Tercer Milenio

En colaboración con ITA

entrevista

Mateo Valero: "Donde se pone dinero hay ciencia; donde no se pone, es escasa"

El aragonés dirige el Barcelona Supercomputing Center (BSC), que inauguró el pasado jueves MareNostrum 5, el supercomputador que ayudará a afrontar desafíos globales como el cambio climático.

Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center (BSC), el pasado jueves.
Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center (BSC), el pasado jueves.
Enric Fontcuberta / EFE

El jueves pasado se inauguró el MareNostrum 5, un supercomputador 10.000 veces más potente que el MareNostrum 1. ¿Qué se gana con ello?

Cuanta mayor sea la capacidad de cálculo, más investigaciones podemos hacer para acercarnos cada vez más a un modelo razonable del cuerpo humano. Yo digo que son como microscopios que permiten ver algunas cosas por primera vez. Lo que estábamos viendo lo podemos ver o medir con mucha más claridad.

¿Qué desafíos globales ayudará a resolver el supercomputador?

El cambio climático, para ello es una buena herramienta, o en la simulación de plasma, en el reactor de fusión... En muchas cosas.

¿Muchas del ámbito de la salud?

La salud es tal vez lo más importante, hay muchas aplicaciones desde hace años. Por ejemplo, dos aragoneses muy famosos que han utilizado nuestro supercomputador son Elías Campo y Carlos López Otín. Se puede ver cómo funciona el genoma humano, medir la secuencia de genes que tiene cada uno. Así se puede detectar quién padecerá cáncer. También puede leer automáticamente informes médicos. En fin, puede dar un gran servicio a la ciencia, a la sociedad.

Con el nuevo supercomputador también sale ganando la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial empezó en el 56 con programas que simulaban comportamientos del cerebro. Trabajaron mucho tiempo, pero cuando se vio el enorme potencial de la IA es cuando ha habido datos y suficiente potencia para calcularlos. Sin la supercomputación, sin los datos, la inteligencia artificial nunca habría visto la luz tal como se ha visto últimamente. Una de las primeras grandes noticias que llegó con la IAes cuando trajimos a Barcelona en 1995 el computador Deep Blue, una máquina de IBM, para enfrentrarse en ajederez al español Miguel Illescas. Ahí ganó la máquina, pero dos años después, en 1997, esta venció al campeón mundial Gary Kasparov.

Era un aviso.

Al principio eran juegos, pero ahora, con tantos datos que hay, han tomado fuerza lo que llamamos redes neuronales, que se entrenan con muchos datos, digamos, y luego reconocen modelos. Es decir, la inteligencia artificial sin la supercomputación y sin los datos no hubiera sido posible. Ahora la IA está ayudando a la supercomputación a que las simulaciones sean mejores.

¿Qué aporta en este momento el Marenostrum 5?

Lo que ha cambiado respecto al Marenostrum 4 fundamentalmente es su capacidad. La capacidad para ejecutar aplicaciones de IA es potentísima.

Al final, lo que ha cambiado es el hecho de tener más datos.

Sí. Tener muchos datos para que las redes aprendan. Pero para eso hay que hacer muchísimas operaciones, hay que tener máquinas con mucha memoria.

El Marenostrum 5, con los supercomputadores Lumi (Finlandia) y Leonardo (Italia) hacen fuerte a Europa en la materia. ¿Ayudará esto a reducir la brecha que tenemos respecto a Estados Unidos o países de Asia?

Sí, claro. Pero aún así, un problema muy grande que tenemos es que no podemos dejar la inteligencia artificial en manos de los propietarios de las redes sociales. Eso es muy fuerte para la sociedad, porque pueden jugar como están jugando con nosotros en cada momento. Por ejemplo, desde hace tiempo estamos desarrollando modelos equivalentes a las cuatro lenguas del Estado español, y eso es posible gracias a la IAy gracias a computadores como el nuestro. Lo hacemos porque sería una cosa muy mala dejar esto a Google o Amazon, que ellos decidan cómo se van a construir las frases en castellano, en euskera, en catalán o en gallego. Hay muchas cosas que las máquinas no pueden hacer.

¿Quién utiliza Marenostrum 5?

Mucha gente. Grupos de investigación con proyectos competitivos. Hay muchísimas aplicaciones. Nosotros utilizamos entre un 10% y el 15% de la máquina en el Barcelona Supercomputing Center (BSC). El resto es para cualquier investigador, español, europeo o de otro país, cuyos proyectos pasen unas evaluaciones.

Vuelvo a la brecha frente a Estados Unidos y Asia. ¿Se puede estrechar ese margen?

Es muy difícil porque nos llevan mucha delantera y como siempre es un problema que tiene que ver con cuánto dinero se dedica a la ciencia. No es que unos sean más listos y otros más tontos. Donde se pone dinero, normalmente hay ciencia; donde no se pone, es escasa. Es una cosa muy antigua.

Invertir en ciencia, en I+D+i...

Lo más importante para un país es la educación infantil, y a partir de ahí, la formación. La investigación es uno de los mecanismos que tiene un país para producir ideas. Estas son las que resuelven los problemas de la sociedad o sirven a las empresas. Yesa interconexión entre administraciones, empresas e investigación la tenemos retrasada. Yo no me voy a quejar, pero en nuestro país de dedica poco dinero a la investigación, aunque últimamente ha subido muchísimo. En Europa, en algunos países se dedica más, pero cuando ves lo que invierten Estados Unidos, Corea del Sur o China, ahí es infinitamente superior.

En la inauguración del nuevo supercomputador estuvieron Pedro Sánchez y Pere Aragonés. Todo un espaldarazo.

En 1985 hicimos el primer centro de computadores paralelos y eso no hubiera sida posible sin la colaboración entre instituciones. El Gobierno de España, el de Cataluña y la Politécnica de Cataluña colaboran en el sistema de computadores rápidos desde 1975. La colaboración es fundamental.

¿Que supone que sea un aragonés el que dirija el Barcelona Supercomputing Center?

Una satisfacción, pero este es el trabajo de muchísima gente, mil personas. Y el aragonés que usted dice es uno más de la tropa.

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