historia

Las dos hermanas que fueron espías tendrán su espacio en Canfranc

Su valentía ante los nazis junto al jefe de aduana francés Le Lay será recordada en un lugar del entorno de la estación por acuerdo del pleno del Ayuntamiento

Las espías Lola Pardo (de pie) y su hermana Pilar, sentada, con una familiar.
Las espías Lola Pardo (de pie) y su hermana Pilar, sentada, con una familiar.
Familia Lola Pardo

Las hermanas canfranquesas Pilar y Lola Pardo García se involucraron, con 24 y 16 años respectivamente, para intervenir como espías en Canfranc en favor de la Resistencia francesa en los años de la II Guerra Mundial (1939-1945) tras la petición de Albert Le Lay, responsable de la aduana francesa desde 1940, con quien mantenían una relación muy próxima, hasta que él tuvo que escapar de allí en septiembre de 1943. Formaban parte de las redes Ric y Mithorpe.

El pleno del Ayuntamiento de Canfranc ha decidido por mayoría absoluta que estas hermanas tendrán un espacio dedicado a su memoria en la próxima urbanización de la zona acondicionada entre la nueva estación y el gran hotel. Aunque se pensó en una calle, está previsto dar a conocer el lugar concreto que las recordará cuando la zona sea inaugurada, el próximo otoño.

Al lado de las hermanas Pardo, otros lugares se dedicarán a Albert Le Lay –un bretón a quien, tras la guerra mundial y por haberse jugado la vida por los franceses, llegó a ofrecerle el presidente de la República Francesa, Charles de Gaulle, ser ministro en el Gobierno y él no lo aceptó– y también a los cientos de trabajadores que sacaron adelante ese ferrocarril internacional a principios del siglo XX (hasta 1928), entre los que hubo muchos fallecidos. Así lo anuncia el alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez.

Conoció a Le Lay, 'rey' de Canfranc.
Albert Le Lay, segundo por la derecha, jefe de aduanas de la estación de Canfranc.
Heraldo

Muchos viajes entre Canfranc y Zaragoza. Pilar Pardo era más callada sobre su intervención en favor de la Resistencia durante aquellos años tan duros que, con la invasión de los nazis, cambiaron Europa, pero en realidad ella era la responsable de esa actuación. Habitualmente, solían trabajar en tareas de la casa de la familia Le Lay y esa confianza les llevó a elegirlas porque además tenían contacto con la Guardia Civil.

En esa función ayudó mucho a Pilar su hermana pequeña, Lola, que era modista. Al principio, después de toda una vida calladas, ella le pidió permiso a la mayor para desvelar esta historia. Solo entonces lo contó Lola a HERALDO DE ARAGÓN, tras haber asistido a la publicación de un libro en la estación de Canfranc. La historia se publicaría el 14 de julio de 2002.

Hicieron bastantes viajes en tren desde Canfranc a Zaragoza. Para protegerse, ellas iban juntas con los mensajes secretos que les daba Le Lay para entregarlos a un cura del Ejército que participaba en la Resistencia. Alguna vez, la mayor iba en solitario.

Lola contaba que su hermana Pilar era "muy miedosa" y por eso solía pedirle que la acompañase, porque ella era más echada para adelante, casi adolescente, y veía esos viajes como un juego. En el tren, iban al lado de guardias civiles mientras escondían los secretos,

"Un día Monsieur Le Lay nos explicó que íbamos a llevar correspondencia clandestina y nos avisó que era muy peligroso. Sabíamos lo que hacíamos. También nos pidió que si nos detenían, no debíamos decir nunca nada", contaba la hija pequeña, antes de fallecer en 2015 cuando contaba 88 años.

Pilar ayudó a la familia Le Lay –el matrimonio y su hijo más pequeño, de 9 años– a esconderse en la cuadra de su casa en Canfranc durante la última noche, antes de huir de los nazis, el 23 de septiembre de 1943. Habían llegado a la frontera miembros de la Gestapo en busca del jefe de la aduana. La Guardia Civil preguntó por Le Lay, pero les dijeron que no lo habían visto. El matrimonio y su hijo pequeño (tenía otras dos hijas, una estudiando en Madrid y otra se había ido en el tren) bajaron andando de madrugada con un trabajador de la agencia de aduanas, Mariano Aso, que les acompañó con un candil hasta llegar al pueblo viejo. 

Allí los recogió un coche que envió el cónsul francés en Sabiñánigo, Robert Lamit, gerente de la empresa francesa Pecheney, para llevarlos hasta Zaragoza, donde cogieron otro a Madrid. Nadie supo que la familia de Pilar y Lola Pardo había ayudado a los Le Lay de esta manera. Los contactos con los alemanes en Canfranc se multiplicaban porque intercambiaban leche por chocolate. Al acabar la Guerra Mundial, cuando fue recibida la familia Le Lay en la estación de Canfranc, enseguida fueron a saludar a las dos hermanas Pardo para darles las gracias por haberles salvado la vida. Al final, mucho tiempo después, todo salió a la luz.

En cifras

1942-1944

La llegada de las tropas alemanas a la estación de Canfranc se produjo en el otoño del año 1942, cuando ocuparon toda Francia. Al haber una zona francesa de la estación, los militares nazis la ocuparon y cambiaron la bandera. Su principal función era controlar el traslado del oro nazi con el que pagaban a España y Portugal, que les vendían wolframio para blindar los tanques en la II Guerra Mundial. Esta singularidad de la estación ferroviaria provocó que fuera el único lugar de España ocupado por los nazis, ya que este país no había declarado su entrada en el conflicto.

La Resistencia

La Resistencia francesa se movilizó contra los nazis desde la misma estación de Canfranc, donde participaban varias redes de espionaje como Ric y Mithorpe para facilitar información al Gobierno de Gran Bretaña. El jefe de la aduana francesa, Albert Le Lay, se convirtió en el responsable de las mismas y propuso a la familia Pardo su colaboración en el tráfico de documentos entre Canfranc y Zaragoza, haciendo el viaje en tren. Lo entregaban a un cura español del Ejército que colaboraba y las esperaba cerca del Pilar.

23-9-1943

La presión de las tropas nazis y la Gestapo provocó que Albert Le Lay recibiera el aviso de que iban a por él tras haber descubierto sus redes. El 23 de septiembre de 1943 se produjo la huida de la familia (una hija en tren y los padres con otro hijo en un taxi). El jefe de la aduana acabó escapando hasta Gibraltar y se refugió en Argelia después de una fuga que fue apoyada por el Gobierno británico y la Resistencia.

1944-1945

Las tropas nazis huyeron de la estación de Canfranc a mediados de 1944 porque la Resistencia francesa los derrotó y algunos de los militares alemanes fueron atendidos en hospitales de Zaragoza. La victoria de los aliados en la II Guerra Mundial provocó que en la estación de Canfranc se cantara la marsellesa, himno de Francia. En 1945, al concluir la contienda, Albert Le Lay regresó al puesto de jefe de aduanas tras eludir ser ministro con Charles de Gaulle por su gran aportación con los secretos.  Al llegar, abrazó a las hermanas Pardo.

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