Heraldo del Campo

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Los cerealistas aragoneses ponen fin a una cosecha "corta, justa en calidad y muy desigual"

Prevén descensos de hasta el 35% respecto a la producción obtenida en 2021.

Últimos días de cosecha, la semana pasada, en una explotación de la localidad turolense de Bañón.
Últimos días de cosecha, la semana pasada, en una explotación de la localidad turolense de Bañón.
M. G.

Ya no quedan cosechadoras en los campos aragoneses de cereal de invierno. Ha terminado la recolección, una campaña que llegó con diez días de adelanto y que ha estado marcada por los sobresaltos, las decepciones y la continua incertidumbre.

Es tiempo de hacer balance y los cálculos no son nada positivos. Los representantes del sector hablan de una cosecha mermada, hasta un 35% inferior a la del pasado año, aunque es cierto que en los tres ejercicios anteriores el sector cerealista llenó los graneros con producciones de récord de récord. Lo peor, dicen los agricultores, no solo es la pérdida de volumen. La calidad es "justa", reconocen, y además la cosecha es "muy poco homogénea" y varía notablemente en cantidad y calidad, no solo entre provincias y comarcas sino incluso entre municipios separados por apenas unos pocos kilómetros.

UPA Aragón asegura que la cosecha de 2022 será un 30% inferior a la del pasado año. "En algunos casos, los más sangrantes, la producción se ha reducido incluso a la mitad", destaca la organización agraria, que insiste en que esa media cosechada en los últimos años, que se situaba en torno al 3,7 millones de toneladas, "es un espejismo esta temporada".

Hasta un 35% eleva el descenso de cosecha de cereal en UAGA, un porcentaje superior al que realizaron cuando la campaña comenzaba a dar sus primeros pasos y preveían una merma del 25%. "Ha sido peor de lo que nos temíamos", señalan los responsables de las comarcas productoras, que advierten que en aquellas zonas en las que también hubo tormentas de pedrisco las pérdidas se elevan al 50%. A este descenso habría además que sumar los daños "cada vez mayores" que provoca la fauna salvaje, no solo los conejos sino también los jabalíes. Y para más complicación, "con los precios del cereal a la baja, podríamos irnos a solo cubrir costes", señalan desde la organización agraria, que recuerda que los agricultores tuvieron que afrontar la "siembra más cara de la historia" por el disparado precios de la energía, los combustibles, los fitosanitarios y los fertilizantes.

Las que han mejorado son las previsiones realizadas por Cooperativas Agroalimentarias. En su segunda estimación, esta organización prevé una producción de cereal (incluido el maíz) de 3.048.159 toneladas. La cifra supone un descenso del 19,43% respecto a la del pasado año, está muy lejos del récord conseguido en 2020 (más de 4,1 millones de toneladas) y es inferior en más 600.000 toneladas a la media de los últimos tres años. Sin embargo, la cifra supera en 112.000 toneladas la prevista cuando el consejo sectorial de Cooperativas Agroalimentarias publicó su primera estimación de cosecha en el mes de junio, cuando las máquinas comenzaba a entrar en los campos. Entonces preveía una producción de 2,9 millones de toneladas (2,05 millones de cereal de invierno), lo que suponía 22,42% menos que el año anterior.

Desde la organización cooperativa explican que el incremento de la producción respecto a la primera estimación (que se produce también en el conjunto del país) se debe a una mejora de los rendimientos esperados. Sin embargo, matiza que todavía hay que mantener la prudencia y cautela porque la cosecha definitiva está pendiente del final del ciclo del maíz, "debido a altas temperaturas y a las dudas sobre la dotación de riegos en algunas comunidades autónomas, que pueden hacer varias los rendimientos estimados".

Asfixiados

La campaña de cereal ha sido en 2022 una auténtica montaña rusa. Los agricultores tuvieron que hacer frente a una siembra marcada por los elevados precios de las materias primas y la energía e incluso por la crisis de suministros. Pero, al menos mediados de año, las expectativas del sector no podían ser mejores. El invierno no había sido generoso con las lluvias, pero estas llegaron con la primavera reverdeciendo unos cultivos que hicieron confiar a los productores en una cosecha "muy buena".

Las previsiones se truncaron con los excesivamente calurosos meses de mayo y junio, y especialmente con la asfixiante ola de calor que ha soportado la Comunidad durante el mes julio, que provocaron primero una maduración acelerada del grano y un estrés que explican la caída de producción. Solo las zonas tempranas, como la Hoya de Huesca y Monegros se "salvaron" de las olas de calor de junio y julio, señalan desde UAGA.

Preocupados están también por los mercados, que viven una continúa volatilidad que, precisamente al comienzo de la campaña, han llevado a la baja las altas cotizaciones en las que se encontraban los precios. "Es la especulación la que está moviendo los precios, tanto de los insumos como de los productos agrarios. La campaña de precios comenzó alta y desde que sacamos las cosechadoras al campo no han parado de bajar los cereales", critica UAGA. La organización agraria aplaude la apertura del corredor para permitir la llegada de grano desde Ucrania, pero reconoce que el sector teme que "dé alas a los intermediarios para frenar las compras".

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