Redactor de Cultura de HERALDO DE ARAGÓN

José Antonio Artigas, desde el faro de cultura del Casino Mercantil

José Antonio Artigas ha hecho muchas cosas hasta llegar a la Fundación Caja Rural: ha estado vinculado al baloncesto, ha sido periodista deportivo, director de una sucursal de Ibercaja, etc.
José Antonio Artigas ha hecho muchas cosas hasta llegar a la Fundación Caja Rural: ha estado vinculado al baloncesto, ha sido periodista deportivo, director de una sucursal de Caja Rural en Ejea, etc.
A. C. /Heraldo.

La vida a veces es noble con los que se lo merecen, esas gentes que no tienen afán alguno de notoriedad, que son entusiastas y que se ponen en una situación de invisibilidad desde la cual trabajan y trabajan con exquisitez y respeto, abren puertas, dinamizan, agitan el mundo en el cernedor de las ilusiones. Y uno de ellos es, sin duda, José Antonio Artigas, el director de la Fundación Caja Rural y responsable de Comunicación de la entidad; el equipo directivo de la institución ha creído que él era la persona adecuada para pilotar nuevos proyectos, animar a veteranos y jóvenes, darle nueva vida a las salas de exposiciones y, sobre todo o ante todo, conferirle una nueva vida al antiguo Casino Mercantil, que concibió Francisco Albiñana, un faro en el centro, a pie de la calle del Coso, que fue tiempo atrás la calle de los ilustrados, con Goya a la cabeza, como ha recordado César Pérez Gracia.

José Antonio ya lleva algunos años por las estancias, salas y salones de ese espacio, y le gusta recordar quién anduvo por allí. Es poco dado a la fantasía, y alguien se ha empeñado en hacerle creer que estuvo Virginia Woolf. Parece ser que no, pasó inadvertida por Zaragoza en su luna de miel, pero sí estuvieron Albert Enstein, Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Benavente o, entre otros, Ramón J. Sender en 1974, en un acto multitudinario que significaba el retorno del autor de ‘Crónica del alba’ a Zaragoza.

José Antonio Artigas nació en Zaragoza, 1968, pero se crió en Montañana; está a punto de volver a la casa familiar para relajarse con la tierra y la naturaleza. Es hijo de padres apasionados del fútbol que lo llevaban a la Romareda desde muy chico: tenían su abono detrás del banquillo del Real Zaragoza, y el equipo de su infancia “y de tantas tardes inolvidables de buen juego” fue el de los Zaraguayos. “Recuerdo a todos los jugadores, sus goles, sus abrazos; recuerdo a Luis Cid Carriega, el entrenador. De crío mi favorito era el delantero Jordao. Me encantaba”, dice.

 José Antonio Artigas veraneaba y veranea en Broto, donde tiene una segunda casa, y “allí coincidía todos los veranos con José Luis Violeta, que era un jugador formidable y al que veía pasear las calles. “Es mi refugio donde encuentro calma después de la tempestad de la ciudad”, dice. Qué tardes. “Hay otras imágenes que no se me han podido borrar: la presencia de Radomir Antic, primero como futbolista, y luego como entrenador. Verlo jugador era increíble: cada vez que salía desde atrás, con el balón controlado y con una inmensa energía, parecía que iba a suceder algo. Era como la salida del mariscal. La Romareda se quedaba expectante y con un silencio muy especial. Y cuando era entrenador blanquillo, una vez gesticulaba y protestaba en la banda, y mi padre, asustado, empezó a chillarle: ‘Cállate. Cállate, Radomir, que te van a echar’. El fútbol marca la niñez y desde entonces los colores blanco y azul son mis favoritos”.

José Antonio Artigas con su gran amigo y su "entrañable hermano mayor" José Luis Arjol, con quien colaboró en actividades deportivas. En 2013.
José Antonio Artigas con su gran amigo y su "entrañable hermano mayor" José Luis Abós, con quien colaboró en actividades deportivas. En 2013.
José Miguel Marco.

Antes de dedicarse a la cultura y a otras actividades de comunicación y financieras de la entidad, José Antonio se ha curtido en distintas agencias: trabajó durante años en Ejea de los Caballeros, y eso le permitió conocer las Cinco Villas, el reino del cereal y su rico patrimonio arquitectónico; también vivió un tiempo en Galicia, en tierras orensanas. Y allí, como si habitase un cuento de García Márquez donde la existencia puede dar vueltas en redondo, se reencontró con Carriega. “Fue una época inolvidable y feliz de nuestra trayectoria. Fue en Allariz, era de allí y regresó a su pequeña ciudad. Nos encontrábamos a menudo en distintas tertulias, y cuántas cosas nos contaba de fútbol. Era un álbum de recuerdos del Real Zaragoza, del juego y de otros equipos. ¡Cuánto sabía!”. 

En realidad, José Antonio tuvo otras ocupaciones, vinculadas al baloncesto y al periodismo. “Fui director general del Drac Inca, de Mallorca, y del Ourense Baloncesto SAD, de Orense; de Mallorca me fui a Galicia. Trabajé en el periódico deportivo ‘Estadio Sport’ y fui corresponsal de ‘As’. Publiqué un libro ‘Artiguide. Guía de Jugadores de Baloncesto’”. ‘La Gazzeta dello Sport’ tituló un artículo sobre el libro como ‘La Biblia del basket’. Mirando hacia atrás recuerda su gran amistad con el entrenador José Luis Abós, ya fallecido, a quien recuerda “como a un entrañable hermano mayor”.

"Publiqué un libro ‘Artiguide. Guía de Jugadores de Baloncesto’”. ‘La Gazzeta dello Sport’ tituló un artículo sobre el libro como ‘La Biblia del basket’.

Desde hace unos cuantos años, José Antonio Artigas ha cumplido un sueño: los responsables de la entidad han abierto las puertas a Casino Mercantil a los ciudadanos de Zaragoza. Las salas llevaban años abiertas y habían ofrecido estupendas exposiciones, entre ellas una inolvidable de Francisco Marín Bagüés, por poner un ejemplo, y se habían volcado con el arte figurativo, pero los salones bastante menos. Y ahora Caja Rural y su Fundación lo han convertido de nuevo en un espacio constante de actividades, de proyectos, de presentaciones, de charlas, de conciertos de música clásica o de jota, homenajes, galas e incluso de rodajes. Allí ha grabado a menudo Vicky Calavia algunos de sus documentales, por poner un ejemplo. Es como si sus salones recuperasen, de algún modo, el tiempo perdido: son muchos zaragozanos los que se han conocido y se han enamorado en sus bailes, como ha contado Eva Puyo en ‘Todos mis anhelos’ y Amparo Martínez Herranz, la especialista en teatros y cines de Aragón y de los guiones de Luis Buñuel.

Con el paso del tiempo se han asentado ciclos literarios, de novela histórica o ‘Los lunes de otoño’ (en Zaragoza y Huesca), coordinados por José Luis Corral; marzo se ha convertido en el mes del cómic, y este año abrirán los sábados; las salas se han volcado aún más con los artistas aragoneses, Cálamo entrega allí sus premios (lo hará el día 24 de febrero), se realizan pases de películas de ficción o documentales, se programan ciclos musicales.

En el Casino Mercantil están sucediendo cosas todo el tiempo, y José Antonio Artigas, sin perder jamás la sonrisa, acoge, anima, impulsa, da la bienvenida a los creadores a ese espacio. Y no solo eso: durante años, sin molestar a nadie, ha intentado rescatar, inventariar, sistematizar y dar una ubicación a la colección de arte de la Caja Rural, compuesta por unas 500 obras donde hay, entre otros nombres, piezas de Antonio Saura, José Beulas, Hernández Pijuán, Natalio Bayo, Ignacio Mayayo, Manuel Navarro, Eduardo Laborda, Iris Lázaro, Mariano Viejo, Cristina Huarte, Teresa Ramón, Dino Valls, Cirilo Muñoz. La lista es mucho más amplia. Y José Antonio, que se ha convertido en un enamorado del arte y de la cultura, un poco mitómano ya, dice que “ese es uno de nuestros tesoros acumulados a lo largo del tiempo y que nos gustaría exponer en parte”.

José Antonio Artigas, ante un cuadro de Cristina Baratto de la exposición que acaba de inaugurarse.
José Antonio Artigas, ante un cuadro de Cristina Baratto de la exposición que acaba de inaugurarse.
A. C. /Heraldo.
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