Aragón

Teruel, en el olimpo de la arquitectura por el paseo del Óvalo de Chipperfield

Los urbanistas José María Sanz y Antonio Pérez detallan la metamorfosis de una calle convertida en referente vanguardista.

Los arquitectos Antonio Pérez -a la izquierda- y José María Sanz, en el paseo del Óvalo de Teruel.
Los arquitectos Antonio Pérez -a la izquierda- y José María Sanz, en el paseo del Óvalo de Teruel.
Antonio García/Bykofoto

Teruel acaba de agrandar su acervo urbanístico, que no es pequeño. A las torres mudéjares declaradas Patrimonio de la Humanidad y a sus cada vez más visitados edificios modernistas se suma ahora la transformación del paseo del Óvalo que realizó en 2002 el británico David Alan Chipperfield. El reconocimiento internacional que obtuvo el pasado marzo este creador de espacios al recibir el Premio Pritzker –algo así como el Nobel de la Arquitectura– sitúa a la ciudad en la cumbre del ranquin de lugares con diseños de vanguardia.

José María Sanz y Antonio Pérez, urbanistas de Teruel, saben bien por qué la obra turolense del laureado Chipperfield merece ser considerada un referente de la arquitectura contemporánea. En un recorrido por esta avenida, antaño una carretera de circunvalación presidida por una gasolinera, ambos desvelan los secretos que la han convertido en parte de la trama urbana y en uno de los sitios más frecuentados por la población y los turistas. Muchos de los rasgos que han hecho posible su metamorfosis saltan a la vista; otros no tanto.

Para José María Sanz, el arquitecto británico estudió hasta el más mínimo detalle del nuevo paseo del Óvalo. Cada árbol pertenece a una especie distinta para que sus hojas y flores den como resultado una hilera de colores en alternancia en primavera y verano. Los alcorques alrededor de los troncos enrasan con el enlosado y las arquetas de saneamiento se cubren con la misma piedra que el resto del pavimento, una integración que hace que estos elementos pasen desapercibidos. "Tal sensibilidad no la hay en ninguna otra calle de Teruel", subraya Sanz.

No obstante, la genialidad de la obra radica en buena parte en la gran rasgadura que Chipperfield realizó en el muro de 17 metros de altura que hay entre el Óvalo y los jardines que preceden a la estación de ferrocarril y en la que insertó dos ascensores para salvar el desnivel. El arquitecto pasa de la escala colosal a la humana con total fluidez haciendo sentir al ciudadano que entra en una pirámide egipcia. El peine de haces de luces que baña por la noche las fachadas de las casas del Óvalo, un efecto visible desde los principales accesos a la ciudad es, a juicio de Sanz, otra de las "maravillas" que hizo Chipperfield.

Antonio Pérez, que junto a José María Sanz restauró en la misma fecha la escalinata de la Estación –obra del ingeniero turolense José Torán entre 1920 y 1921– completando así la intervención del diseñador británico en esta parte de Teruel, sostiene que la reforma del paseo del Óvalo es "un nuevo hito en la arquitectura de la ciudad".

Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto_3. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto_3. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Antonio García / Bykofoto

"Fue un acierto"

Pérez destaca que la actuación de Chipperfield es "con diferencia" la mejor de todas las que se hicieron por aquella época en Teruel, donde se produjo una fuerte corriente de renovación urbanística liderada por el Gobierno de Aragón. El arquitecto turolense es muy crítico con el resultado de la reforma de la plaza del Torico –las luces incrustadas en el suelo nunca funcionaron–, la Glorieta –se quedó sin vegetación– o la plaza del Mercado –el edificio para ocio juvenil tiene un diseño singular–, pero califica de "acierto", sin ninguna duda, la obra del Óvalo.

En su opinión, vecinos y visitantes "aprecian" el valor del nuevo paseo del Óvalo, al igual que el arte mudéjar que conserva la ciudad y del que él fue el encargado, al alimón con José María Sanz, de elaborar el informe para solicitar a la Unesco su declaración como Patrimonio de la Humanidad.

No lo tiene tan claro José María Sanz, quien afirma que la arquitectura es "la gran desconocida" de las artes a nivel popular, "a pesar de que vivimos rodeados de construcciones y nos movemos a diario entre ellas". La gente llega a identificarse con edificios o espacios urbanos, señala, "pero no hasta el punto de considerarlos como una seña de identidad".

Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Antonio García / Bykofoto

Ambos arquitectos ven en el Pritzker una oportunidad para que el paseo del Óvalo se convierta en un reclamo turístico, si bien José María Sanz estima que para ello no estaría de más que se llevara a cabo alguna campaña de difusión, pues en ocasiones la firma de un autor de reconocido prestigio no es suficiente para atraer visitas.

La avenida no ha salido ilesa del paso del tiempo ni de la funcionalidad que le ha dado el Ayuntamiento de Teruel. El peatón ha perdido espacio en favor de la circulación rodada al ceder a esta gran parte de la acera que discurre pegada al muro de la escalinata. Por si fuera poco, para proteger al viandante del tráfico, hace unos años se instalaron jardineras circulares unidas por gigantescas cadenas que no estaban previstas en el proyecto.

Para Antonio Pérez, el añadido de las jardineras y las cadenas "rompe el planteamiento inicial" al crear una barrera que dificulta el acceso a una acera concebida como un balcón desde el que ver los impresionantes atardeceres de Teruel.

Sanz coincide en que el proyecto, que fue ejecutado por el gabinete de arquitectura barcelonés b720, pretendía "que los vehículos se sintieran incómodos, que percibieran que estaban invadiendo un espacio dedicado al peatón". Sin embargo, finalmente, el tráfico rodado ha ganado protagonismo.

Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto_2. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Paseo del Ovalo en Teruel. Foto Antonio Garcia_Bykofoto_2. 08_03_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Antonio García / Bykofoto

El Óvalo, por otro lado, parece demandar algunos cuidados. No todas las luminarias de las fachadas de las viviendas funcionan y las llamadas luces ‘tortuga’ –por su forma de caparazón– instaladas en el suelo para delimitar los espacios del peatón y de los vehículos están estropeadas o han desaparecido sin que el Ayuntamiento tenga previsto repararlas al considerar que son un obstáculo para la circulación.

Con todo, la transformación que ha experimentado este espacio público ha sido notable. Antes del desembarco de Chipperfield y su equipo, el Óvalo era solo un lugar de paso en el que los vehículos podían repostar combustible. Ahora, la avenida es una gran terraza inundada de sol que aprovechan muy bien desde la mañana hasta entrada la noche la multitud de bares de tapas y restaurantes que existen allí. El lugar siempre está lleno de gente, al haberse convertido en punto de encuentro y de desconexión de la jornada laboral.

José María Sanz y Antonio Pérez agradecen que Chipperfield y b720 contaran, además de con ellos para restaurar la escalinata de la Estación, también con otros muchos profesionales de Teruel para llevar a cabo las obras.

Una idea "espectacular"

Una de las personas que ha celebrado el galardón a Chipperfield es el político turolense del PAR José Ángel Biel, que como vicepresidente de la DGA presidió en 2002 la comisión que evaluó los bocetos para reformar el paseo del Óvalo. Destaca que el proyecto es uno de los pocos de España que ha sido expuesto en el Moma de Nueva York, además de recibir varios premios. "¿Qué por qué elegimos la idea de Chipperfield? Porque era espectacular", afirma Biel con rotundidad.

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