Jóvenes que estudian y trabajan: camarera o auxiliar de cocina por las tardes y universitarias por la mañana

Alexandra Cazán y Alma Pastor son dos universitarias que compaginan sus clases con sus respectivos empleos.

Alma Pastor y Alexandra Cazán.
Alma Pastor y Alexandra Cazán, estudiantes con sus propios empleos.
Alma Pastor y Alexandra Cazán.

Alexandra Cazán come de lunes a jueves lo más rápido posible. Sale de la Universidad de Zaragoza, donde estudia Lenguas Modernas, a las 14.15, y a las 17.00 comienza su turno de camarera en La Muela. Cuenta que al principio se le hacía "un poco cuesta arriba", sobre todo a la hora de compaginar, pero empieza a acostumbrarse a ese ritmo. Utiliza el domingo, su único día libre, para ponerse al día con sus trabajos de clase y suele llevarse uno de los libros obligatorios del grado para avanzar en las horas muertas. Asegura que sus jefes no tienen problemas con ello: "Mientras haga mi trabajo, perfecto".

Cazán llevaba buscando empleo todo el verano, pero no fue hasta el 4 de septiembre que lo consiguió, justo el mismo día que empezaba el curso. Sus estudios son el principal motivo por el que necesita trabajar. Hasta el momento, explica, sus padres habían estado pagando el grado, sin embargo, la subida de los precios había incrementado significativamente el gasto en su casa y había vuelto esta opción inviable.

"Entre dos y tres meses" de su sueldo van a ir a parar a su matrícula, que costeará a medias con sus padres, y el resto planea invertirlo en sacarse en carné de conducir. "Ahora me suele traer un amigo a La Muela en coche y, si no, cojo un autobús", comenta. Su trabajo también cumple otro objetivo: "Desarrollarme profesionalmente y tener más experiencia para el futuro". Quiere dedicarse al campo de la comunicación internacional.

Se encuentra cómoda en su empleo: "El trabajo me gusta, me gusta el ambiente". Lo único que lamenta realmente son las horas extra, tan comunes que siente que no tiene "hora de salida". Pero incluso encuentra una ventaja a este hecho, ya que las cobra a un 40% más, lo que ayuda a su situación financiera. Su contrato es indefinido, por lo que planea mantener este empleo todo lo que pueda: "Me veo incluso hasta el verano trabajando, verano incluido".

Alma Pastor, por su parte, no tiene claro cuánto tiempo podrá mantener el ritmo, aunque confía en aguantar un tiempo más. Trabaja como auxiliar de cocina en una cadena de comida rápida, empleo que compagina con sus clases de Historia del Arte por la mañana en la Universidad de Zaragoza. Afirma que allí son "bastante comprensivos con el tema de las clases", pero no puede evitar que sus turnos se solapen a veces con sus actividades de las tardes. Hace teatro durante 3 horas los lunes, chino durante hora y media los martes y baila 4 horas cada viernes y sábado: "Si veo que no puedo compaginar todo, a ver lo que hago…"

Ha tenido que saltarse sesiones de baile varias veces, así como chino. Incluso ha faltado alguna mañana a la universidad al no tener energía suficiente para presentarse a las 8.30 después de haber salido del local a la 1.00. Trabaja unas 12 horas a la semana, ampliable hasta 20, que tienen que sumar un mínimo de 45 horas a final de mes. No niega que le resulta "duro", pero asegura que no lo pasa "mal" en el trabajo.

Llevaba dos años buscando trabajo, pero no tuvo nada de suerte hasta cumplir los 18: "El día que me dieron las notas de la Evau, me dieron el trabajo". El dinero que gana se ha vuelto más necesario que nunca. Cuenta que en su casa nunca habían tenido muchos lujos, pero tampoco carencias. Sin embargo, su madre ahora se encuentra de baja por depresión, por lo que necesita trabajar si quiere mantener sus gustos y aficiones. Además, "los 18 vienen con sus propios gastos". Tiene planes para sacarse el carné de conducir y comprarse su propio coche.

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