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Soledad no deseada: "A veces basta con saber que hay alguien con quien puedes contar"

Voluntarios del San Juan de Dios acompañan a personas que han salido del hospital y comparten conversación, recuerdos y, sobre todo, compañía.

El voluntario Elías del Pino, a la derecha, conversa con Guillermo Moreno, en su domicilio zaragozano.
El voluntario Elías del Pino, a la derecha, conversa con Guillermo Moreno, en su domicilio zaragozano.
Toni Galán

La soledad no deseada es un problema silencioso que afecta cada vez a más personas. Se estima que en Aragón esta situación afecta a 78.000 personas mayores de 65 años, el 14,6%. De ellas, 33.800 superan los 85 años. Para frenar esta lacra, el Hospital San Juan de Dios puso en marcha en septiembre del año pasado el proyecto Voluntariado domiciliario, que cuenta ya con 10 usuarios.

Este centro cuenta con una red formada por 125 voluntarios, de los cuales, 17 forman parte del proyecto soledad no deseada. Un equipo multidisciplinar formado por enfermeros, trabajadores sociales, el servicio de Atención al usuario y el equipo de atención espiritual trabajan en el centro hospitalario para detectar la soledad, explica Darling Montoya, responsable del proyecto Voluntariado Solidario del Hospital San Juan de Dios.

Desde el centro hospitalario añaden que el programa sobre soledad no deseada llega, en estos momentos, a unos 23 pacientes ingresados. En estos nueve meses de andadura del proyecto se han destinado más de 2.000 horas de acompañamiento y de ayuda. El objetivo es sumar voluntarios para aumentar el número de usuarios y proporcionar solución a un gran problema social que afecta a cientos de aragoneses.

"Para ellos -explica-, el sentir que alguien está ahí para él, al que puede hablar y que le escucha le reconforta". La falta de visitas en el hospital, asegura Montoya, es una de las señales de alarma para detectar esta situación. Y fue la razón por la que se decidió extender este apoyo durante el ingreso al momento en el que reciben el alta y regresan a casa. "Decidimos continuar con el proyecto a nivel domiciliario, ayudar a los usuarios a hacer pequeñas gestiones y que no se sientan solos", cuenta.

Esta experiencia la vive en primera persona Elías del Pino, voluntario del Hospital San Juan de Dios. Un día a la semana acude a la vivienda de Guillermo Moreno, de 67 años y enfermo de esclerosis múltiple. También ha superado un infarto y una neumonía grave, asegura. Entre ambos ha surgido una amistad y el rato que están juntos pasa volando, coinciden, entre conversaciones en torno al fútbol (el primero es del Madrid y el segundo, del Bilbao) o la actualidad política. Y lo hacen en el salón de Guillermo, rodeado de recuerdos y de fotografías familiares. Hay días que bajan a algún bar cercano a tomar un café. Eso sí, relatan, "no falta una ración de churros".

Guillermo fue el primer usuario que recibió este acompañamiento en su vivienda, dentro del programa que impulsó el San Juan de Dios. Este proyecto persigue que estas personas no se sientan solas, subraya Darling Montoya: "A veces basta con saber que tienen alguien con quien pueden contar". Los voluntarios acuden tanto a domicilios como a residencias.

Tanto Guillermo como Elías añaden en que es "muy positivo y satisfactorio" para ambos. La labor del hospital, reconoce Guillermo, es "impagable". Elías, arquitecto jubilado, recuerda que tenía claro que quería hacer voluntariado: "Yo recibo más de lo que aporto. Es un acompañamiento mutuo. Nos hemos convertido en amigos".

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