovechen sus hierbas. La madera cerró hace mucho tiempo el aserradero de siempre y hasta el mismísimo contrabando perdió su sentido. Hoy, es la belleza impagable del lugar su gran punto fuerte; así que un servidor reconozco ese valor y reconvierto, poquico a poco, lo que fuera un huerto de mi familia, o Huerto de Genaro, en una pequeña rosaleda en balconada del pueblo sobre el magnífico bosque de ribera del Veral. Es una actuación mínima, ínfima, acorde con las posibilidades de un jubilado, pero hay valores que no se miden en cantidad, ¿verdad que no? Seremos listos como sociedad si identificamos nuestros auténticos puntos fuertes.

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