entrevista

Odile Rodríguez de la Fuente: "Mi padre está en el inconsciente colectivo del país"

La hija pequeña del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente visitó Zaragoza el jueves pasado para inaugurar la obra que recuerda a su padre en el Acuario.

Odile Rodríguez de la Fuente, en Zaragoza.
Odile Rodríguez de la Fuente, en Zaragoza.
Oliver Duch

Odile Rodríguez de la Fuente (Madrid, 1973) habla con la misma pasión que lo hacía su padre. Es la pequeña de las tres hijas del divulgador y naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, el símbolo de toda una generación de españoles que creció viendo sus documentales sobre naturaleza y fauna. Bióloga de formación, está volcada también en la difusión de cuestiones medioambientales como la escasez del agua, incendios forestales la contaminación por plásticos o la biodiversidad. 

En 2020 publicó el libro 'Félix. Un hombre en la tierra', que recoge citas de su padre organizadas por temáticas sobre cuestiones que no han perdido vigencia. El pasado jueves visitó la capital aragonesa para participar en una jornada que se celebró en el Acuario, que cumplía 15 años.

Ha venido a Zaragoza a inaugurar un busto ubicado en el hall de entrada del Acuario dedicado a su padre, el naturalista y divulgador Félix Rodríguez de la Fuente, que dará nombre también al auditorio. ¿Qué le ha parecido la obra?

Es una maravilla porque recoge especies simbólicas muy vinculadas a mi padre como el halcón y el lobo, un cuaderno de campo, por la transmisión de la cultura, una niña, que soy yo, por su cercanía a los niños, y unos prismáticos. Creo que no debe de haber fotos de él sin prismáticos, a no ser que fuera para una entrega de premios.

"Mi padre nos hizo ser mejores personas, más empáticas, celebrar la vida"

Su padre nos enseñó a varias generaciones esos y otros animales en sus hábitats. ¿Qué tenía para que más de cuarenta años después de su muerte siga recibiendo homenajes?

Yo creo que está en el inconsciente colectivo del país. Aparte de que fuese una persona tremendamente popular en su época, era transversal, nos hablaba de humanidad y de vida. Creo que eran valores que hacen que todavía permanezca su legado porque él nos hizo ser mejores personas, más empáticas, celebrar la vida. Todo lo que se asocia a él es positivo. Por eso creo que se le recuerda todavía y porque muchos de sus niños están ya trabajando en diferentes ámbitos y lo vinculan a su infancia y a algunos de los mejores recuerdos.

Hay una generación marcada por él, los que veíamos su serie documental ‘El Hombre y la Tierra’ y cantábamos la canción que le dedicó el dúo infantil Enrique y Ana.

Claro, una generación Félix. Todos los que tenemos cuarenta y muchos.

Usted tenía solo seis años cuando murió en un accidente de avioneta en Alaska en 1980. ¿Qué recuerda de él como padre?

Lo veía como creo que todas las hijas ven a sus padres, como algo especial, pero el tiempo me lo ha confirmado. Era verlo y decir qué bien me lo voy a pasar, vamos a salir al campo, me va a contar historias. Era una persona muy cariñosa, era muy de cogerte, de abrazarte, de olerte, con esa misma pasión que transmitía. El mundo a través de los ojos de mi padre era la bomba.

"Había ausencias prolongadas, pero que compensaba muy bien porque cuando estaba, estaba totalmente presente"

Habría muchas ausencias por sus viajes, ¿cómo las llevaba una niña?

Había ausencias prolongadas, pero que compensaba muy bien porque cuando estaba, estaba totalmente presente.

No con regalos, ¿no?

No, mostrando genuino interés por nuestro universo infantil. A él le encantaban los niños y sus hijas, ni te cuento. Se le caía la baba con nosotras. Yo recuerdo a mi padre casi preguntándonos más cosas que contándonos. Cómo veíamos el mundo, qué nos había pasado. Entraba en tu mundo de verdad.

¿Cómo cree que vería el mundo de hoy, cuestiones como el cambio climático, del que no se hablaba entonces, o el negacionismo?

Mi padre era una persona que no era dogmática, que no regañaba, no se posicionaba por encima de los demás, no juzgaba. Llamaba nuestra atención, pero él sobre todo, seducía, arrastraba. Incluso con gente que le daba caña, mi madre me cuenta que siempre los perdonaba. Era muy tolerante.

Félix Rodríguez de la Fuente fue uno de los grandes naturalistas de España.
Félix Rodríguez de la Fuente fue uno de los grandes naturalistas de España.
Tierra Rapaz

En temas como la protección del lobo, cuando se producen ataques a rebaños como ocurre en Aragón, ¿habría encontrado también un equilibrio?

Sí. Hay muchas citas de mi padre, que yo recojo porque doy charlas sobre el tema del conflicto del lobo, y era una persona muy equilibrada. Siempre se ponía en la piel del ganadero y decía que nunca antepondría intereses de animales por encima de los humanos legítimos y de supervivencia, no de hacer una urbanización. Vivir dignamente, sobrevivir, es importante y hay que anteponerlo. Encontraba siempre la vía de equilibrio. No se podía extinguir la especie pero no podía vivir en determinados lugares y si lo hacía tendría que ser con medidas compensatorias o disuasorias. Hay que recordar que él viene de Poza de la Sal (Burgos), un pueblo de ganaderos y consideraba que tanto el mundo rural como las formas tradicionales de gestión del territorio a través de la agricultura y la ganadería eran temas importantísimos, que debían permanecer. Buscaba ese equilibrio, cómo podríamos convivir en armonía.

"Doy charlas sobre el tema del conflicto del lobo, y él era una persona muy equilibrada. Siempre se ponía en la piel del ganadero y decía que nunca antepondría intereses de animales por encima de los humanos legítimos y de supervivencia"

Y era un gran comunicador también.  

Yo creo que eso es parte es genético, nació con ese don que lo heredó de su padre, que era notario y se dice que era un gran orador. Mi padre era una persona con una memoria extraordinaria porque nunca se llevaba ningún guión, improvisaba en la radio, incluso la voz en off de sus documentales.

¿El amor por los animales le viene por esa vida en la naturaleza en un pequeño pueblo?

Claro. Él fue doctor en Medicina, se graduó con un premio especial, pero no se escolarizó hasta los 10 años. Vivió una infancia libre y montaraz y de ahí es de donde surge todo lo demás.

¿Una infancia salvaje?

Sí, pero con mucha estabilidad familiar. Con un núcleo que al final era un núcleo rural que era como una tribu extendida, donde todo el mundo se conocía y a partir de ahí podía explorar todo el entorno que le rodeaba y con un gran amor a la cultura que se cultivaba en su casa.

¿Por qué fue al colegio tan tarde?

No se escolarizó porque su padre no creía en una escolarización temprana, era una persona también adelantada y porque cuando lo iban a escolarizar, con siete años, estalla la guerra civil. No le mandan ya al colegio interno en Vitoria hasta los diez años.

Sería un choque muy fuerte pasar de la libertad en el campo al internado.

Como dice él, fue el primer intento para domesticarle.

"Esta crisis se puede transformar en nuestra mejor oportunidad, precisamente para aprender la lección más importante, que somos naturaleza, que la mejor inversión que podemos hacer es en la naturaleza"

Publicó 'Felix. Un hombre en la tierra', un libro de citas de su padre justo el año de la pandemia. ¿Hemos salido mejores de esta experiencia?

La pandemia tuvo un efecto positivo, que la gente empezó a valorar lo que supone estar al aire libre, pisar hierba, escuchar a los pájaros. Fue positivo incluso para la propia biodiversidad porque entraron animales en ciudades. Hubo una renaturalización de muchos espacios. En aquella época tenía que estar toda la fauna alucinando, diciendo dónde se ha metido tanta gente. De hecho, también hubo mucha gente que cambió el chip de vida, empezó a reflexionar sobre el trabajo que tenían, el tipo de vida y se reinventaron.  

Yo considero que esta crisis se puede transformar en nuestra mejor oportunidad, precisamente para aprender la lección más importante: que somos naturaleza, que la mejor inversión que podemos hacer es en la naturaleza.

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