Recuerdos del Día de Reyes: cuando los Magos llegaban a caballo y se ponía cebada en los balcones

El Día de Reyes ha sembrado de ilusión las caras de los niños durante generaciones. Repasamos algunas de las historias más entrañables que recuerdan nuestros mayores y otros que no lo son tanto.

El Día de Reyes ha sembrado de ilusión las caras de los niños durante generaciones.
El Día de Reyes ha sembrado de ilusión las caras de los niños durante generaciones.
Beatriz Martínez

Generaciones de niños en toda España se han despertado cada 6 de enero con la ilusión y el brillo en los ojos de quien espera que ocurra algo mágico. Los Reyes Magos llevan alegrando la Navidad de los niños en nuestro país desde hace más de un siglo. Desde entonces hasta ahora la celebración no ha cambiado en el fondo, pues Sus Majestades de Oriente siguen viniendo con regalos para los pequeños de la casa, pero sí ha variado la forma de hacerlo.

En pleno siglo XXI la celebración de la Epifanía se hace a lo grande con vistosas cabalgatas y montones de regalos, inmersa en la vorágine de preparativos, compras y consumo navideño. Pero no siempre ha sido así y algunos de nuestros mayores recuerdan todavía cómo se vivía esta tradición en Aragón a mediados del siglo pasado. 

Los Reyes de la posguerra

“Recuerdo que la noche de Reyes, antes de irnos a dormir, mis 4 hermanos y yo poníamos en el balcón del primer piso de casa un capazo con agua y otro con cebada para los caballos”, dice José Gimeno, un octogenario zaragozano, natural de un pueblo del Bajo Aragón. Y es que, al parecer en Aragón, los Reyes Magos solían venir a caballo y no en camello ya que mucha gente, sobre todo en el medio rural, tenía caballería -caballos o mulas- en las casas para ayudar en las labores agrícolas. 

Los Reyes Magos venían a caballo en el medio rural aragonés porque casi todo el mundo tenía caballería en las casas

“A la mañana siguiente abríamos el balcón y los capazos estaban vacíos. Mi hermana mayor nos decía que los caballos de los Reyes se lo habían comido y bebido todo y nosotros lo mirábamos encandilados”, recuerda este agricultor jubilado. Entre los regalos que le traían, dos le hicieron especial ilusión. “Tendría yo unos 5 años y me trajeron un saxofón de chapa plateado y un triciclo de metal”, apunta Gimeno.

"Con 5 años me trajeron un saxofón de chapa y un triciclo de metal"

A su mujer, Milagros Zuera, también octogenaria, las navidades de esos años 40 en el medio rural aragonés le traen nítidas las imágenes de sus padres y el esmero con el que preparaban las fiestas. “Mi madre hacía magdalenas para poner en un plato para los Reyes y mi padre preparaba un cuenco con cebada que poníamos en la ventana de su dormitorio”, explica. 

“Por la mañana venía mi padre a despertarnos para decirnos que habían venido y corríamos para descubrir que se habían comido todo lo que les habíamos preparado. Incluso, en alguna ocasión y con esa inocencia infantil, yo le dije a mi padre que aún escuchaba el ruido de los cascos”, relata Zuera. “Ese año me trajeron una muñeca de cartón con el pelo rubio y rizado-porque en esa época no había muñecos de plástico-”, recuerda.

Milagros Zuera, octogenaria zaragozana, en una fotografía cuando era una niña.
Milagros Zuera, octogenaria zaragozana, en una fotografía cuando era una niña.
M.M.
"Le dije a mi padre que aún escuchaba el ruido de los cascos de los caballos de los Reyes al marcharse"

Pendientes de los balcones, en los años 50

Pilar Díaz, de 70 años, y Miguel Ángel Blasco de 71, otro matrimonio zaragozano que reside en San Juan de Mozarrifar también recuerdan la alegría que sentían esos días de Reyes cuando eran unos niños, allá por los 50. “En mi casa éramos 4 hermanos y solían traernos material escolar: pinturas, hojas, lápices y libretas. Un año nos trajeron a mi hermana y a mí una muñeca de cartón y a mis hermanos, un fuerte de indios y vaqueros, además de arcos con flechas. Mis padres dejaban por la noche las fundas de cartón donde venía el cava y los Reyes las llenaban de caramelos. Aquello era una alegría tremenda”, rememora Pilar.

“A nosotros nos traían poca cosa porque había poco dinero. Para mi hermana, alguna muñeca de cartón y para los chicos, un puñal de goma, o una espada, y poca cosa más”, apunta Miguel Ángel, por su parte. “Mi hermano mayor se aprovechaba un poco de los pequeños y nos mandaba a vigilar el balcón para que le avisáramos cuando hubiesen venido los Reyes mientras él se quedaba en la cama”, señala, divertido.

Miguel Ángel Blasco y María Pilar Díaz recuerdan con cariño los días de Reyes de su infancia.
Miguel Ángel Blasco y María Pilar Díaz recuerdan con cariño los días de Reyes de su infancia.
A.B.

Los Reyes "maravillosos" de los 60

La infancia de María Ortín y Félix Teira transcurrió en la localidad zaragozana de Belchite, en los años 60. “En la noche de Reyes subíamos con mi padre y poníamos un capazo con avena y remolacha para los caballos en el balcón y me echaba enseguida a la cama. No me movía ni un ápice porque me decían que si estabas despierta no llegaban los regalos”, relata Ortín. 

“Cuando venían a buscarnos corríamos al balcón y empezábamos a saltar. Y eso que nos traían poco, porque en aquella época no regalaban tantos juguetes. Recuerdo un muñeco ‘negrico’ que se llamaba 'Cachito' y que me hizo una ilusión impresionante. Yo cogía a mi 'Cachito' y era feliz”, confiesa, contenta.

María Ortín y Féix Teira en una foto de su infancia.
María Ortín y Féix Teira en una foto de su infancia.
F. T./M. O.

Para Felix Teira, escritor aragonés y Premio a las Letras Aragonesas 2023, “los Reyes eran maravillosos”, señala. “Cuando oscurecía, empezábamos a preparar los capazos con cebada para los caballos, nos metíamos en la cama y nos tapábamos bien. Siempre había alguien, no sé si mi padre o mi tío, que sacaba las caballerías y pasaban por la calle debajo del balcón”, recuerda Teira. 

“Desde la cama oíamos el sonido de los cascos y mi madre me decía: ‘¿Los oyes? Ya están ahí los caballos de los Reyes’. Cuando desaparecía ese sonido, iba al balcón y era fantástico porque la cebada había desaparecido y en su lugar había un regalo”, continúa. “Uno de los que más ilusión me hizo que fue un juego de albañilería con un adobero, una paleta y una llana y, antes de dormirme, ya pensaba en la casa tan maravillosa que iba a hacer al día siguiente”, rememora el escritor.

"Me regalaron un juego de albañilería y, antes de dormir, ya pensaba en la casa tan maravillosa que iba a hacer al día siguiente"

Pendientes del pajarito Pinzón, en los 70

El zaragozano José Calavia, vecino del Gancho, recuerda que en su niñez en los años 70, “iba a ver la cabalgata y después volvíamos corriendo a casa porque llegaban los Reyes Magos y nos dejaban los regalos encima de la mesa del salón", apunta. “Un año me regalaron un coche teledirigido. Era un Mercedes de color rojo, con capota, luces y claxon. Tenía un mando a distancia con una palanca y un pequeño volante que iba conectado con un cable al coche. Otros años me trajeron un fuerte de indios y vaqueros, un tren eléctrico que sacaba humo, un Scalextric y un Meccano”, enumera.

Coche teledirigido de la marca Rico, uno de los primeros regalos de Reyes del zaragozano José Calavia en los años 70.
Coche teledirigido de la marca Rico, uno de los primeros regalos de Reyes del zaragozano José Calavia en los años 70.
M.M.

En esos mismos años, Isabel Gracia recuerda la noche de Reyes en una torre del barrio de Movera. “Una vez pasaron a caballo, tapados con mantas, por las torres de Malpica para que los viésemos los niños y me dejaron una cocinita y una muñeca de trapo”, asegura. En mi primer día de Reyes, cuando tenía un año, me trajeron un Belén de Belloso que todavía conservo y es el que ponen cada Navidad mis padres en su casa. Además, “todos los niños estábamos pendientes de la radio para ver lo que decía el pajarito Pinzón, no fuese a nombrarnos por habernos portado mal”, añade Gracia.

"Todos los niños estábamos pendientes de la radio para ver lo que decía el pajarito Pinzón"

Baltasar, pintado de negro, en los 80

Ya en los 80, la zaragozana Julia Tormes recuerda “ir a la cabalgata del pueblo de mis padres, en la provincia de Teruel, y ver a los Reyes Magos. El rey Baltasar era igual que mi tío Alfonso, pero en negro, y eso me tenía totalmente obnubilada”, confiesa, divertida. “A la vuelta pasábamos por la casa de mis abuelos y mis tíos, donde los camellos habían dado buena cuenta de la cebada que habíamos dejado en el balcón del primer piso gracias a sus largos cuellos", explica sin poder contener la risa. 

En estos años, los regalos se multiplican y muchos niños hacían una ruta por las casas de diferentes familiares para recoger lo que los Reyes habían dejado en cada domicilio. Los Playmóbiles y las Barbies son algunos de los juguetes más demandados en estos años.

Los Reyes, por el Ebro con el cambio de milenio

“Recuerdo con total nitidez el año que llegaron los Reyes Magos en barca por el Ebro”, apunta, por su parte, Mateo Marqués, de 30 años, que pasó su infancia a caballo entre los 90 y el cambio de milenio. “Llegaron al Club Náutico y, rodeados de niños, se subieron a un autobús. Era 2003”, recuerda este joven. “Había dos regalos que no faltaban año tras año: calcetines y un animal de la marca Schleich de Imaginarium. De todos, guardo con especial cariño una figura de Woody, de ‘Toy Story’ que me dejaron en 1997”, recuerda.

Los Reyes Magos en barco por el Ebro en el año 2003.
Los Reyes Magos en barco por el Ebro en el año 2003.
Solanot. Archivo H.A.

Para Claudia Fernández, de tan solo 9 años, este día de Reyes de 2024 es el más especial que ha vivido hasta la fecha. Y es que este viernes fue una de los afortunados niños zaragozanos que pudieron acompañar a SS.MM. en la cabalgata por las calles de Zaragoza. “Pasé muchos nervios pero fue muy emocionante. La noche de antes casi no pude dormir”, explica la pequeña. “Pero es una experiencia única que quiero recordar cuando me haga mayor para poder contársela a mis hijos”, concluye.

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