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Compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos en verano: "Lo tengo apuntado a todo"

Para muchas familias aragonesas resulta imprescindible recurrir a campamentos y escuelas de verano para no desatender a sus hijos.

Los más jóvenes se divierten durante una actividad de la Cruz Roja de Zaragoza.
Los más jóvenes se divierten durante una actividad de la Cruz Roja de Zaragoza.
H.A.

Para los más pequeños, la llegada del verano supone dejar a un lado las interminables clases para iniciar tres meses de diversión, tardes infinitas y ausencia de obligaciones. La imposibilidad para compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos o la ausencia de familiares cercanos que puedan ocuparse de los menores obliga a muchas familias a recurrir a campus o colonias de verano.

Existen múltiples alternativas dependiendo de la economía familiar, desde campamentos de varias semanas de duración hasta escuelas de verano de pequeños municipios con horario de mañanas, que liberan durante unas pocas horas a las familias. A Elena Pellicena no le queda otra que hacer uso de este tipo de actividades con su hijo Martín, de solo siete años. “Lo tengo apuntado a todo. Cuatro semanas al campamento del Colegio y otras tres a la escuela de verano de Biescas”, asegura. La incapacidad para conciliar horarios le obliga cada año a tirar de tarjeta de crédito para “sobrevivir al verano”.

“Mi marido tiene jornada irregular, algunas tardes las tiene libres y otras no, y yo, que tengo una jornada de siete horas diarias, he tenido que quitarme la hora de la comida para poder llevar y recoger a Martín del colegio”, detalla. Elena considera este tipo de iniciativas “indispensables” ya que, en ocasiones, son la única alternativa para muchas familias. “A raíz de estar en la AMPA del CPI Rosales del Canal, he tenido la oportunidad de hablar con muchísimas madres que no tienen más remedio que ir colocándolos de campamento en campamento para poder pasar el verano”, destaca.

Su hijo Martín lleva “desde los 3 años repitiendo dinámica cada verano”, y Elena destaca que es una “oportunidad genial para que interactúe con más niños de fuera del colegio y que realice un montón de actividades divertidas”. “Mi hijo es del 8 de enero, de los más pequeños de la clase y le viene muy bien para relacionarse con chicos más mayores que él”, concluye.

Para aquellas familias que cuentan con unos recursos económicos muy limitados, la Cruz Roja resulta ser una muy buena opción, ya que cuenta desde hace varios años con distintas actividades al servicio de las familias más necesitadas. Pedro Artal es técnico de la Cruz Roja y cada verano trabaja rodeado de niños de entre 3 y 17 años que pertenecen a familias en riesgo de exclusión social. “Intentamos ponerles todo tipo de facilidades, ya que la mayoría suelen ser refugiados e inmigrantes, y tienen muy pocos recursos”, asegura. Desde hace tres veranos, Cruz Roja Juventud Zaragoza lleva a cabo la iniciativa ‘Veranea’, mediante la que realiza numerosas actividades para los más pequeños durante los meses de verano.

Una vía de escape para los más necesitados

“Tenemos desde actividades artísticas, como manualidades o talleres de reciclaje, hasta actividades físicas, como juegos al aire libre o en la piscina. También realizamos visitas culturales a museos, al Acuario de Zaragoza o al Parque de Atracciones, e incluso sesiones de escalada o ‘escape rooms’”, detalla Artal. Cada verano, cerca de 70 familias se benefician de esta iniciativa que abarca los meses de julio y agosto al completo y que sirve de “vía de escape” para muchos menores que, de no ser por este tipo de actividades, estarían “condenados a un verano interminable encerrados entre cuatro paredes”.

Los monitores son todos jóvenes voluntarios de entre 17 y 22 años, muchos de ellos estudiantes de magisterio, educadores sociales o monitores de tiempo libre, que no dudan en compartir su tiempo para hacer disfrutar a los más pequeños. Esta iniciativa ronda los cinco euros semanales por cada menor y abarca cuatro horas diarias, desde las 10.00 hasta las 14.00, aunque también existe la posibilidad de adherirse al ‘servicio madrugadores’, que arranca a las 8.30.

“Muchos padres están solos en Zaragoza, sin ningún apoyo familiar cerca que les permita delegar en ellos la atención de sus hijos, y su situación económica no les permite desatender sus trabajos o poder costear un campamento de varias semanas de duración”, asegura Artal. Todos los adscritos a esta iniciativa reciben una “valoración económica y familiar por parte del centro”, que certifica a través de una serie de pruebas y de documentos que los menores son aptos para poder participar. 

También cuentan con las colonias de verano, en las que desarrollan actividades similares, aunque incluyen servicio de comidas y un horario más amplio, hasta las 17.00. "Solemos tener a unos 150 niños, y es una opción muy buena para todos aquellos padres que tienen largas jornadas de trabajo", señala. Esta opción tiene una duración de tres semanas y precio puede llegar hasta los 200 euros. 

En lo que respecta a los centros educativos, cerca de 200 se han adscrito ya al programa 'Abierto por vacaciones' del Gobierno de Aragón, mediante el que se ofertan servicios similares, que permiten tener a los más pequeños entretenidos durante unas horas mientras los mayores atienden su jornada laboral.

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