Huesca

Jorge Isla: el fotógrafo aragonés de lo invisible

Con tan solo 24 años el oscense se prepara para presentar ‘LUV-A’ en una exposición individual enmarcada en Photoespaña 2017.

El fotógrafo Jorge Isla
Marina Palacios

Ya cuando estudiaba comunicación audiovisual, Jorge Isla tenía muy claro que le gustaba la fotografía. Sin embargo, su particular gusto por la percepción, la experimentación con efectos visuales y los límites de capacidad cognitiva del ser humano en torno a la vista humana surgirían de la mano de varias experiencias personales que llegarían casi por casualidad.

“La luz es mi máxima. En un principio no me planteo hacer fotos a la luz, pero al mismo tiempo caigo en una especie de meta-fotografía mientras trato de captar ideas y conceptos, no objetos. Cuando hago fotos, no pienso en el objeto en sí, sino en detalles como el parpadeo, la contaminación de los colores o la respuesta de la cámara”, afirma Isla.

Así, este fotógrafo oscense de tan solo 24 años comenzaría su investigación artística y casi una persecución de lo que no se puede ver a simple vista, de estos fragmentos de la realizad imperceptibles para el ojo humano. En sus trabajos, Isla no propone disfrutar de una obra de arte al uso, sino que los visitantes vivan de primera mano una experiencia sensorial.

Una carrera que le ha llevado a lograr, por el momento, un hito en su carrera profesional con la inauguración de una exposición individual en el marco del prestigioso festival de Photoespaña 2017 el próximo 6 de junio en Madrid. “Todo el mundo quiere formar parte de esta muestra, es un honor que la Galería Kir Royal haya apostado por mí para formar parte de la Sección OFF con una individual y una propuesta tan arriesgada como esta”, asevera.

El proyecto que defiende este aragonés, que podrá visitarse en la galería madrileña hasta el 21 de julio, lleva por nombre ‘LUV-A’, un trabajo que “versa sobre la luz ultravioleta de baja longitud de onda, un tipo de luz imperceptible para el ser humano debido a su escasa intensidad pero perceptible para una cámara fotográfica configurada con los parámetros adecuados”, explica.

Según afirma el fotógrafo y director de La Fotoescuela, Jorge Alamar, quien firma un texto que forma parte de la exposición: “LUV-A es un proyecto que fotografía lo imperceptible, aquello que existe pero no somos capaces de ver, en el que la cámara se torna espía de otras realidades”.

En palabras de su propio creador, es una reinterpretación de un conjunto de cuerpos rocosos en la que los asistentes podrán comprobar cómo cambian de color de una manera inmaterial para la vista humana. Sin embargo, la conclusión que subyace al proyecto todavía va un poco más allá: “Esto nos hace concluir que la realidad, tal y como el ser humano la conoce, es solo una ínfima parte del mundo que nos rodea”.

Como explica Isla, lejos de lo que pueda parecer la instalación, LUV-A es mucho más que arte, ya que surge de una motivación científica del mundo de la geología. “La otra parte fundamental de la muestra son una serie de minerales, muy pocos”, adelanta. Y es que el minimalismo es otro de los ingredientes de su propuesta, que acompaña de la mano del concepto científico de ‘masa crítica’, es decir, aquella cantidad mínima de materia necesaria para generar una reacción. “En este caso, es la cantidad mínima de fotos que necesito para detonar una reacción en el espectador”.

Sin embargo, toda esta línea de proyecto viene de antes, con el nacimiento de ‘Sputtering’ donde el autor ya comenzó a experimentar con dos conceptos: la luz y el color. “Todo nace de mi gusto por la foto nocturna. Cuando clavo mi cámara en el trípode veo que hay unas luces concretas que no veo con mis ojos, pero a través de la cámara puedo observar cómo parpadean”, explica.

Precisamente ‘Sputtering’ propone una mezcla de luces fluorescentes de cuatro colores que producen la aparición de otros colores que no pueden verse sin la ayuda de la tecnología fotográfica. Y es que, como reivindica el autor, “se trata de una obra muy tecnológica, audiovisual y contemporánea”.

Un viaje fugaz

Hasta la fecha, y a pesar de su corta edad, su obra ha sido expuesta de forma individual en CentroCentro Cibeles, dentro del proyecto Lanzadera (Madrid, 2016) comisariado por Iñaki Domingo, en la Fachada Media de Etopía (Zaragoza, 2016), en la XV Bienal de Fotografía de Córdoba; y como parte de muestra colectivas en el Museo Centro del Carmen de Valencia, Galería Kir Royal (Madrid), Galería A del Arte (Zaragoza), MuVIM (Valencia), etc.

Por supuesto, no descarta regresar a tierras aragonesas en lo que queda de año. “Para mí sería un honor exponer en casa, y espero hacerlo próximamente, aunque es cierto que actualmente todo se mueve entre Madrid, Barcelona y Valencia, y para un artista es necesario estar ahí”, concluye el joven.