Eduardo Comas: "Estoy muy a gusto en el pueblo; no sé ni cuándo me toca jubilarme"

Este doctor en el ambulatorio de Cedrillas siempre tuvo "muy claro" que quería ser "médico de pueblo" y aún no ha cambiado de opinión.

Eduardo Comas, a la entrada del centro de salud de Cedrillas, donde trabaja
Eduardo Comas, a la entrada del centro de salud de Cedrillas, donde trabaja
Antonio García/Bykofoto

Eduardo Comas pasa de los 60, pero así, a bote pronto, no sabe cuántos años lleva en la consulta ni cuándo le toca jubilarse. Tras toda una vida profesional dedicada a la medicina rural, afirma sentirse "tan a gusto" en su puesto de médico de Familia en el centro de salud de Cedrillas, que no se le pasa por la cabeza retirarse.

"Me encanta el trato con la gente y poder ayudarles con sus problemas; soy médico, psiquiatra, confesor, compañero y hasta amigo", relata. Advierte de que tal complicidad con sus pacientes nunca podría lograrla en un hospital. "Allí solo podría decir: ‘que pase el siguiente’", señala. Recuerda que siempre tuvo "muy claro" que quería ser "médico de pueblo" y aún no ha cambiado de opinión.

Considera que la altísima nota de corte para poder estudiar medicina ha llenado la profesión "de muy buenos estudiantes y muy buenos científicos, pero regulares médicos, pues para esto hace falta vocación". Aumentar las plazas en la Universidad sería, a su juicio, una solución a la falta de sanitarios en el medio rural, pero también ayudaría a ello "incentivar a los profesionales con dinero y formación y permitirles descansar después de cada guardia". Según explica, en su centro de salud solo hay tres médicos y esta exigua plantilla no da para librar después de haber estado toda la noche de servicio.

Comas reclama cursos formativos "de verdad, de esos que duran una semana, porque nadie quiere que sus conocimientos se oxiden en un pequeño ambulatorio". Y pide también "un sueldo digno". Según manifiesta, aunque los complementos mejoran los emolumentos, el salario base de un médico rural no supera los 1.500 euros.

Critica que tiene que desplazarse a diario hasta los consultorios locales que dependen del centro de salud de Cedrillas con su propio coche, percibiendo por ello de la Administración sanitaria tan solo diez céntimos de euro por cada kilómetro. "Un médico, joven o mayor, ve todo esto y sale corriendo", asegura.

Eduardo Comas confiesa que se le ocurren otras soluciones para acabar con la escasez de médicos en los pueblos pequeños, pero duda de que estas "sean legales". En su opinión, no sería tan descabellado que los médicos que acaban de finalizar su formación trabajaran en el medio rural antes de instalarse en un gran hospital. La Administración podría colaborar con esta fórmula otorgándoles "mayor cantidad de puntos" para poder trasladarse antes a una ciudad grande.

Comas es partidario, además, de que se lleve a cabo una "redistribución" de los recursos humanos, pues la población ha cambiado y en algunos lugares el número de habitantes ha descendido. Defiende, por último, un pacto de Estado entre todos los partidos políticos para que en el país todos los médicos cobren lo mismo, evitando así la fuga de profesionales entre comunidades autónomas.

Con 600 cartillas a su cargo, señala que estas pueden parecer pocas, pero que no lo son tanto si se tiene en cuenta que 72 corresponden a mayores de la residencia aneja al centro de salud, quienes precisan de mucha atención. "Los pueblos están desapareciendo -reflexiona-. Si no hay bar, escuela, tienda y médico, la gente se va".

 

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