historia 

“Todos los hospitales militares que hemos tenido en Zaragoza se han creado después de una derrota”

El coronel médico Luis Arcarazo ha participado con otros compañeros en la recuperación de la memoria de la sanidad militar en la ciudad. 

El anterior hospital militar entre 1817 y 1958 estuvo en el convento de San Ildefonso ligado a la iglesia de Santiago. Defensa construyó el actual porque se hunidó el suelo varias veces.
El anterior hospital militar entre 1817 y 1958 estuvo en el convento de San Ildefonso ligado a la iglesia de Santiago. Defensa construyó el actual porque se hunidó el suelo varias veces.
Heraldo.es

El Hospital Militar de Zaragoza ha decidido ilustrar recientemente el vestíbulo de su entrada con una fotografía histórica del edificio del convento de San Ildefonso, pegado a la iglesia de Santiago, que fue el antecedente del actual Hospital General de la Defensa y en el que ingresaron a los heridos de la Guerra Civil y de las Guerras Carlistas, porque estuvo abierto desde 1817 hasta 1958.

Además, en la puerta del centro hospitalario por la que entran miles de zaragozanos de los barrios de Casablanca. Romareda, Arcosur y Valdespartera se ha colocado un escudo histórico de alabastro con un rosetón, que ya colgaba en la puerta principal de aquel inmueble, que estuvo situado frente a la plaza de Salamero (conocida también como la plaza del Carbón). Al parecer, sería el blasón de la familia nobiliaria que pagó en el siglo XVII el convento cuando se construyó.

El teniente coronel Alfredo Martín le muestra al director del Hospital Militar, Juan Antonio Lara, un detalle de la fotografía y una ceramíca del anterior hospital militar en la entrada del Hospital General de la Defensa esta semana.
El teniente coronel Alfredo Martín le muestra esta semana al director del Hospital Militar, Juan Antonio Lara, un detalle de la fotografía y una ceramíca del anterior hospital militar en la entrada del centro.
Guillermo Mestre

Alfredo Martín, un teniente coronel del centro hospitalario, muestra el cartel de la cerámica con restos de algún tiro situado debajo de la fotografía del convento donde pone: “Hospital Militar”. Resulta que él recuperó este símbolo en un mercadillo militar anual que se celebra en Tierz (Huesca).

Este cartel estaba situado al lado de la puerta del antiguo edificio y el oficial relata que, tras consultarlo con las autoridades del Hospital Militar, llegaron a un acuerdo para adquirirlo por 150 euros. Lo vendía la nieta del constructor que desmontó ese convento pegado a la iglesia para construir un edificio.

La fotografía histórica del edificio, que han ampliado para instalarla en el centro hospitalario, fue adquirida por el coronel médico Luis Arcarazo entre los coleccionistas de la plaza de San Francisco, que se la trajeron desde Burgos y les pagó una cantidad de dinero que prefiere no precisar. “La foto se inauguró el pasado mes de junio al celebrar la Virgen del Perpetuo Socorro, patrona del Cuerpo Militar de Sanidad”, señala.

Cerámica recuperada en un mercadillo militar celebrado en Tierz (Huesca).
Cerámica recuperada en un mercadillo militar celebrado en Tierz (Huesca).
Guillermo Mestre

“Aquel hospital militar daba a la actual calle César Augusto. Pero anteriormente fue la plaza de San Ildefonso y desde 1946, la plaza de Gómez Ulla. Hasta que se demolieron las casas y se abrió la avenida”, relata el coronel médico, investigador de este edificio que ya desapareció.

Un convento del siglo XVII

El antiguo convento fue fundado por Alonso de Villapando, empezó su construcción en 1651 y sus trabajos se desarrollaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII. Fue abandonado tras la desamortización de Mendizábal en 1836, según la información que ofrece la propia web de la iglesia de Santiago.

El coronel Arcarazo relata que en el segundo sitio de Zaragoza por las tropas napoleónicas (diciembre de 1808-febrero de 1809) ya se utilizó ese convento de los Dominicos de San Ildefonso como “hospital de sangre” para heridos del ataque francés, porque tuvieron que separarlos de los enfermos de una epidemia de tifus, que se había declarado antes y porque los enfermos estaban en la Real Casa de Misericordia situada en el edificio de Pignatelli (actual sede del Gobierno de Aragón).

Cuando se estrenó la fotografía en el Hospital Militar, el director Juan Antonio Lara entregó premios a veteranos como Francisco  Gracia Fuertes (a la derecha) que trabajó en ese centro histórico. A la izquierda, su hijo que es médico civil en el centro.
Cuando se estrenó la fotografía en el Hospital Militar, el director Juan Antonio Lara entregó premios a veteranos como Francisco Gracia Fuertes (a la derecha) que trabajó en ese centro histórico. A la izquierda, su hijo que es médico civil en el centro.
Luis Arcarazo

“Al acabar el sitio entraron los franceses y cerraron los hospitales de campaña. Concentraron la asistencia sanitaria para civiles en la Casa de Convalecientes, que ahora es el Hospital Provincial, y la Real Casa de Misericordia se convirtió en un hospital militar francés, pero al salir las tropas francesas de Zaragoza en 1813 se convierte de nuevo en hospital militar español”, relata el coronel.

En 1817 el Ejército desalojó el edificio de la Misericordia y alquiló a los frailes Jerónimos, que eran los dueños del convento de San Ildefonso, alguna dependencia para usarla como enfermería e ingresar a soldados enfermos, relata el coronel.

“En 1820, con la desamortización de Mendizábal, estos bienes pasaron a Bienes Nacionales y se cedió el convento al Ramo de la Guerra para que sigan teniendo su hospital militar. En 1842 se transformó definitivamente en el Hospital Militar, que estuvo funcionando hasta 1958 que se inauguró el de Casablanca”, señala.

El general de Brigada, Manuel Pérez López, entre el coronel Luis Arcarazo, y la militar Silvia Marínn, delegada de ACIME en Aragón y La Rioja, en la antigua Capitanía esta mañana.
El general de Brigada, Manuel Pérez López, entre el coronel médico Luis Arcarazo, y la militar Silvia Marínn, en la antigua Capitanía esta mañana.
Oliver Duch

Hasta 700 camas en las Guerras Carlistas 

En ese siglo y medio (141 años) se vivieron episodios muy duros porque aunque la plantilla de personal sanitario era reducida, en las Guerras Carlistas en 1835 llegaron a tener “hasta 700 camas”. “Cuando no había guerras, lo normal era que tuviera 300 camas, que en realidad son las mismas que se proyectaron para el actual Hospital Militar de Casablanca”, agrega el coronel Luis Arcarazo.

En las investigaciones realizadas en el Archivo Municipal de Barbastro, el coronel médico retirado relata que hallaron una carta remitida por el Hospital Militar de Zaragoza, que debieron de mandar a todos los municipios de Aragón pidiendo ayuda para los enfermos y heridos militares ingresados en 1836 porque “no daban más de sí”.

La plantilla en 1900 se limitada a un coronel director, un teniente coronel jefe de servicios, cuatro capitanes y un teniente médico; así como un administrador, un comisario de guerra interventor y dos capellanes, junto a dos farmacéuticos y un ayudante; varios practicantes, sanitarios, personal civil de alimentación y limpieza.

Al hacer balance de esta etapa, el investigador incide que en la Guerra Civil (1936-1939) se utilizó este centro hospitalario de San Ildefonso como “el núcleo inicial con el que la sanidad militar montó 12.000 camas en Zaragoza”, que fue organizado por el teniente coronel Valero, que era el jefe de Sanidad. Para esas plazas utilizaron como apoyo desde colegios, el Refugio, la Academia General Militar y aquellos pueblos de alrededor que tuvieran un hospital civil lo transformaron en otro de carácter militar.

Rosetón del antiguo edificio del hospital militar del convento de San Ildefonso que se guarda en la entrada del Hospital General de la Defensa.
Rosetón del antiguo edificio del hospital militar del convento de San Ildefonso que se guarda en la entrada del Hospital General de la Defensa.
Guillermo Mestre

En el año 1930 solo se construyó el cuartel de sanidad en Casablanca para el grupo de tropas, que hasta ese momento habían estado en el antiguo hospital militar de San Ildefonso. El Ejército adquirió esos terrenos y los del futuro hospital castrense, que se levantó en 1958 cuando tuvieron fondos. “Se empezó a construir desde diez años antes (1948) pero tardaron tanto tiempo las obras por la falta de dinero”, señala el coronel Arcarazo.

La recuperación de los restos 

En su investigación, el coronel relata que pudo hablar con tres personas que trabajaron allí, un anestesista y dos oficiales del cuerpo de Sanidad, que relataban que aquel hospital era decimonónico, con salas corridas y con cuerpo de guardia.

“Otros médicos que entrevisté, me contaron que cuando se desmontó aquel hospital se conservaron algunas cosas. Como una Virgen del Pilar que estaba encima de la puerta principal, el escudo y la fuente que estaba en el antiguo claustro del convento. Se lo conté al director Antonio Pérez Peña y se rescataron de un patio interior para llevarlo a la puerta principal del Hospital Militar para dignificarlo”.

Entre los restos recuperados del edificio del convento de Dominicos cuando se demolió se reservó una sillería del coro de la capilla, que se llevaron al actual colegio de la misma congregación, situado en la plaza de San Francisco, y la guardan en su iglesia.

Todos los hospitales militares que hemos tenido en Zaragoza se han creado después de una derrota”, concluye el coronel Arcarazo: el primero fue entre 1591 y 1593, después de que las tropas de Felipe II invadieran Aragón en busca del secretario del Rey, Juan de Lanuza, que era Justicia de Aragón. “Nos derrotaron e hicieron un hospital militar”, señala.

El segundo fue en la Casa de Convalencientes, entre 1719 y 1742. “Los aragoneses luchamos en la Guerra de Sucesión contra Felipe de Anjou y nos derrotaron. Cuando llegaron los Borbones a Zaragoza abrieron este hospital militar”, enumera.

Y el tercero se creó como consecuencia de la Guerra de la Independencia, cuando en 1817 el Ejecutivo no necesitó el gran edificio de la Misericordia. Así se levantó el del convento de San Ildefonso, preludio del actual que se inauguró en 1958.

Al final, acabaron cerrándolo porque empezó a hundirse con los enfermos dentro”, destaca el coronel médico. “Me lo contó Sor Felicitas Chueca, que vivió cómo se hundió el suelo de la sala de cirugía 1 y un suelo en la entrada, dejando a la vista una bodega desconocida. A los enfermos no les cogió porque salieron fuera a merendar”.

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