Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

Día 1 de la era Azcón

El líder de Vox en Aragón, Alejandro Nolasco, y el presidente autonómico, Jorge Azcón, el pasado jueves en las Cortes.
El líder de Vox en Aragón, Alejandro Nolasco, y el presidente autonómico, Jorge Azcón, el pasado jueves en las Cortes.
Guillermo Mestre

El pasado sábado, después de la toma de posesión del nuevo Gobierno y una ronda de entrevistas con los medios de comunicación, el presidente de Aragón, Jorge Azcón, se quitó la corbata con alivio en el despacho. Al fin, un respiro. Atrás quedaban cuatro días de debate parlamentario y discursos. Pero no solo eso: dos campañas electorales a cara de perro, el proceso de negociación de su investidura, el traspaso de poderes y la formación del Ejecutivo. Mientras Azcón cogía aire, en el ambiente flotaba una pregunta. ¿Y ahora qué?

Al mismo tiempo que ponen los pies en la escena, PP y Vox empiezan a engrasar la maquinaria de su relación como coalición. "Es un camino que tenemos que iniciar", explicó el presidente Azcón el pasado sábado. Durante el proceso de negociación del pacto, Alejandro Nolasco y los dirigentes aragoneses apenas tuvieron un papel frente a los negociadores impuestos por Madrid, Kiko Méndez Monasterio y Montserrat Lluis. No obstante, ahora al PP le toca gobernar con los de aquí.

Son inexpertos, muy dependientes de los vaivenes de la dirección nacional voxista, pero en el PP confían en que no se dejen llevar por el radicalismo. Según fuentes populares, Nolasco "no es Juan García-Gallardo", en referencia al polémico vicepresidente del Gobierno de Castilla y León. "Es lo opuesto", insisten en el PP, que ve en Nolasco un aliado que puede jugar un papel no muy distinto al de Julio Calvo, del sector templado de Vox, en Zaragoza. 

Una de las características de Azcón como gestor es su aversión a las polémicas y con Vox en un gobierno ese siempre es un riesgo. Por eso la formación ha quedado fuera de los departamentos sensibles, como Educación, Cultura, Medio Ambiente y Bienestar Social y Familia, que podrían ser terreno abonado para guerras culturales tan del gusto de los sectores más extremistas de la formación de Abascal. Se quedan con áreas de mera gestión y con competencias limitadas. El verdadero poder político del Pignatelli estará en manos del PP.

"El nuevo bipartito PP-Vox empieza a engrasar la maquinaria de su relación después de la negociación del pacto"

Los populares evitaron además los asuntos delicados (violencia de género y trasvase).Solo un detalle. Según fuentes consultadas, la exclusión del trasvase supuso cinco minutos de negociación: los populares amenazaron con ir a elecciones si no se atendía su exigencia. Vox tragó. Pese a todo, Azcón lanza un aviso: "No voy a renunciar a las ideas que toda la vida he defendido porque ahora tengan una parte del Gobierno de Aragón".

Por otro lado, el PP comienza a articular la acción de gobierno. Junto al presidente, sobresale el núcleo duro: Mar Vaquero, Octavio López y Roberto Bermúdez de Castro. La primera sostuvo la oposición al socialista Javier Lambán con su trabajo en las Cortes. Es una mujer que no solo cuenta con el prestigio interno, sino que es una dirigente respetada incluso por las fuerzas de la izquierda. Hoy es el puntal del Ejecutivo como vicepresidenta y responsable del Departamento de Economía, Empleo e Industria.

Octavio López es un experimentado político de la más estricta confianza del presidente, que asume Fomento, la consejería con mayor potencial inversor y sobre la que descansarán la estrategia de captación de empresas y los planes de interés general. López ha sido el muñidor de los pactos que le han dado a Azcón, además del Pignatelli, un amplio poder territorial. Es además la conexión con el partido, una cuestión que los dirigentes políticos suelen descuidar cuando tienen que asumir responsabilidades de gestión.

"Si Sánchez es presidente, Azcón podrá diseñar una estrategia de confrontación en la que se mueve como pez en el agua. Si gana Feijóo, el juego será diferente"

Bermúdez de Castro es el único consejero que repite como miembro del Consejo de Gobierno, dado que fue titular de Presidencia en la etapa de Luisa Fernanda Rudi. De ahí su protagonismo en el traspaso de poderes. Su experiencia como secretario de Estado en el Gobierno de Mariano Rajoy y sus contactos en Madrid han sido clave para que Azcón le haya dado la cartera de Hacienda.

En sus primeras declaraciones públicas como presidente, Azcón ha establecido una línea de continuidad con el relato político que trató de construir durante su etapa como alcalde de Zaragoza: contención fiscal, alfombra roja para empresas y apuesta por las políticas sociales. Y que no haya líos. Con la confianza de que las reglas fiscales puedan dar un respiro en 2024 y con un contexto económico favorable, el nuevo Gobierno PP-Vox ve margen para echar andar, aunque el barco sea más grande y difícil de gobernar.

Pero falta un elemento todavía hoy incierto que va a definir el futuro del Ejecutivo: el desenlace del proceso de formación del Gobierno central y la duda de si habrá nuevas elecciones. Fuentes del PP ven este escenario como real, con las cesiones a los independentistas como gasolina electoral. Si Pedro Sánchez es presidente, Azcón podrá diseñar una estrategia de confrontación en la que se mueve como pez en el agua. Si al final gana Feijóo, el juego será muy diferente.

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