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Julio Ceballos: "China muta de piel cada tres años"

El consultor de negocio en el gigante asiático (Reinosa, 1979) presentó en la Cámara de Comercio de Zaragoza su libro 'Observar el arroz crecer', que va ya por la quinta edición.

Julio Ceballos, este martes en la Cámara de Comercio de Zaragoza.
Julio Ceballos, hace unos días en la Cámara de Comercio de Zaragoza.
Toni Galán

¿Cómo es eso de que guarda un pantalón heredado en 2002 de un estudiante chino en Viena?

Aún los conservo por una cuestión nostálgica. Estaba buscando una habitación de estudiante en un piso compartido y en el que me quedé a vivir salía un chino, que volvía a su país. Dejó los armarios llenos y la mitad no me valía. Nunca más supe de él.

Fue su primer contacto con una persona de China y ahora lleva 18 años trabajando ahí como consultor de negocio.

No puede ser de otra manera. China es tan sumamente distinto que no puedes permanecer en una burbuja de occidentalidad más de un año y medio. Cuando llevas tanto tiempo trabajando y conviviendo con los chinos al final adoptas un estilo de vida chino: te relaciones con chinos, tus amigos son chinos y acabas hablando chino la mayor parte del día.

¿No soñará en chino?

No. Eso es curioso porque he llegado a soñar en alemán e inglés. Es un idioma complejísimo.

¿Cómo explica que su libro vaya por la quinta edición?

Creo que es una mezcla de tres cosas. Primero, se ha publicado en un momento en el que China está reclamando un papel geopolítico muy relevante -el de negociador en la guerra de Ucrania y pacificador entre Arabia Saudí e Irán- y, de repente, hay una mayor conciencia de que hay que entender ese país. Segundo, la editorial (Ariel). Y tercero: libros sobre China hay muchos y buenísimos, pero yo he escrito el que me hubiese gustado haber leído hace 18 años cuando fui ahí.

Si usted no lo hubiera escrito y lo hubiese leído antes de ir a China, ¿de qué le habría servido?

Me hubiese fascinado el país y entrado todavía más ganas de conocerlo. Me he marcado dos metas con este libro: dar a conocer otra China -que a menudo no sale en los medios- mucho más humana y entrañable, que es la que yo he conocido; y generar un interés sincero por visitar el país.

¿Qué quiere China de nosotros?

Lo que no quiere es un mundo antichino y, para que eso sea así, no puede funcionar solo con reglas occidentales.

Afirma que China conoce mejor Occidente que nosotros.

Hay un desfase muy grande entre el conocimiento que tienen ellos de nosotros y el que tenemos nosotros de ellos.

En Occidente hay un recelo hacia China, ¿qué parte de responsabilidad tiene el gigante asiático de que lo veamos así?

La imagen negativa, fea y antipática que se tiene de China es producto del relato que proyectan de ella los medios occidentales. Pero es verdad que ellos tienen que ser mucho más transparentes; tienen que abrirse más al mundo y resultar más accesibles.

En la gestión de la covid fue críticada por su falta de transparencia.

Eso no es cierto. Las primeras tres semanas gestionaron mal la información de lo que estaba pasando. De hecho en Wuhan las propias autoridades, que luego han sido procesadas por ello, intentaron echar arena encima del problema. Pero en cuanto Pekín identifica que es la cepa de un nuevo virus, empiezan a construir hospitales de emergencia, confinan Wuhan, descifran la cadena genética del virus y lo comparten con la OMS y Occidente. Este dejó pasar dos meses sin prestar atención a las advertencias de China y el virus ya estaba aquí.  Esa imagen de que China se la jugó al mundo es falsa desde mi punto de vista.

"Lo que no quiere China es un mundo antichino"
"Esa imagen de que China se la jugó al mundo con la covid es falsa"
"Valoran mucho la herencia histórica de España, que haya sido una gran potencia. El chino respeta al que se hace respetar"
"La gran empresa aragonesa ya está en China, pero siguen surgiendo nuevos nichos de mercado que se pueden aprovechar"

Para usted, España es un país "diplomáticamente débil, geopolíticamente residual y sin apenas fuerza negociadora en China".

Ten en cuenta que aunque son nuestro primer proveedor, nosotros no estamos ni siquiera en el top 15 de proveedores. La capacidad que tenemos de presionar a China es mínima. Ahora bien, España forma parte de la Unión Europea, que como agregado es su primer socio comercial, y como miembro no precisamente desdeñable en la UE tenemos un papel que jugar. Y nuestras relaciones con China son buenas. Valoran mucho nuestra herencia histórica, que haya sido una gran potencia. Siempre digo que el chino respeta al que se hace respetar y saben que España ha sido un país que ha jugado un papel geopolítico histórico clave.

¿Qué le recomendaría a un empresario aragonés que quiera emprender en ese país? Teniendo en cuenta que sin muchas ganas y energía allí solo se pierde el tiempo, tal y como apunta.

Hay que partir de dos premisas: a priori los chinos ya tienen de todo y la gran empresa aragonesa ya está en China. Pero siguen surgiendo nuevas empresas todos los días y, sobre todo, nuevos nichos de mercado que se pueden aprovechar. Son tres pasos básicos: un autodiagnóstico, un ejercicio de humildad de decir qué les puedo ofrecer que no tengan y cuánto estoy dispuesto a arriesgar hasta obtener resultados. No van a venir rápidamente; una década hasta tener un negocio sólido rodando.

Su apuesta es que China no va a colapsar.

Se enfrenta a muchos obstáculos y no hay garantía ninguna de que vaya a liderar el mundo este siglo. Pero como sus metas no están en este siglo- gobiernan con la mirada puesta en el XXII- probablemente tropezarán, aunque se volverán a levantar. Así que a la pregunta de si liderarán el mundo, la respuesta es 'sí'. ¿Cuándo? Antes o después. El tiempo juega su favor. El futuro es más chino que el presente.

¿Qué es lo que más le sorprendió cuando llegó ahí?

Contiene muchas realidades, a menudo contrapuestas. No solo habitan muchas 'chinas' en China sino que el propio país muta de piel cada tres años. He convivido con China 18 años, pero he vivido en seis 'chinas' diferentes. Lo que más me llamó la atención entonces y hoy es el dinamismo; la sensación de ímpetu y una población trabajando duro en una misma meta. Podemos discutir si esa meta es buena o mala, pero es potentísimo ver a toda esa gente motivada, ambiciosa y autoexigente construyendo sus pequeños proyectos, que son engranajes de esa gran maquinaria que es la construcción del futuro de China.

¿Tiene que ver con concebir el país como una gran familia y el peso que esta tiene para ellos?

Claro. De una manera muy conceptual, ellos se consideran herederos de un legado milenario y se saben un pequeño eslabón de una enorme cadena que se remonta a 5.000 años atrás. Están muy unidos por ese sentido de la nación y eso mueve montañas.

Comenta que la juventud china es la más optimista del planeta.

Sí. En la mentalidad china mirar al pasado con resentimiento es una pérdida de tiempo y, en todo caso, pueden extraer lecciones para que no se repitan. Ellos miran al futuro, es su forma de vivir la vida. Aparte, ¿cómo no van a ser optimistas si en los últimos 40 años solo han visto cómo su cuenta corriente ha ido creciendo ininterrumpidamente? Cuando me preguntan si son felices los chinos, respondo que 'sí'. Están ampliamente satisfechos con la gestión de sus gobernantes.

Llama la atención que siendo gente tan pragmática cierren acuerdos en función del calendario lunar.

Creen que el 70% depende de tu esfuerzo, tu afán, de méritos y contactos; y luego hay un 30% aleatorio. Para los chinos, hay una parte de la realidad que es invisible, esotérica y que no debemos desentrañar. Está ahí y lo único que deberíamos hacer es intentar entenderla un poco para no actuar en su contra. Le dedican mucho tiempo a la geomancia, el zodíaco, lo astral, el azar, el feng shui...

"El futuro es más chino que el presente. Gobiernan con la mirada puesta en el siglo XXII"
"¿Cómo no van a ser optimistas si en los últimos 40 años solo han visto cómo su cuenta corriente ha ido creciendo ininterrumpidamente?"
"Para los chinos, hay una parte de la realidad que es invisible, esotérica y no debemos desentrañar. Le dedican mucho tiempo a la geomancia, el zodíaco, lo astral, el azar, el fengshui..."
"Del mismo modo que es contraproducente hacer cosas en tiempos y lugares poco propicios, no van a hacer nada que disguste a la familia" 

Nunca se les ocurriría llamar a una hija Dolores, Angustias o Martirio.

¿Cómo bautizan los chinos a sus hijos? De manera auspiciosa: 'sano e inteligente', 'fuerte y rico', 'estudioso y trabajador'… Intentando que su nombre permee en la personalidad del niño y que eso le ayude.

Y no conoce a ningún chino que se haya casado sin haber obtenido antes la aprobación de la familia.

Sí. Del mismo modo que es contraproducente hacer cosas en tiempos y lugares poco propicios, no van a hacer nada que disguste a la familia. Tienen muy presente que ahí no ha habido nunca, ni probablemente haya, un Estado del bienestar como el nuestro. Saben que sus únicos paracaídas son su propio esfuerzo, su red de contactos y, en primer término, a su familia. Romper los lazos familiares es autocondenarte al ostracismo y, además, nadie entendería que abandonases a tu familia.

Habla de cosas positivas de China. ¿Y los peros? Empezando por que no se respetan los derechos humanos.

Muchos. China no es el paraíso. Es un país en vías de desarrollo que lo ha hecho a mucha velocidad y que ha cambiado el modelo de crecimiento porque ya no les interesa la cantidad sino la calidad. En estos 40 años en la cuneta han dejado muchas cosas; son muy conscientes de ello. Los derechos humanos son un catálogo y de los 23 que lo componen prestan mucha atención y apoyo a algunos, poco a otros y nada a otros. La libertad de expresión o el derecho a la libre asociación a día de hoy no están en su régimen de prioridades. Y lo explican de una manera muy china: 'no se puede hacer todo a la vez'. Ahora están concentrados en acabar de sacar a 800 millones de personas de la pobreza, van a intentar duplicar la renta per cápita de todos los chinos y que pasen de 12.000 a 25.000 dólares en 8 años.

¿Qué es lo que más le ha servido en su trabajo en China?

La perseverancia, no te queda otra. Es la gente más paciente del mundo y la única manera de trabajar con ellos es ser más paciente todavía. China es una carrera de fondo.

Y tras 18 años ahí, ¿es más chino o más español?

Soy mucho más chino que cualquier español, pero sigo siendo tres cuartas partes español.

Y, ahora, ¿dónde está?

Con un pie en España y con otro en China.

¿El gigante asiático es su destino definitivo?

No. Con la edad te das cuenta que, como los salmones, uno vuelve ahí donde ha nacido, está sus raíces y familia. Eso no me lo quiero perder. De China uno no desconecta nunca y, además, me he especializado en una realidad que no muchos conocen y va en ascenso. China es mi segundo hogar, pero el primero es Cantabria y España.

¿Puede haber otro país u otra sociedad que le genere tanto entusiasmo?

Sí. Soy una persona muy entusiasta y vital y todo me llama la atención. Me podía haber ido a Burkina Faso, Mozambique o Guatemala y la ilusión habría sido parecida. Pero hay dos diferencias grandes: en esos países al final se agota el asombro y no van a cambiar el mundo. Eso no sucede en China. No se agota el idioma, la cultura, el enigma... Y va a cambiar el mundo. Se mezcla la fascinación infinita y un país que está llamado a escribir el futuro del siglo XXII.

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