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Día del cuidador: “Me he hecho más fuerte, aunque a veces me siento muy sola”

El sábado se celebró el Día Internacional de las Personas Cuidadoras en el que se pone en valor el trabajo que realizan miles de ciudadanos para cuidar a familiares enfermos, mayores y dependientes.

El 72 % de los cuidadores mayores de 65 años, es decir siete de cada diez, conviven con la persona a la que cuidan
El 72 % de los cuidadores mayores de 65 años, es decir siete de cada diez, conviven con la persona a la que cuidan
Heraldo.es

Juana Pérez tiene 65 años y lleva 20 cuidando de su marido Mariano. Con solo 45 años, la vida de Juana y la de toda su familia dio un vuelco de 180 grados. El matrimonio tenía entonces dos hijos adolescentes y regentaba un bar en Zaragoza desde los años 90. Fue allí donde comenzó a fraguarse la enfermedad de Mariano.

 “Comenzaron a darle micro infartos cerebrales o ictus a los 47 y 48 años que fueron empeorando hasta hacerle imposible llevar una vida normalizada”, dice Juana. “Algunos de ellos le dieron mientras estábamos trabajando en el bar. Estuvo mucho tiempo ingresado en el Hospital Miguel Servet y cuando salió tuvo que dejar de trabajar. Me quedé yo sola al frente del negocio durante año y medio hasta que lo traspasamos en 2004”, relata Pérez. 

Fue entonces cuando la familia tuvo que empezar de cero. Tuvieron que vender el piso que habían comprado unos años antes al no poder hacer frente a los gastos e irse de alquiler. Juana tuvo que asumir sola el cuidado de su marido, jubilado por invalidez, de sus hijos y buscar trabajo para sacar a la familia adelante. “He tenido que tirar del carro yo sola y es muy complicado, pero soy optimista por naturaleza y esta situación me ha hecho más fuerte, aunque a veces me siento muy sola”, confiesa esta zaragozana. 

Mariano, al verse enfermo y dependiente, cayó en depresión, lo que complicó aún más la situación familiar. “Fue horroroso. No sé si fue peor el ictus o la depresión”, afirma Pérez. “Yo también tuve que pedir ayuda al médico de cabecera por el agobio que sentía en algunos momentos. Me sirvió de psicólogo y me ayudó a desahogarme”, confiesa la cuidadora. 

Una vida organizada al milímetro

Veinte años después, Juana sigue ‘al pie del cañón’. Trabaja como limpiadora en una casa toda la mañana y se ocupa de su marido al mismo tiempo. Hacerlo no siempre es fácil y necesita de la ayuda de familiares y vecinos. “Mi marido puede hacer ciertas cosas pero necesita ayuda para asearse, vestirse, comer y no controla sus necesidades, aunque de cabeza está bastante bien”, explica. 

“Por las noches dejo la comida del día siguiente hecha y por la mañana lo dejo arreglado y organizado antes de irme a trabajar”, continua esta cuidadora. “Él baja todas las mañanas al bar de debajo de casa a tomar un café y leer la prensa. Allí todos lo conocen y está acompañado. Cuando vuelvo del trabajo, a medio día, le doy la comida y pasamos el resto del día juntos. Nos arreglamos bien así”, y añade “mis hijos también nos echan una mano y están muy pendientes”. 

Aunque, en alguna ocasión, Mariano le ha dado algún susto y “he tenido que volver corriendo del trabajo porque se había caído. Al no bajar al bar, los parroquianos llamaron a casa y, como no contestaba, me llamaron a mí”, recuerda. 

En otra ocasión tuvo que pedir ayuda a la Policía Nacional en Nochevieja. “Se cayó en casa y yo no podía levantarlo, así que llamé a la policía y me ayudaron ellos muy amablemente”, asegura Juana. Mariano recibe la ayuda a la dependencia y tienen concedida la ayuda de teleasistencia, pero a Juana le da miedo el futuro. “El día de mañana necesitaré a alguien que me ayude a levantarlo de la cama y a asearlo, aunque por ahora me voy apañando”, dice.

Una vida coartada por la enfermedad 

“La enfermedad de Mariano nos pilló muy jóvenes a ambos y te corta la vida. Desde entonces hacemos vida monacal y a veces mes siento muy cansada y fatigada”, explica Juana. Una o dos veces al año quedamos con algunos amigos, pero hemos perdido muchos porque a Mariano le cuesta llevar a delante una conversación de manera fluida y la gente no tiene paciencia”, se lamenta Juana. 

“Ir a trabajar también me sirve mucho para salir de la rutina, aunque el año que viene me jubilo”, añade. Para sobrellevar durante tanto tiempo la enfermedad, los cuidados y la soledad,  Juana ha acudido a profesionales. “Me ha ayudado mucho hacer yoga y he asistido a algunas sesiones de apoyo al cuidador que me ayudaron a ver las cosas con perspectiva y me enseñaron que para que mi marido esté bien, primero tengo que estarlo yo”, afirma Juana.

Cuidar a quien nos cuida

Esa es precisamente una de las claves para que funcione la relación entre cuidador y persona dependiente. “El autocuidado es fundamental. Es un error destinar todo el tiempo a cuidar a la otra persona y olvidarnos de nosotros mismos”, dice Carla Barros, psicóloga de Psicara. 

“La implicación emocional del cuidador familiar es muy elevada. Vive con una lucha interna entre sus emociones en las que se entremezclan sentimientos de culpa, estrés, presión social y auto juicio”, explica esta psicóloga.

Grupo 'Quien cuida a quien nos cuida', Psicara psicología
Grupo 'Quién cuida a quien nos cuida', Psicara psicología
Psicara psicología

 “Hay veces que, aunque quieras cuidar, no siempre es posible porque físicamente no se puede. También aparece la culpa porque crees que puedes hacerlo mejor, que no haces todo lo posible y existe una presión social que se suma a la presión que nos ponemos nosotros mismos, que nos impide, en muchas ocasiones, pedir ayuda”, continua esta experta, y aporta algunas claves para facilitar el trabajo de estos cuidadores. “Podemos ayudarles validando sus emociones, diciéndoles que pueden sentirse saturados, permitiéndoles expresarse y hablar libremente sin ser juzgados”, asevera Barros.

“La sociedad también debe trabajar en normalizar el rol del cuidador y valorar ese trabajo no remunerado que hacen en su mayoría mujeres”, afirma. “Nosotros tenemos grupos de apoyo para cuidadores en los que pueden desahogarse, les damos herramientas de auto cuidado y estrategias para la gestión de sus emociones con el objetivo de que puedan cuidar de la mejor manera posible”, concluye la psicóloga.

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