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La pequeña joya arquitectónica que pasó del llanto a la alegría

La hoy ludoteca de Doctor Cerrada fue durante años el instituto anatómico forense. Ricardo Magdalena levantó el pabellón, catalogado de Interés Monumental, en 1905.

Donde hubo mesas para autopsias hoy está repleto de juegos.
Donde hubo mesas para autopsias hoy está repleto de juegos.
Ricardo Domínguez

Pasa un tanto desapercibido, pero es una pequeña joya del patrimonio de Zaragoza. Son pocos los viandantes que, cuando cruzan Doctor Cerrada, reparan en una humilde construcción de ladrillo, con una enorme cruz de piedra y unas cristaleras que presumen de brillo cuando luce el sol. Se trata de una obra -otra más- del insigne Ricardo Magdalena y, aunque hoy alberga la ludoteca ‘El chiflo’, durante muchos años fue sede del antiguo instituto anatómico forense.

Los zaragozanos más veteranos quizá guarden en el recuerdo aún algunas imágenes del instituto forense Bastero Lerga, que está unido a muchas de las tragedias de la ciudad. Ahí se examinaron y velaron los cuerpos de quienes perecieron en el incendio la tapicería Bonafonte o de la discoteca Flying. Sin embargo, en 2005 y tras una profunda reforma, fue objeto de un sorprendente cambio de usos y se reconvirtió en ludoteca para niños de 3 a 6 años. Hoy en día, en horario de tarde, ‘El chiflo’ es una sucesión de risas y algarabías, dado que en un exiguo patio exterior se refrescan los pequeños con juegos acuáticos durante el verano.

La antigua puerta de entrada a la capilla del anatómico.
La antigua puerta de entrada a la capilla del anatómico.
Heraldo

Este singular edificio formó en un su origen parte de las Facultades de Medicina y Ciencias, inauguradas a finales del siglo XIX, lo que actualmente se conoce como Paraninfo. El pequeño pabellón se proyectó en 1905, diez años después del resto del conjunto, y Ricardo Magdalena hizo uso de los mismo materiales y las mismas simetrías que en los edificios que le precedieron. “Los tres edificios se construyeron según un concepto arquitectónico muy personal de Magdalena, centrado en el estudio de la arquitectura civil aragonesa del siglo XVI, lo que supone la recuperación de materiales autóctonos como el ladrillo, la cerámica y los aleros de madera”, explican los expertos en Patrimonio del Gobierno de Aragón. En esta pequeña capilla están glosados todos los elementos que constituyen el ‘estilo Magdalena’: el redescubrimiento del ladrillo, la reivindicación del mudéjar, la clave neorrenacentista… En el libro 'Ricardo Magdalena, Arquitecto Municipal de de Zaragoza (1876-1910)' (IFC/PUZ), la doctora Ascensión Hernández analiza toda su obra pormenorizadamente.

La portada y el remate de los arcos de ladrillo, firma de Magdalena.
La portada y el remate de los arcos de ladrillo, firma de Magdalena.
Heraldo

Todo el conjunto del Paraninfo (lo que fue facultad, hospital y anatómico) está catalogado de Interés Monumental y los especialistas resaltan también la verja de forja que delimita el solar de planta rectangular. Por la plaza de Aragón se accede a los edificios principales y el antiguo instituto parece un tanto aislado respecto a lo que hoy es el Paraninfo. Esto se explica, no obstante, por “las exigencias de su función”. De hecho, cuando allá por 2001 dejó de dar servicio y se estrenó el IMLA en el barrio de San Gregorio, se destacó que las nuevas instalaciones eran “modélicas en cuanto a la asepsia”. Durante muchos años los forenses no tuvieron un recinto en condiciones y se temía que en el Bastero Lerga se pudieran contaminar muestras y hubiera una mala depuración de aguas.

Una imagen del antiguo anatómico en la década de 1970.
Una imagen del antiguo anatómico en la década de 1970.
Misis/Heraldo

“A la preocupación medioambiental, se une la de ofrecer mayor intimidad a los familiares de los fallecidos, que tienen hasta una sala para verlos a través de un cristal y darles el último adiós. Disponen de dos salas de espera, algo impensable en el Bastero Lerga, donde las familias aguardaban en la calle”, se lee en una crónica de 2003. A todo esto hay que sumar que en la década de 1990 Doctor Cerrada era una zona saturadísima de bares, por los que muchas noches coincidían a escasos metros familiares hechos polvo tras perder algún ser querido y jóvenes de fiesta, que tomaban la calle con copas y música.

En 1995 se desplomó parte del techo del anatómico (no hubo heridos, solo quedaba una persona de guardia en su interior) y quedó en evidencia las precarias condiciones en las que se encontrada el inmueble y en las que ejercían su trabajo los médicos. “Es más propio de una novela de Edgar Allan Poe que de las necesidades modernas”, se lee en HERALDO.

Una imagen del interior de las instalaciones en la actualidad.
Una imagen del interior de las instalaciones en la actualidad.
Ricardo Domínguez

Como curiosidad, puede decirse que el vetusto edificio de Magdalena aparece citado en la novela ‘La noche de los enamorados’, de Félix Romeo, que fue reeditada por Radom House en el año 2012. Aún se le menciona entonces como el Bastero Lerga, que -por cierto- toma el nombre del médico legalista formado en Zaragoza y catedrático de Medicina Legal y Toxicología.

Su cambio de uso no estuvo exento de polémica en su día, pues la Universidad reclamaba el inmueble para ampliar la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, mientras que el Ayuntamiento se había comprometido a atender las reclamaciones de los vecinos del distrito Centro que pujaban por un espacio para la infancia, dado que en esta zona apenas hay parques. Finalmente, y tras una inversión de más de 520.000 euros, se reconvirtió en ludoteca, pero “manteniendo su esencia y sus líneas historicistas, con un acento regionalista”. Fue el arquitecto Ricardo Usón quien dirigió la rehabilitación y para devolver el edificio al diseño original hubo de suprimir un inmueble anejo “que se construyó para laboratorios en un ala que rompía la simetría”. Mientras duraron aquellos trabajos, el recinto se utilizó como sede de exposiciones del programa cultural En La Frontera, lo que despertó algunos recelos por si fuera a ser esta su actividad principal, pero no, fue tan sólo un uso pasajero.

En la actualidad, ‘El Chiflo’ tiene una capacidad para unos 50 niños y tres monitores, con una sala central despejada, que es donde se llevan a cabo talleres, cuentacuentos y distintos juegos bajo unas vidrieras espectaculares. Si algún adulto le da por reparar en el edificio, verá algunas de las señas de identidad de Ricardo Magdalena, que es autor de un sinfín de obras en Zaragoza como el Museo de Zaragoza, que diseñó junto a Julio Bravo como pieza singular en la Exposición Hispano-Francesa de 1908. También se debe al talento de Magdalena el matadero de Miguel Servet, la Casa de Amparo, la Caridad o el grupo escolar El Buen Pastor, construido más o menos en paralelo (1907) a la capilla del antiguo anatómico forense.

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