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Noelia Ferruz, investigadora zaragozana: "España forma muy bien a sus científicos, pero luego no hay apenas salidas"

La zaragozana forma parte de la generación de investigadoras menores de 40 años cuyo trabajo ha sido reconocido este año, por su aportación a entender el lenguaje de las proteínas. 

Noelia Ferruz, investigadora de Zaragoza.
Noelia Ferruz, investigadora de Zaragoza.
H. A.

La aragonesa Noelia Ferruz (Zaragoza, 1988) se ha colocado este año entre las investigadoras españolas menores de 40 años reconocidas por su trabajo. Licenciada en Químicas por la Universidad de Zaragoza, realizó un Erasmus en Cambridge (Reino Unido), donde entró en contacto con el campo de la Bioinformática. Posteriormente, estudió un Máster de Bioinformática para Ciencias de la Salud en la Universidad Pompeu Fabra y un doctorado en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona.

Su trabajo lo desarrolló durante varios años fuera de España, aunque volvió el año pasado. Sus primeras investigaciones las llevó a cabo en Estados Unidos y luego en Alemania, donde trabajó durante cinco años en la Universidad de Bayreuth como investigadora postdoctoral, especializándose en el campo del diseño de proteínas. Actualmente  trabaja en el Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB), adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Con las conclusiones de su estudio 'Aprendizaje del lenguaje proteico: diseño de proteínas a la carta' recibió en mayo el galardón L'Oréal-Unesco.  En su investigación se apoya en la inteligencia artificial para crear una especie de 'chatGPT' de las proteínas.

¿Su interés por la ciencia le viene de pequeña?

Era más bien curiosa, una niña normal. Me gustaba mucho el deporte y me metí a atletismo. Me gustaban muchas cosas, no sabía qué estudiar igual hasta bachillerato. 

¿El deporte le aportó valores que le han servido en la investigación, que puede ser también como una carrera de fondo?

Sí que me aportó. En atletismo competí mucho. Cuando me mudé a Barcelona encontré un grupo muy grande e íbamos a muchos campeonatos, hacíamos 1.500 metros, pero cuando me mudé a Alemania ya no encontré a nadie y era aburrido hacerlo sola. Me dio mucha resiliencia y la noto en otras personas que han hecho atletismo. Entrenábamos cinco o seis días a la semana, había que ser disciplinado, persistente, es una carrera de fondo y el mundo académico es igual.  

¿Por qué decidió salir fuera, tanto como estudiante erasmus como luego en su carrera?

Tenía muchas ganas de viajar. Muchos estudiantes quieren irse seis meses o un año fuera, ver cómo será la universidad en otro país. Te cambia bastante la perspectiva, tuve más claro qué hacer. Empecé a conocer otros campos. Además, fui con un nivel de inglés bastante básico y me sirvió para aprender el idioma. Cuando acabé la carrera en 2016 muchos nos teníamos que ir si queríamos seguir por el camino académico. Era muy común ir a Alemania, que tiene muchas ofertas de empleo y les falta personal de nuestros perfiles de ciencias, ingenieros… personal muy cualificado.

Noelia Ferruz, investigadora de Zaragoza.
Noelia Ferruz, investigadora de Zaragoza.
H. A.

¿Sigue sin haber oportunidades laborales para este tipo de perfiles en España?

Es una pena porque España forma muy bien a sus científicos, pero luego no hay apenas salidas una vez que estás formado del todo y eres doctor. Ha mejorado la financiación, pero en España va por olas. Ahora tenemos unos años muy buenos porque han venido fondos europeos. Hemos vuelto bastantes investigadores con esta financiación temporal, pero hay que ver cuando se acaben qué pasa, porque puede ser que vuelvan las vacas flacas.

La pandemia de covid hizo que en 2020 viéramos la importancia de invertir en ciencia e investigación. ¿No dura ya ese efecto?

Me pilló casi toda la pandemia en Alemania y allí el trabajo de científico es muy valorado. Sí que noté que fue un cambio general en la sociedad  dándose cuenta de que es importante, pero creo que se ha diluido un poco.  

Al hablar con una investigadora sigue siendo una pregunta casi obligada por qué hay menos mujeres en las carreras y puestos científico-técnicos. ¿Qué es necesario para acabar con esta brecha?

En los últimos 20 años no parece que haya mejorado mucho porque, por ejemplo, el porcentaje de catedráticas sigue siendo bajo. No sé cómo se puede mejorar. El mundo académico es muy competitivo. Hasta que haces el doctorado se ve en las gráficas que hombres y mujeres producimos al mismo nivel, pero cuando tenemos hijos hay un desnivel porque las cargas familiares suelen recaer más en nosotras. Al nivel de catedrático llegan pocas, pero la mentalidad está cambiando. Soy optimista y espero que cambie.

¿Cuándo empieza a notarse ese diferente camino entre las vocaciones de hombres y mujeres, es una cuestión social? 

Cuando son muy pequeños no notan nada, pero cuando van creciendo se van impregnando de esas normas sociales. Cuando yo a los 6 años quería jugar a fútbol y no me dejaban me cabreaba. Eso es un problema porque a los seis años no hay mucha diferencia física. Sin embargo, en el atletismo había muy buen ambiente. Me encantó. Allí no noté sesgos. Empecé en el Helios y luego en el Scorpio. Entrenaba en las pistas del CPS. 

¿Cree que ayuda contar con referentes femeninos en estudios y profesiones que se consideran masculinizadas?

Es importante que haya modelos a seguir. Hacen una labor de visibilizar que existe ese trabajo, que hay científicas y que hacen trabajos técnicos. Además, es el reconocimiento por la labor de muchos años de trabajo. 

Está embarazada y tiene una hija de dos años que nació durante su estancia en Alemania. ¿Teme que la maternidad penalice su carrera?

Como ya tengo una niña pequeña vengo preparada para estudiarme los tiempos de las convocatorias y qué y cuándo tengo que priorizar. Lo he dejado todo preparado para los meses que no estoy, pero sin previsión podría ser muy perjudicial, sí. No creo que me afecte mucho en esta ocasión, tambien porque en España solo tenemos 16 semanas de baja y en Alemania era un año.

No desconectó del todo ese tiempo, creo que su cabeza siguió trabajando.

Muchas veces en Alemania cuando no me salían los proyectos me decía 'qué hago aquí'. La ciencia a veces falla, no sale bien. Se te pasa por la cabeza si merece la pena seguir intentando luchar por esos proyectos. Cuando me empeñé con el modelo chat me encabezoné como aragonesa y este salió bien. Este proyecto lo empecé a pensar de baja maternal, a final de 2021. Salieron muchas cosas en esos años.

¿Cómo puede explicar de forma sencilla lo que supone su investigación sobre el lenguaje de las proteínas premiada con el galardón L’Oréal-Unesco?

Hemos elaborado un modelo que procesa cantidades de texto muy largas, que se parecen a las proteínas, que son como un código, una secuencia de letras donde está guardada información. La idea es que si están funcionando tan bien con lenguaje natural podíamos cogerla, entrenarla para proteínas y ver qué pasa. Hablan directamente el código proteínas y generan proteínas nuevas. Consistirá en entrenar modelos de lenguaje, como los usados por Google Translator o ChatGPT, en el espacio conocido de proteínas.  

¿Qué aplicaciones puede tener?

Muchísimas porque las proteínas hacen todo lo que ves alrededor, me permiten hablar, hacer la digestión, la fotosíntises, todo lo que ves lo permiten ellas. Con trabajo de ingeniería se pueden modificar y usar para abaratar procesos, desde hacer vacunas a captar más CO2.

 

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