ARAGÓN

Tres viajes de ida y vuelta a la semana para recibir diálisis

Julio Borja es uno de los muchos aragoneses en tratamiento que tienen que desplazarse fuera de su localidad de residencia a su centro de referencia para estas sesiones.

Julio Borja, a su llegada en taxi a la Unidad de Diálisis del Inocencio Jiménez en Zaragoza.
Julio Borja, a su llegada en taxi a la Unidad de Diálisis del Inocencio Jiménez en Zaragoza.
Rubén Losada

Julio Borja lleva 15 meses recibiendo hemodiálisis, aunque prefiere no llevar la cuenta: "Cuando me dieron la noticia se me cayó mundo encima". Poco a poco, sin embargo, ha ido asumiendo su situación: "Es que no me queda otra".

Él es uno de los muchos pacientes que tienen que viajar para las sesiones. Un estudio de la Federación Alcer revela que casi la mitad de los aragoneses que están en diálisis tienen que desplazarse fuera de su localidad para recibir su tratamiento. El porcentaje, además, aumenta en Teruel, donde supera el 78%.

El presidente de la Asociación Alcer Ebro, Francisco Mohand, destaca la importancia del convenio con el Departamento de Sanidad, que costea este desplazamiento. Alcer gestiona y diseña las rutas. Según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad, una media de 445 personas al mes utilizan el servicio de taxi para acudir a diálisis a su hospital de referencia. El dato de quienes llegan en ambulancia es de 162 pacientes de media al mes. Hay también personas que acuden a los centros por sus propios medios para este tratamiento.

Julio tiene 50 años y vive con su familia en Borja, desde donde viaja tres días en semana al Centro de Especialidades Inocencio Jiménez de Zaragoza. "Voy los lunes, miércoles y viernes. Salgo de casa poco antes de las 13.00 y regreso pasadas las 19.30. La sesión dura cuatro horas, más la preparación, según el orden de llegada, y el tiempo del viaje. Es como un trabajo a tiempo completo", reconoce.

Él eligió el turno de tarde para poder seguir llevando a sus dos hijos al colegio, lo que le permite organizarse con su mujer. En Zaragoza, por ejemplo, hay tres turnos, de mañana, tarde y noche.

El tratamiento no se interrumpe, ni siquiera en Navidad, salvo dos cambios puntuales. La sesión del día 25 se adelantó al 24, y la del 1, al domingo. "En Nochebuena volví a casa bien. Tenía miedo de regresar algo mareado, pero pude cenar con mi familia, tuve una hora para descansar desde que llegué", recuerda.

"Es la segunda Navidad que estoy en tratamiento. Lo llevo más o menos bien, intento no darme mal. No tanto por estar en diálisis, que también, sino porque faltan seres queridos", indica. "Vamos cuatro en el taxi. Y vamos hablando, por lo que el viaje se pasa rápido", cuenta. Julio es miembro de Alcer Ebro desde antes de entrar en diálisis: "Cuando me diagnosticaron la enfermedad, hace unos siete años, estaba totalmente perdido. Llamé a la asociación y me ayudaron muchísimo". Alcer Ebro Zaragoza agrupa a unos mil socios.

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