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Brecha digital: "No me aclaro, he optado por pegar una hoja detrás del móvil con los teléfonos"

La brecha digital se diluye cada día más pero sigue habiendo personas que casi no utilizan las nuevas tecnologías e Internet, por razones de edad en su mayoría, pero también por convicción.

Marisa Gracia y Teresa Mainar, con sus teléfonos móviles en el centro de Zaragoza.
Marisa Gracia y Teresa Mainar, con sus teléfonos móviles en el centro de Zaragoza.
M.O.

El 94’6% de los aragoneses menores de 75 años utiliza Internet frecuentemente en su día a día, según datos del Instituto Aragonés de Estadística. Sobre todo lo hacen para comunicarse con otras personas, a través de aplicaciones de mensajería y redes sociales. También para informarse sobre las últimas noticias o lo que ocurre en su entorno más cercano. E igualmente, para realizar trámites administrativos, coger cita con el médico, gestionar sus cuentas bancarias y hacer compras online. Sin embargo, las cifras disminuyen cuando se habla de estas últimas variables. Solo el 58,4% de los aragoneses menores de 75 años, realiza pagos online.

Javier Anquela tiene 26 años y seguro que es uno de los pocos jóvenes aragoneses que apenas utiliza las herramientas que ofrece Internet. “No soy supersónico con las nuevas tecnologías como el resto de jóvenes de mi edad, yo soy más como los abuelos”, dice este zaragozano que trabaja como monitor de comedor en un colegio de la capital aragonesa. “Soy muy sencillo para estas cosas e intento hacer todo lo posible de manera presencial o por teléfono”, dice Anquela. “Si tengo que hacer algún trámite online por obligación, lo hago, pero no me gusta”, admite. “Creo que para hacer las cosas bien hay que hacerlas yendo tú mismo y hablando personalmente”, explica.

Javier Anquela, junto al edificio de Cruz Roja donde trabaja como voluntario.
Javier Anquela, junto al edificio de Cruz Roja donde trabaja como voluntario.
M.O.

“Cuando voy a hacer un trámite o llamo por teléfono al médico para coger cita, siempre me dicen que es mejor que lo haga a través de la aplicación correspondiente, sin embargo yo les digo que no, que quiero que me lo hagan ellos”, afirma Anquela. “Me fío más de que salga el trámite bien o de coger la cita médica correctamente si hay alguien al otro lado que me confirma que está bien hecho”, añade este joven. "La compra también la hago yo personalmente porque me gusta ver los productos, aunque como no puedo llevar peso, hay artículos de supermercado como la leche, que pido que me los traigan a casa”, continua. 

"No quiero aprender. Estoy bien haciéndolo así y no creo que tenga que ceder".

Lo mismo le pasa con otro tipo de productos como ropa o pequeños electrodomésticos. “Hace poco me compré un robot aspirador y lo hice en una tienda física porque me da más seguridad si tengo algún problema. Si falla, me lo van a arreglar y creo que lo puedo devolver más fácilmente que si lo compro online”, asevera Anquela. Además “puedo verlo y tocarlo porque en el ordenador solo ves una imagen”, dice este joven zaragozano. Confiesa que sí que tiene redes sociales, pero “no las tengo actualizadas”. Sobre la posibilidad de ampliar sus conocimientos tecnológicos Javier asegura que “no quiero aprender. No me hace falta. Estoy bien haciéndolo así y no creo que tenga que ceder”.

El caso de Javier no es lo habitual. Pero donde la brecha digital se dispara es entre la población mayor. Solo el 33% utiliza Internet habitualmente y únicamente el 6,4% se atreve a comprar a través de páginas web. La mayoría no lo hace por desconocimiento, pero otros por convicción personal.

La brecha digital en nuestra comunidad afecta sobre todo a las personas más mayores que tienen dificultades para manejar las nuevas tecnologías o no "se fían" demasiado.
M.O.

Teresa Mainar, tiene 72 años. Esta trabajadora jubilada del metal confiesa que usa poco Internet porque "no me interesa demasiado”. “Prefiero emplear mi energía en otras cosas, pero eso no quiere decir que no quiera desenvolverme en ese mundo y por eso he aprendido a hacer alguna cosa”, dice Mainar. “Soy capaz de hacer una inscripción a un curso o sacar unas entradas para un espectáculo. Sin embargo, prefiero ir al banco en persona porque no me gusta que a los mayores nos impongan hacer todos los trámites online”, explica esta jubilada. “A veces nos cuesta mucho y yo me niego. Quiero que me lo haga una persona que esté en la oficina”, insiste.

"Es una manera de pensar y de ver la vida y, a estas alturas, no voy a cambiar".

 “Tampoco creo que por este motivo se me pueda considerar una analfabeta digital porque es una decisión tomada conscientemente y reflexionada”, matiza Mainar. Lo mismo le ocurre para pedir cita con el médico. “Prefiero ir en persona. Me fío más y como lo tengo cerca puedo ir andando y hablar con la gente. Me gusta todo lo que sea tratar con las personas físicamente”, añade esta jubilada. Con las compras online llegamos a un tema sensible. “Me niego totalmente a comprar por Internet, soy consciente de que no quiero hacerlo porque no quiero colaborar a hacer un mundo exageradamente digital. Además, quiero promocionar el comercio de cercanía de mi barrio y de mi ciudad. Es una manera de pensar y de ver la vida y, a estas alturas, no voy a cambiar”, afirma Mainar.

A sus 80 años, a José Gimeno tampoco le interesan demasiado las nuevas tecnologías. “Hasta hace un par de meses todavía tenía un teléfono de los de botones con el que más o menos me entendía, aunque a veces tenía problemas para pulsar porque tengo las manos grandes”, dice este agricultor jubilado. “Cuando se me estropeó fui a comprar uno de los modernos con mi hijo, pero no me aclaro con él y no sé utilizar la agenda de contactos. Así que he optado por pegar una hoja detrás del móvil con los teléfonos a los que llamo habitualmente a modo de agenda”, explica Gimeno. 

"He pegado una hoja detrás del móvil con los teléfonos a los que llamo habitualmente".

Lo de utilizar aplicaciones en el móvil, Whatsapp o Internet ya ni hablamos. “A nuestra edad ya no tenemos ganas de complicaciones y queremos que las cosas sean sencillas”, asevera este jubilado que hace todos sus trámites con el banco y el médico de manera presencial o telefónica. Con el ordenador se maneja algo mejor. “Me meto en Youtube y veo vídeos de campeonatos deportivos o sistemas agrícolas diferentes. También leo la prensa y busco información sobre lugares, personas o acontecimientos de los que he leído, para saber más”, afirma Gimeno.

Marisa Gracia y Teresa Mainar son vecinas del barrio de Las Fuentes, en Zaragoza.
Marisa Gracia y Teresa Mainar son vecinas del barrio de Las Fuentes, en Zaragoza.
M.O.

El caso de Marisa Gracia, de 73 años es el de las personas mayores que sí quieren ponerse al día con las nuevas tecnologías “para no quedarme, como antiguamente se decía, un poco analfabeta”. Esta jubilada ha hecho algunos cursos porque “estar siempre dependiendo de que alguien me eche una mano para sacar unas entradas o hacer una inscripción a un curso es muy triste”, explica. Pero admite que los mayores “nos sentimos obligados a aprender sobre el mundo digital porque las circunstancias te obligan”. Aunque se desenvuelve bastante bien, todavía hay cosas que se le resisten. “Me da miedo pagar con el móvil y no lo hago”, añade Gracia.

"Tienen miedo a perder todo su dinero o sufrir una estafa si utilizan métodos de pago online".

Precisamente es el miedo el que impide a muchas de estas personas, tanto jóvenes como mayores, adentrarse en el mundo digital. “Tienen miedo a equivocarse al comprar algo online, a activar algo sin querer en el móvil, a romperlo o a tener una consecuencia fatídica como perder todo su dinero o sufrir una estafa”, dice Víctor Gutiérrez, profesor de UTM Proyectos Culturales. 

A través de los diferentes cursos que se imparten en entidades públicas y privadas para eliminar la brecha digital “intentamos quitarles esos temores, fomentar su curiosidad y enseñarles a utilizar todas las herramientas que ofrece Internet”, explica Gutiérrez. A pesar de ello, “muchos de estos usuarios nos dicen que les gusta el mundo digital pero de la banca online no quieren saber nada. Es lo que más recelo les da”, afirma.

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