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¿Qué tienen estos tres profesores aragoneses para ser nominados a mejor docente de España?

Pilar Diago, Sandra Vázquez y Alberto Quílez, de la Universidad de Zaragoza y que en noviembre sabrán si están entre los 10 finalistas de los Premios Educa Abanca, desvelan sus recetas educativas.

Arriba, izquierda, Sandra Vázquez, y abajo, Alberto Quílez. A la derecha, Pilar Diago.
Arriba, izquierda, Sandra Vázquez, y abajo, Alberto Quílez. A la derecha, Pilar Diago.
Heraldo.es

"No hay mayor satisfacción para un profesor que tener el reconocimiento de los alumnos". Lo dice Sandra Vázquez, pero lo pueden suscribir a pies juntillas Pilar Diago y Alberto Quílez. Los tres, profesores de la Universidad de Zaragoza, han sido nominados por los estudiantes a los Premios Educa Abanca a Mejor Docente de España, que se fallarán el próximo 24 de febrero.

De las 1.000 propuestas recibidas (siempre del alumnado y familiares, en el caso de Infantil y Primaria), los aragoneses han pasado el segundo corte (quedan 50 candidatos en Universidad) y el 15 de noviembre se publicará el listado de los 10 finalistas de cada categoría. "Lo bonito de la gala (anual) es que en ningún momento se le da protagonismo a una única persona; cuidan mucho el esfuerzo y méritos de todos los finalistas", cuenta Quílez, que resalta la importancia del currículum a la hora de figurar en tan valiosa lista. "Si estás entre ellos es porque a nivel científico, investigador, docente e incluso de transferencia (de conocimiento) tienes un currículum del último curso muy potente. Has publicado más, tenido más relevancia y logrado hitos destacables dentro de tu docencia a nivel de innovación", resalta con conocimiento de causa.

Estos son los perfiles de los tres aragoneses y sus claves para tener éxito entre su alumnado:

Pilar Diago: "Trato de transmitirles el espíritu crítico del Derecho, que salgan del pensamiento único"

Pilar Diago, catedrática de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Zaragoza.
Pilar Diago, catedrática de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Zaragoza.
P. D.

Exótica. Así califica su nominación Pilar Diago, catedrática de Derecho Internacional Privado en la Universidad de Zaragoza. De hecho, es la primera vez que se propone a algún docente de la Facultad de Derecho para estos premios. "La mayoría son de Magisterio. Mi función nuclear es la investigación a efectos jurídicos y luego está la docencia. Es una misión híbrida y no solo doy clases aquí sino también a notarios, registradores, en el CGPJ... Somos juristas que formamos a otros juristas", informa.

La asignatura que imparte es de las más complicadas del último año y obligatoria para terminar la carrera, de ahí su "gran satisfacción" al conocer que sus alumnos le propusieran a los galardones. "Es difícil encontrar catedráticos implicados con la innovación, lo que no quiere decir que no los haya. Es poder visibilizar un poco lo que hacemos en Derecho; una labor callada pero muy necesaria para la sociedad porque de nosotros depende que esos futuros juristas salgan bien preparados. Trabajamos muy duro, la mayoría vamos más allá del deber, y nuestros estudiantes salen muy bien preparados", afirma Pilar, al tiempo que comparte ese reconocimiento con sus compañeros (en especial con los de su disciplina).

Asimismo, considera que una de las misiones fundamentales del profesor universitario es la transferencia de conocimiento, a todos los niveles. "Tienes que aprender para luego enseñar. De ahí que se nos tendría que tratar mejor en ámbito docente; al reconocerte poco te vuelcas más en la investigación", explica. Ella, además de conocimiento jurídico, ha enseñado a sus alumnos a pensar. "Desde mis orígenes como profesora universitaria he tratado de trasmitir el espíritu crítico del Derecho; que los estudiantes salgan del pensamiento único. Esa es la clave. El universitario real es el que debe cuestionar todo; incluso yo les digo que no se crean lo que les cuento. Eso sí, siempre en un contexto de no bajar la calidad y no edulcorar la enseñanza", apunta

"Cualquier cosa que sea innovación que no equivalga a calidad, no me interesa"

Pilar Diago lidera la plataforma Millennium en código abierto en la que se establece una metodología nueva de enseñanza. En ella trabaja, desde hace 10 años, un equipo de seis personas, que utilizan recursos como el cine, el deporte, la música... "También usamos la gamificación y este año organizamos la tercera escape room; hemos sido pioneros. Y todos los cursos celebramos un certamen internacional en el que los mejores estudiantes hacen comunicaciones orales. A ellos les encanta y sobre todo se dan cuenta que aprenden y tienen soltura a la hora de resolver litigios jurídicos con esta metodología, pero también con mucho esfuerzo porque tienen que trabajar", advierte. Y es que, como subraya, cualquier cosa que sea innovación que "no equivalga a calidad" a ella no le interesa.

Sandra Vázquez: "Un docente tiene que generar oportunidades de aprendizaje continuas"

Sandra Vázquez, profesora de Ciencias de la Educación de la Universidad de Zaragoza.
Sandra Vázquez, profesora de Ciencias de la Educación de la Universidad de Zaragoza.
S. V.

Desde el primer día que puso un pie en el campus zaragozano de San Francisco para estudiar Magisterio, Sandra Vázquez tuvo claro que en un futuro trabajaría ahí como docente. "Cuando empezaron las clases, dije: 'Esto es lo mío'. Me encantó y tengo el privilegio de trabajar en lo que me gusta. Y cuando te apasiona, la dedicación y el esfuerzo es siempre menor", indica.

El tiempo le dio la razón. Tras cursar Magisterio y Psicopedagogía, entró con 24 años como profesora asociada en Unizar y en la actualidad es docente del Departamento de Ciencias de la Educación en Zaragoza. "El mío es un perfil muy ligado a la docencia, la investigación y la gestión. He sido coordinadora de grado, vicedecana, he dirigido los colegios mayores de la universidad (junto a Enrique García), codirijo la Cátedra Edelvives del cuidado Educativo integral (con Jacobo Cano)... Siempre estoy muy liada", reconoce. Asimismo, dice ser una persona inquieta, hiperactiva, comprometida con la institución académica y con los alumnos y que no tiene miedo a sumir riesgos. "Tengo la gran suerte de tener cierto nivel de creatividad que me permite innovar y probar cosas", apunta la también doctora en Ciencias de la Educación, que ha participado en más de 40 proyectos de innovación.

Con sus alumnos trabaja mucho con WhatsApp y le gusta jugar con los espacios y los tiempos. "En cuanto puedo los saco del aula", cuenta. A la hora de impartir clase subraya que nunca se puede improvisar. "Tienen que estar muy preparadas y responder a unos objetivos. Quiero que salgan muy formados en lo que son las competencias profesionales específicas, pero todas las competencias transversales son imprescindibles. Me refiero a un maestro que sea buen comunicador, que tenga habilidades sociales, que sepa resolver conflictos, emprender proyectos y liderarlos, que sea creativo... No puedes dejar al alumno como un mero receptor; no le va a ayudar a su desarrollo profesional", advierte. Es más, añade: "Si una clase no puede aportar algo más de lo que uno puede aprender por sí mismo, carece de valor. Un docente tiene que generar oportunidades de aprendizaje continuas".

"Mis alumnos nunca saben cómo va a ser la siguiente clase. Intento romper la monotonía con metodologías activas; no podría entrar a un aula a hacer todos los días lo mismo"

Todos esos objetivos, Sandra los trabaja con metodologías activas en el aula, entendida como un laboratorio. Y, hasta ahora, ¿qué le ha funcionado? "Trabajar por equipos, con aprendizaje cooperativo; o la gamificación, con retos y de una manera más lúdica. Voy probando cosas y creo que esto es lo que engancha al alumno, que nunca sabe cómo va a ser la clase siguiente. Intento romper la monotonía; no podría entrar a un aula a hacer todos los días lo mismo", admite. A ello hay que sumar una evaluación de carácter formativo, en la que los alumnos se tienen que autoevaluar. "Sobre todo cuando se trabaja en equipo. Mucha gente se sube al carro de trabajar con metodologías activas, pero luego llegas a la evaluación y no tiene nada que ver. No es coherente", observa.

Alberto Quílez: "Los alumnos agradecen mucho que las clases sean dinámicas y con metodologías que les hagan ser más protagonistas"

Alberto Quílez.
Alberto Quílez, en una imagen de archivo.
Oliver Duch

Figura entre los diez mejores docentes de España y, de nuevo, repite nominación. Alberto Quílez, profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación del campus de Huesca de Unizar, considera que la clave de estos reconocimientos está en su personalidad: la de ser "un culo inquieto". "Eso me lleva a estar metido en muchas cosas. No soy solo docente; coordino el plan de orientación en la facultad y tengo relación con los alumnos mas allá de lo que es el aula", explica.

Este próximo curso impartirá clases en 4º de grado de Primaria, en 1º en grado de Infantil y en el postrado de experto universitario de altas capacidades, título nuevo que dirige desde 2022. También volverá a utilizar el aprendizaje basado en el juego (gamificación), el 'learning thinking' (con el que elaboran mapas conceptuales y esquemas más creativos) e introducirá mucho trabajo cooperativo. "Desde el primer día hasta el último; incluso mis exámenes son en grupo", resalta.

Para Quílez (especializado en Neuropsicología), un buen docente tiene que tener cercanía y capacidad de escucha. "Al final es saber buscar un equilibrio entre lo que es el conocimiento y la parte más filosófica de la educación, que es educar. Mis alumnos agradecen mucho que las clases sean dinámicas y te preocupes por aplicar una serie de metodologías que les haga ser más protagonistas y no solo meros oyentes. Y también la orientación; notan mucho el cambio del Bachiller a la Universidad", dice.

"He sabido adaptarme a los perfiles de los estudiantes y personalizado el aprendizaje. Hay que tener una actitud positiva para tratar de sacar siempre lo mejor de ellos" 

A nivel individual, no esconde que le haría ilusión salir elegido esta vez el mejor docente, aunque conociendo lo difícil que es con repetir entre los diez finalistas se daría por satisfecho. "Estoy contento con el trabajo que llevo hecho y que creo que es por el que me están nominando: la cercanía, saber adaptarme a los perfiles de los estudiantes, personalizar el aprendizaje y tener una actitud positiva para tratar de sacar siempre lo mejor de ellos. Y, sobre todo, buscar que aprendan", destaca. Así es como le gustaría que le recordasen.

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