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Un Aragón cada vez más envejecido, más diverso y con mayor formación

Más de 1,3 millones de personas residen en la región, pero el 70% se concentran en municipios de más de 10.000 habitantes. 

Una pareja pasea con sus hijos por Zaragoza.
Una pareja pasea con sus hijos por Zaragoza.
Guillermo Mestre

Aragón se está convirtiendo en una comunidad cada más envejecida, pero también más diversa y con mayor formación y salud. De los 1,32 millones de personas que a 1 de enero de 2022 residían en la región, un 12,4% era de origen extranjero, un 22,1% tenía más de 65 años y un 43,3% contaba con estudios superiores. Todas estas cifras mantienen una tendencia ascendente, puesto que hace casi dos décadas, en 2003, apenas un 5% de la población era inmigrante, un 21,3% estaba ya jubilada y 28,8% tenía formación superior, lo que evidencia hacia donde se dirige la región, que en aquel momento estaba conformada por poco más de 1,23 millones de vecinos.

El envejecimiento de la pirámide poblacional es quizás una de las cuestiones que más preocupan, dado que la edad media se eleva a los 45,3 años frente a los 43,4 de hace una década. "Los índices de mortalidad está experimentando un crecimiento y lo harán en los próximos años, dado el elevado porcentaje de población que está llegando a su final biológico", puntualiza el catedrático en Sociología Carlos Gómez.

Todo ello pese a que en los últimos años, gracias al "mayor nivel cultural" y también a la mejora de la medicina preventiva, está aumentando la esperanza de vida. En 2021, último dato disponible en el Instituto Aragonés de Estadística (Iaest), se situaba en los 80,6 años en el caso de los hombres y se elevaba a los 85,9 entre las mujeres. Esta diferencia, recalca el sociólogo, "es muy difícil que llegue a eliminarse" a pesar de que en las últimas décadas se está produciendo "una similitud en los hábitos saludables entre ambos géneros".

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A este envejecimiento se le une una mayor concentración de la población en los núcleos urbanos. Hasta el 70,3% de los aragoneses residen en los 14 municipios de más de 10.000 habitantes. Y apenas un 13,8% lo hacen en localidades intermedias y un 15,9% en aquellas de menos de 2.000 vecinos. Hace dos décadas, en las zonas rurales vivía alrededor del 23% de la población de Aragón. Este "desequilibrio territorial", apunta Gómez, supone un "grave problema", puesto que los "municipios despoblados no atraen inversiones privadas e incluso sus recursos endógenos no son aprovechados a causa del envejecimiento de la población".

Por ello, en un contexto en el que hay un volumen de trabajos que no requieren presencia física, apuesta por la disponibilidad de banda ancha –el 98,2% de las viviendas tienen este tipo de conexión– así como por la existencia de buenas vías de acceso y de recursos sociales" para atraer población. Asimismo, considera relevante la necesidad de llevar a cabo deducciones fiscales a nuevos pobladores o préstamos para la rehabilitación o adquisición de viviendas de primeras residencias así como políticas para favorecer a los emprendedores en pequeños municipios.

En la mayor parte de los hogares de Aragón (hasta un 30% según los datos de 2021) viven solo dos adultos, mientras que otro 28% son viviendas unipersonales. Un 16,5% corresponden a menores de 65 años, mientras que un 11,5% superan esta edad. Las parejas con un hijo suponen el 12%, mientras que en un 13,7% hay dos adultos y dos o más menores. En un 10,1% de los casos reside en el piso una persona con discapacidad. La mayoría de los hogares aragoneses, según los datos del Iaest, son en propiedad, mientras que un 17,8% están alquilados y un 6,6%, en régimen de cesión.

En este sentido, Gómez pone el foco en las dificultades que tiene la población joven para emanciparse, provocando que tan solo un 15% de los menores de 30 años se acaben yendo de casa de sus padres, según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. La situación económica retrasa estas cuestiones y más teniendo en cuenta el alza registrada en el IPC durante el año pasado y que en marzo de 2023 se mantenía un incremento del 2,7% interanual. Por su parte, los salarios no crecen al mismo ritmo: entre 2010 y 2020, la ganancia media aumentó en menos de 2.000 euros brutos al año hasta alcanzar los 24.113,57.

La maternidad se retrasa

Tardar más en independizarse se traduce también en un retraso de la maternidad. En 2021, la edad media a la que la mujer tenía su primer hijo rozaba los 32 años, mientras que en 2002 apenas se sobrepasaban los 30. Casi dos años más en solo dos décadas. "Ahora las expectativas de ser madre están condicionadas por la incorporación al mercado laboral. Además, consolidar un puesto de trabajo es muy difícil y requiere de muchos sacrificios, por lo que se retrasa la maternidad", especifica.

Tampoco ayuda, incide, que las "políticas sociales existentes en el país tengan un carácter muy complementario". No obstante, la previsión de Gómez es que en los próximos años se pueda producir un leve incremento de la natalidad, que dependerá de la mejora económica y de que "se produzcan nuevos asentamiento de población extranjera o regresen los jóvenes aragoneses que se fueron fuera por motivos laborales".

De hecho, en los últimos años se ha mantenido el número de hijos por mujer en torno a los 1,3, gran parte gracias a la aportación de la población inmigrante. Sin embargo, con la segunda generación este efecto se diluirá, puesto que la integración será total y los "hábitos reproductores se volverán similares". "La bajada de la natalidad provoca un envejecimiento de la población y, por ende, un aumento de las necesidades sociales y sanitarias", recalca.

Las dificultades para acceder a la vivienda también afectan al matrimonio, una institución que cada vez está menos de moda. "Actualmente los jóvenes optan por vivir en pareja y tras un tiempo, que en algunos casos se prolonga durante años, regulan o no administrativamente su situación", explica el catedrático. Prueba de ello es que, mientras que en 2002 los hombres que se casaban por primera vez lo hacían a los 31,05 años de media y las mujeres a los 28,94; en 2021 estas cifras ascendían a los 36,42 y 34,19 años, respectivamente. Además, incide Gómez, "estar casado o no socialmente cada vez tiene menos importancia a la hora de decidir tener un hijo".

Temporeros recogen cerezas en un campo de Aniñón.
Temporeros recogen cerezas en un campo de Aniñón.
MACIPE

"La inmigración no repuebla el medio rural"

Las proyecciones demográficas revelan que la llegada de inmigrantes seguirá salvando el crecimiento de la población aragonesa durante años. En la Comunidad residen 164.762, según los últimos datos publicados por el Instituto Aragonés de Estadística, que suponen el 12,4% de la población total.

"Estamos en un crecimiento negativo, hay más defunciones que nacimientos, y el saldo migratorio es positivo porque llega gente de fuera. Es un momento demográfico complicado", resume Raúl Lardiés, profesor del departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Escuela Politécnica de Huesca. Está convencido de que esta tendencia va a seguir creciendo, tanto por "las diferencias entre el norte y sur en cuanto a desarrollo" como por "fenómenos coyunturales como las situaciones de Venezuela y Ucrania".

La nacionalidad con mayor presencia en la Comunidad es con diferencia la de Marruecos, que representa un 29,2% sobre el total de extranjeros. Le siguen Rumanía, 13,6%; Nicaragua, 5,7%; Colombia, 5%; China, 3,7%; Bulgaria y Argelia, ambos con un 3,2%; Senegal, 2,6%; Venezuela, 2,4% y Ecuador, 2,3%.

"Los inmigrantes ven Aragón como una comunidad acogedora, pero en tiempos de crisis y dificultades se carga contra ellos"  (Raúl Lardiés)

Lardiés es investigador también del proyecto Matilde, desarrollado durante tres años en diez países europeos, sobre el impacto de la inmigración de fuera de la UE en las zonas rurales y de montaña. En este estudio, que se concluyó el pasado enero, el foco español se ha puesto en las comarcas del Alto Gállego y Monegros.

La mano de obra extranjera en el campo aragonés es fundamental. Los migrantes constituyen más de la quinta parte de población de cuatro comarcas de un marcado carácter agrícola: Bajo Aragón Caspe, en la que supone un 27,30% de sus empadronados; Bajo Cinca, con un 23,43%; Campo de Cariñena, con un 22,4% y Valdejalón, con un 23,3%.

Para Lardiés quienes buscan una vida mejor fuera de sus países de nacimiento encuentran también otros "nichos de actividad económica" en territorios turísticos como el Pirineo en el sector servicios. En comparación con otros países, en Aragón los trabajadores extranjeros son "menos cualificados" que en Austria.

Este geógrafo rompe la creencia de que los inmigrantes van a acabar con la despoblación. "Es una falacia que vayan a repoblar el medio rural mientras no mejoren las condiciones de las pequeñas poblaciones porque tienen las mismas necesidades de servicios que tendríamos cualquiera de nosotros", defiende. El acceso a la vivienda y al mercado laboral, la homologación de títulos, sobre todo universitarios, y el racismo son los principales problemas con que se encuentran. "No somos una comunidad conflictiva, los inmigrantes ven a Aragón acogedora, pero en tiempos de crisis y dificultades se carga contra ellos", especifica.

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