El uso del pintalabios y otras formas de identificar una recesión

"Desde que retiramos la mascarilla, ha habido una explosión en el maquillaje. La gente invierte en pintalabios y en tratamientos labiales, que van desde la hidratación ligera hasta el aumento del volumen", sostiene la maquilladora profesional Ana Bruned.

pintalabios
Barras de pintalabios
Freepick

Fue Winston Churchill quien, en plena II Guerra Mundial, decidió que el pintalabios fuese un producto de primera necesidad. Fue una iniciativa inesperada en la Gran Bretaña de los años 40. Sin embargo, tenía su razón. El dirigente constató que maquillarse ayudaba a las mujeres a levantar la moral y, en consecuencia, el ánimo de toda la población, que por entonces estaba sufriendo un conflicto bélico. También supuso un aliciente el odio del bando fascista hacia cualquier tipo de cosmético. Todo ello, unido a una campaña de la revista 'Vogue', hizo que el pintalabios cobrase protagonismo. 

El auge en las ventas de este cosmético en tiempos de crisis económica o social se ha repetido en posteriores situaciones como en la recesión de 2008 o tras el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001. En estas etapas, los consumidores dejan de comprar artículos de lujo, pero multiplican el gasto en pequeños productos que alimentan su autoestima. Es lo que los estudios económicos y sociológicos denominan efecto 'lipstick' o efecto pintalabios.

Decía Leonard Lauder, presidente de la marca de cosméticos de lujo Estée Lauder, que cuando se disparan las ventas de pintalabios de color rojo, se aproximaba una crisis económica. Y muchas teorías le han dado la razón. Sin embargo, durante la pandemia, los labiales perdieron su poder ya que los labios se escondieron bajo la mascarilla. Así, tomaron protagonismo otros productos como las sombras, delineadores, productos para las cejas o las máscaras de pestañas. Ahora que el tapabocas se limita a centros sociosanitarios, farmacias y transporte público, el poder de los pintalabios ha regresado. 

"Desde que retiramos la mascarilla, ha habido una explosión en el maquillaje. La gente invierte en pintalabios y en tratamientos labiales, que van desde la hidratación ligera hasta el aumento del volumen", sostiene la maquilladora profesional Ana Bruned. Tradicionalmente, sostiene, "en época de crisis siempre se ha incrementando la venta de pintalabios". "Al final, son momentos complicados en los que la gente no se puede gastar dinero en un artículo de lujo como un bolso, porque es muy caro, pero sí en un pintalabios de alta cosmética porque tiene un coste muy inferior", argumenta.

En la actual situación económica, con los precios de la energía y la cesta de la compra disparados, el color rojo sigue siendo el "imbatible". "Es verdad que hay muchas subvariantes y ahora se lleva mucho el rojo amarronado, como en los años 90. Al final estamos volviendo a la moda en textil de esos años y en el maquillaje sucede lo mismo", reconoce Bruned. "El color que se ha apartado a un lado es el rosa. Al quitarnos las mascarillas, la gente se está maquillando con colores fuertes. En definitiva, un maquillaje que se vea y no sea disimulado", concreta. 

De la misma opinión es Beatriz Aparicio, maquilladora profesional. "No hay punto medio. O mucha hidratación con mínimo de color o labial de muy larga duración de color rojo. La gente cada vez es más consciente de que hay que cuidarse la piel. Desembolsan antes 60 euros para comprarse un limpiador, una crema y un contorno que para adquirir una camiseta", especifica. 

En el aspecto psicológico, Marta Sánchez  argumenta el fenómeno. "En tiempo de crisis hay baja autoestima, hay más inseguridad y menos relaciones sociales. El color rojo indica energía. Ahora mismo todo el mundo puede acceder a comprarse un pintalabios. Este producto ofrece una falsa seguridad, aunque te ayuda a sobrellevar el día a día", apunta la psicóloga clínica.

Las barberías también funcionan mejor en periodos de crisis

Jorge Villaroya, en la barbería Tío Jorge, atendiendo a un cliente.
Jorge Villarroya, en la barbería Tío Jorge, atendiendo a un cliente.
J. Red Photography

Jorge Villarroya abrió su negocio en Zaragoza hace siete años, la Barbería Tío Jorge, y ahora ya son diez personas las que trabajan con él. Además, también cuenta con una escuela para enseñar la profesión. "Empecé solo y ahora ya somo bastantes trabajadores. Eso significa que la gente sí que se gasta dinero en arreglarse la barba y el pelo durante las crisis económicas. Al final, nosotros abrimos cuando no había terminado la de 2008 y ahora estamos en otra recesión", especifica el propietario.

"Durante la pandemia nos sorprendió que los clientes se dejasen dinero en arreglarse la barba porque con la mascarilla ni si quiera se veía. Ahora, la tendencia sigue y eso que nosotros somos la barbería más cara de Zaragoza porque ofrecemos una experiencia. Sin duda, se invierte dinero en llevar bien la barba y el pelo", especifica el propietario.

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