Cardioproteger pabellones, ayuntamientos, residencias... y también bares

El Instituto Aragonés de Cardio Protección ha impartido la formación de soporte vital básico a los camareros y trabajadores del Grupo Canterbury y este viernes instalarán los desfibriladores en los cinco locales. 

Varios trabajadores del Grupo Canterbury en la formación de soporte vital básico.
Varios trabajadores del Grupo Canterbury en la formación de soporte vital básico.
HA

Dieciocho personas mueren en Aragón cada semana por una parada cardiorrespiratoria fuera del hospital. En España, la cifra anual asciende a 32.000 personas. La supervivencia actual es menor del 10 %, sin embargo, en países como Estados Unidos o Japón, supera el 50%. Alcanzar estos niveles de supervivencia es el objetivo del Instituto Aragonés de Cardio Protección, que ha impulsado el proyecto 'Aragón, Comunidad Autónoma Cardioprotegida'.

"Si la gente está formada y sabe actuar ante una situación que se puede encontrar en cualquier momento de su vida y si, además, contamos con un desfibrilador, las esperanzas de que el paciente pueda volver a hacer su vida con normalidad son mucho mayores", defiende el gerente, Fernando Guerrero.

El proyecto, homologado por la DGA y respaldado por la sociedades médicas, pretende crear una Red Extrahospitalaria de Espacios Cardioprotegidos en Aragón (REECA) dotando en 5 años al territorio aragonés de 13.000 espacios homologados (es decir, con personas formada y con desfibriladores). "Víctimas de incendios hay 180 al año y en todos los sitios hay extintores. En las paradas, cada minuto, se pierde el 10% de probabilidades de supervivencia, por lo que es necesario que haya gente formada en cómo actuar y los desfibriladores ", apunta. 

A día de hoy Guerrero estima que hay menos de 2.000 desfibriladores repartidos por la Comunidad. "Puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento. Por eso nosotros trabajamos en cada rincón de Aragón", asegura.

Fernando Guerrero, gerente del Instituto Aragonés de Cardio Protección.
Fernando Guerrero, gerente del Instituto Aragonés de Cardio Protección.
HA

Cada vez son más los negocios y establecimientos que apuestan por instalar un desfibrilador. El último, el Grupo Canterbury, que a partir de este viernes contará con uno en cada local (La Cava, Veltins Arena, Canterbury Salamero, Hïde y Gabana). No son los primeros, el Grupo El Cachirulo y Guian Catering también cuentan con este servicio.

"Me enteré de los casos que había en Aragón y vi la necesidad de instalarlo para prevenir muertes, secuelas y poder atender a trabajadores, clientes y gente que pueda ocurrirle en la calle. Me pareció muy interesante porque es una labor social que no es muy costosa y que puede salvar vidas", asegura el gerente de Canterbury, Miguel Salinas, que espera que más locales de hostelería y tiendas grandes se animen a instalar desfibriladores "para intentar que en todas las calles haya algún espacio cardio protegido y así evitar más de una muerta y más de una secuela".

"Dada la premura con la que hay que actuar con estos accidentes, es fundamental que existan. Los aparatos están conectados con una central que tiene medios y sabe cuándo se ha manipulado el equipo para que siempre se sepa si tienen batería o no. Además, después de un uso, tienen que venir a verificar el aparato para que siempre esté a punto y no pase como en algún sitio que han ido a usarlo y no tenía batería.", asegura Salinas. En total, 31 camareros de este grupo hostelero se han formado ya.

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