Javier Almazán: "Los sueños de fama se van diluyendo con la madurez"

El artista más conocido como Copiloto (Zaragoza, 1975) está celebrando el 15º aniversario de la publicación de su primer disco y el próximo día 17 recala en La Lata de Bombillas.

Copiloto repasará en sus últimos conciertos las canciones de ‘Defensa del artista que no existe’. g. mestre
Copiloto repasará en sus últimos conciertos las canciones de ‘Defensa del artista que no existe’.
Guillermo Mestre

Le tenía por oscense, pero veo que nació en Zaragoza...

Me siento muy aragonés. Crecí y pasé los años decisivos de todo ser humano –hasta la mayoría de edad– en Huesca. Después de lustros dando vueltas por ahí fuera, me instalé en Zaragoza. Mi madre es de Alcañiz y por eso en esta minigira de conciertos paso por las tres provincias.

Celebra quince años de su debut discográfico. ¿Siente vértigo?

Empecé a hacer canciones con doce años, pero la publicación del primer disco se retrasó bastante. Ya pasaba de los 30 y piense que los Beatles se separaron con 27...

¿Fueron los de Liverpool sus primeros referentes?

El primer concierto al que me llevó mi madre fue uno de Serrat, pero en la etapa de formación lo primero que sacudió mi cabeza sí fueron los Beatles. Radio Futura también me gustaban muchísimo. A Dylan, Bowie y Cohen creo que ya los descubrí de más mayor.

Dicen de usted que es un ‘artesano del pop’...

Me gusta esa etiqueta porque la asocio al oficio. Al fin y al cabo, tiras de inspiración pero hay mucho de rutina, de perseverar y de medir rimas y estrofas en casa en pijama. Es como ser un carpintero pero en versión lírica. Disfruto mucho en la creación de la canción y, también, en las grabaciones porque es cuando las dejas ahí para siempre.

Ahora cualquiera puede pedir a la inteligencia artificial que haga una canción ‘estilo Copiloto’.

Ante cualquier novedad la primera reacción siempre es de miedo y de pensar que lo presente es peor que lo de antes. En el fondo, nos va a dar igual: es lo que nos toca, es con lo que tenemos que lidiar y no podemos amargarnos sino utilizarlo en nuestro propio beneficio. Ya se dijo en su día que las guitarras eléctricas arruinarían la música y que las cajas de ritmos acabarían con los bateristas.

Lo dice usted que es casi un hombre orquesta...

En la última gira sí estaba yo solo en el escenario, pero ahora vuelvo a tocar con una banda. Soy bastante limitado en todos los instrumentos porque no he tenido paciencia para estudiarlos. Ahora sí lo estoy haciendo y espero poder tocar mejor la guitarra o el piano.

¿Qué hace falta para dar con una buenas melodía?

El punk ya demostró que para hacer una canción con una melodía basta con tres acordes. Para el pop necesitas más versatilidad, pero hay canciones maravillosas de apenas uno o dos acordes. Eso es inspiración, no tanto artesanía.

¿El reguetón le interesará?

Es el signo de los tiempos. La música anglosajona dominó la mitad del siglo XX y hoy el mundo es más global: la música latina tenía que tener su momento. La música urbana me gusta; el reguetón no tanto por un tema rítmico. Jugando con mis hijos sacamos ritmos tanto de Queen como de Rosalía.

¿Qué aficiones tiene al margen de la música?

El arte me mueve mucho, así como viajar y ver otras culturas. Ahora valoro cosas como ir a la montaña o estar con la gente a la que quiero. Creo que tiene que ver con hacerse mayor. Me gusta muchísimo el cine, las bandas sonoras y todo lo audiovisual.

¿No le da ansiedad tener que ver todo aquello que se estrena?

Me he quitado de las series porque empezaban a ser el opio del pueblo: una evasión para ver por la noche cansado en casa y olvidarte de que mañana tienes que volver a estar en tu trabajo que no te gusta. He vuelto a conectar con las películas, aunque confieso que a veces las veo a trozos.

¿Mantiene los sueños de fama?

Los tuve, todos hemos tenido 15 años, pero con la madurez se van diluyendo: ya sé que nunca seré portada de ‘Rolling Stone’. Cuando empecé a sacar discos me conformé con poder ir a festivales y que las críticas no fueran malas. No he conseguido que la música me dé de comer, pero creo que la gente que empieza ahora lo tiene peor: casi hay que ser rico para poder ser artista.

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