Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Nos maquillamos como las romanas? Lo que la química desvela de la cosmética en la antigüedad

Los análisis químicos arrojan luz sobre qué elementos utilizaban nuestras antepasadas para maquillarse. Algunos los seguimos usando hoy en día y otros, por su toxicidad, están prohibidos.

Los análisis químicos de muestras arqueológicas desvelan cómo era el maquillaje de las mujeres romanas.
Los análisis químicos de muestras arqueológicas desvelan cómo era el maquillaje de las mujeres romanas.
Kristina Urresti

El maquillaje como forma de decorar nuestro cuerpo y como herramienta para resaltar la belleza del rostro es utilizado por el ser humano desde hace miles de años. Egipcios, griegos y romanos ya lo hacían en la antigüedad y, al igual que otros elementos de esas civilizaciones han trascendido hasta nosotros, también el maquillaje ha superado el paso de los siglos hasta llegar a la actualidad.

No es nuevo maquillarse, eso está claro. Pero, ¿el maquillaje del siglo XXI aporta alguna novedad respecto al que se hacía en el pasado? O ¿nos maquillamos como las mujeres que vivieron en la Caesaraugusta romana hace 2.000 años?

“Las romanas utilizaban compuestos muy naturales y texturas suaves y cremosas. La cosmética actual va cada vez más hacia ese tipo de fórmulas y da la impresión de que se está volviendo a lo que se hacía antes”, dice Josefina Pérez-Arantegui, profesora del departamento de química analítica de la Universidad de Zaragoza y miembro del Instituto Universitario de Investigación de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA).

Esta investigadora sabe qué materiales y componentes utilizaban nuestras antepasadas para pintarse el rostro, cómo elaboraban los maquillajes, cómo y dónde se los aplicaban gracias a los datos que ha aportado el análisis químico de diferentes tipos de muestras halladas en yacimientos arqueológicos y a las fuentes escritas y arqueológicas que nos han llegado. Sus conclusiones van a ser objeto de una charla que tendrá lugar este jueves a las 18.00 en el Museo Pablo Gargallo de la capital aragonesa, coincidiendo con el Día Internacional del Patrimonio Mundial.

El maquillaje de las romanas

Esta charla se enmarca dentro del ciclo de conferencias ‘Historias de la Tierra’, que el IUCA ha organizado durante el mes de noviembre con motivo de su XV aniversario y que tiene como objetivo “contar desde perspectivas muy diferentes y de una manera multidisciplinar la historia de nuestra tierra de una manera divulgativa a través de temas curiosos que atraigan la atención del público general”, explica Jacqueline Sambou, responsable de comunicación del IUCA.

Con el título: ‘Revelando los secretos de nuestro patrimonio: ¿qué puede contarnos la química?’, la charla de este jueves busca “aportar un conocimiento más profundo de cómo la química puede aplicarse a la conservación del patrimonio y a la identificación de los materiales que componen determinados elementos como pigmentos o cerámicas”, apunta Sambou.

Entre el maquillaje natural y los elementos tóxicos

“Gracias a la química sabemos que las mujeres romanas utilizaban diferentes tipos de materiales para elaborar su maquillaje. Empleaban muchas sustancias naturales como tierras rojas con mucho óxido de hierro que trituraban muy fino para usar como colorete”, señala Pérez-Arantegui. 

“Pero también hacían mezclas con diferentes compuestos preparadas para conseguir un color determinado o una textura concreta. Algunas de estas combinaciones daban lugar a compuestos coloreados a los que añadían aceite para facilitar su aplicación”, continúa la investigadora.

También utilizaban otras sustancias que hoy en día estarían prohibidas por sus efectos nocivos sobre el organismo. “Elaboraban compuestos de plomo para conseguir unos polvos blancos muy extendidos que se aplicaban en la cara para parecer más pálidas. En esa época no estaba de moda estar morena”, añade. Era signo de pertenecer a una clase social baja ya que se asociaba la tez bronceada con el trabajo físico a la luz del sol.

"En la antigüedad no estaba de moda estar morena"

Otro de los elementos tóxicos que utilizaban eran “los compuestos de mercurio con sulfuro para pintarse los labios de rojo. En la antigüedad no se conocía el alcance de la toxicidad de esos elementos”, apunta Pérez-Arantegui, pero además, “aunque lo hubiesen sabido tampoco es probable que les hubiese afectado demasiado ya que la esperanza de vida era mucho más corta que en la actualidad, por lo que la acumulación de este tipo de metales en el cuerpo no se notaría tanto”, asegura.

"No se conocía el alcance de la toxicidad de los compuestos elaborados con plomo y mercurio"

Las mujeres romanas también empleaban otro tipo de cosméticos que tenían un componente medicinal. “Por ejemplo, para hacerse la raya del ojo usaban sulfuro de plomo negro o galena, que ahora está prohibido por la toxicidad que le aporta el plomo, pero que tiene cierto efecto medicinal para los ojos y los protege de infecciones”, indica Pérez-Arantegui.

“En los ojos también se ponían sombras de colores, sobre todo verdes, hechas con polvo de minerales y para la cara también utilizaban arcillas blancas para conseguir un tono más claro de piel”, insiste. Si viésemos a una mujer romana por la calle “iría maquillada bastante similar a como vamos nosotras”, afirma la investigadora. 

Si viésemos a una mujer romana por la calle "iría maquillada bastante similar a lo que vamos nosotras"

“Se habría aplicado unos polvos de arcilla blanca o sales de plomo sobre la piel del rostro, colorete en las mejillas, algo de color rojo o rosado en los labios, la raya del ojo con khol y, en ocasiones, una sombra verde en los párpados. Eso sí, solo irían maquilladas las mujeres pudientes porque todos estos elementos eran costosos”, asegura.

Nanotecnología hecha en el siglo XI

Otra de las sorpresas que ha desvelado la química al estudiar determinadas cerámicas islámicas y mudéjares de la Península Ibérica del siglo XI es que, sin saberlo, los artesanos y alfareros de la época descubrieron las nanopartículas y las aplicaron en sus creaciones.

“Gracias a la cocción especial de la cerámica que llevaban a cabo, insertaban nanopartículas metalizadas en las piezas de cerámica que son las mismas que hoy en día se utilizan en alta investigación”, explica Pérez-Arantegui. 

“Se trata de una cerámica de alto nivel que estaba decorada en tonos rojizos y cobrizos metalizados. Para conseguir ese efecto necesitaban tres cocciones. La última de ellas se hacía en una atmósfera con poco oxígeno que hacía que el dibujo decorado se impregnase dentro del esmaltado, creando nanopartículas metálicas y fabricando nanotecnología sin, ni siquiera, ser conscientes de ello”, concluye.

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